SOLO HACEMOS LO QUE QUEREMOS

En muchas ocasiones nos proponemos cambiar. Hacer cosas que nos vendrían bien pero que siempre dejamos «por falta de tiempo, de oportunidad, de desgana».

Nuestra mente se inventa mil escusas para no emprender esa tarea tan necesaria. 

Por el contrario damos prioridad a las rutinas que nos satisfacen. Para estas siempre encontramos tiempo o la motivación necesaría.

Nos hablan de la fuerza de voluntad, y si nos aferramos a esta puede que durante unos días seamos capaces de cambiar nuestra rutina, con desgana, mirando el reloj y lamentadonos, del tiempo que nos quita esta nueva actividad.

Tarde o temprano la dejaremos y esto nos aliviará, nos inventaremos una escusa que acepte nuestra frágil conciencia y, en el fondo, celebraremos habernos librado de esa actividad tan incómoda.

Y es que 

Sólo hacemos aquello que queremos hacer.

Por eso cuando deseamos cambiar algo, incorporar una nueva actividad a nuestra vida, no basta con pretenderlo. 

HAY QUE DEJARLO EN NUESTRO CORAZÓN

Para dejarlo en nuestro corazón, tenemos que hacer una meditación en el que veamos las ventajas que supone para nosotros esta nueva actividad, luego ver los beneficios que nos va a suponer hacerla.

Estos beneficios los asociaremos a un icono, un objeto. Por ejemplo si lo que deseamos es meditar todos los días.  Haremos una meditación en la que pensaremos en meditar a una hora, se formaran entonces pensamientos negativos que justifiquen no hacer esto. Esos pensamientos los disiparemos.

Así funciona nuestra mente, nuestros deseos y rutinas forman nubes que condicionan nuestro cielo.

Con la meditación podremos quitar momentáneamente esas nubes, pero volverán de nuevo. Solo conseguiremos el cielo deseado cuando, cambiemos estos deseos y rutinas en nuestro corazón.

Cuando nos demos cuenta que nuestra esencia, es nuestra alma. Ella nos representa, nos define y es lo único que nos llevaremos de aquí, cuando muramos.

La purificación de nuestra alma, es lo más importante que podemos hacer.

Porque de ello depende lo que seremos en nuestras vidas futuras.

Todo lo que no hagamos ahora, tendremos que hacerlo y esto sucederá creamos o no creamos.

Por eso es necesario que en nuestra meditación creemos un icono. Por ejemplo un alma luminosa y pura y la guardemos dentro.

Si hacemos esto, cuando llegue el momento, no recordaremos una actividad a realizar, sino que tendremos el deseo de ser puros. Tendremos el deseo de no sufrir, de ser felices.

Entonces haremos lo que queremos, meditar.

maestroviejo

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