Nuestros ascendientes llegados del cosmos

La colección otros Mundos de Plaza y Janés, significó un antes y un después en la divulgación de las tesis alternativas.

Buena parte de estos libros no se han digitalizado, y poco a poco van desapareciendo de Las Bibliotecas al no ser demandados por desconocimiento de los lectores.

Sin duda una colección imprescindible para comprender la evolución histórica de nosotros mismos, de buscar respuestas a esas preguntas que el día a día se empeña en ocultarnos.

maestroviejo

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El libro Nuestros ascendientes llegados del cosmos fue escrito por el autor Maurice Chatelain en el año 1976 con el titulo original «NOS ANCETRES VENUS DU COSMOS» (© Editions Robert Laffont,S.A., 1975) que se publico en la coleccion otros mundos con una traduccion por RAMON MARGALEF.
Nuestros ascendientes poseían conocimientos científicos extraordinarios, que no pudieron adquirir por si solos, ya que solo sabían tallar el silex.

INTRODUCCION

Hace unos arios, en los últimos días de un mes de setiembre, yo me encontraba en París para asistir a un Congreso internacional de Astronáutica, en el que yo debía pronunciar una conferencia sobre el tema de las comunicaciones espaciales. En el curso de este Congreso tuve ocasión de entrar en contacto con algunos sabios rusos de mi especialidad y de intercambiar ideas con ellos. Después de haber hablado de las comunicaciones en el espacio durante unos minutos, llegamos con toda naturalidad al asunto de las comunicaciones con las civilizaciones extraterrestres.

Me quedé sorprendido al descubrir que esta cuestión, muy popular en Francia, había sido estudiada igualmente en la URSS, donde varios centros de investigación, financiados por el Gobierno, intentaban ponerse en contacto con esas civilizaciones del espacio, mientras que otros se esforzaban por descubrir pruebas ciertas de su paso por la Tierra y de sus visitas a nuestros antepasados, millares de años atrás.

Me enteré de que en dichos centros se trabajaba en estrecha colaboración con grupos investigadores extranjeros, en Francia y en otros países europeos, y me asombró la cantidad de pruebas ya obtenidas, así como la cantidad de problemas nuevos planteados por esos descubrimientos. Por razones difíciles de concretar, estos trabajos no habían sido publicados en las revistas científicas habituales, y los informes correspondientes pasaban verbalmente de un grupo de investigación a otro, lo cual explicaba por qué yo no había

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