TODO ES UN ASPECTO DE LA FUENTE

No hay nada en lo que convertirse. Todos ya somos Eso. Todos somos Conciencia. Eso es lo que todo el mundo es: el Uno. No hay nada más o menos que el Uno.

Pero la mayoría de las personas experimentamos la presencia de un sentido de separación, y es como es, o sea, mientras nos integramos a la Unidad sin separación, nos experimentamos separados y podemos manejar tanto nuestra dualidad, como nuestra esencial no dualidad.

Ese es el juego temporal humano.

El fracaso de algunas enseñanzas extremas del advaita consiste en que se interpreta mal la enseñanza desdeñando lo que es el yo humano, cuando, en realidad, nada puede estar separado o fuera del campo de conciencia infinito, o sea que hasta nuestro ego o persona se mueve dentro de ese campo sagrado de conciencia que a veces llamamos Dios, y hay que gestionar día a día las vivencias del mismo, sabiendo que no es la esencia eterna, pero respetando su aconteces en el presente de nuestro proceso.

De allí nacen estos escritos en los que tratamos de enlazar amorosamente lo que nunca ha estado separado, honrándolo todo.

Es importante darnos cuenta de que lo que ocurre, simplemente ocurre. Todo es parte de lo que es, porque está ocurriendo. Aun si sentimos incertidumbre, duda o miedo…son parte de lo que es.

Todo lo que existe es un aspecto de Dios.

Si entendemos eso, empezamos a desarrollar una verdadera humildad y aceptación de nuestros defectos y de los de los demás. Todo lo que existe es de naturaleza divina. Normalmente la gente no tiene ningún problema con esta idea, mientras se trate de cosas bonitas o positivas. El problema viene cuando las cosas son desagradables, despreciables. La paz que buscamos está en aceptar todo como manifestación de Dios. ¡En la aceptación de todo!

Ahora, aceptación no quiere decir que tenemos que aprobarlo todo o tratar todo de manera igualitaria. No vivenciamos igual la dicha que el dolor, la partida de un ser querido que la gracia manifestada en cada sublime acto de amor. La aceptación es la comprensión de que todas las cosas provienen de la misma Fuente, incluyendo todas nuestras reacciones, pensamientos y sentimientos.

Si nos remontamos a la Fuente de nuestras bendiciones, y después tratamos de remontarnos a la Fuente de nuestros horrores, veremos que es la misma. Conocer la Fuente de donde todo eso proviene, nos lleva a la humildad…y a la libertad de abrirnos a lo que es y no pudo ser de otra manera. La humildad lleva al no juicio, o al menos a la disminución de juicios.

Es muy liberador entender que algo no podría haber sucedido de otra forma. La libertad viene de reconocer que nuestros actos, no importa los horrorosos que nos parezcan, son parte de una inimaginable, enorme y compleja función. Funcionamos como parte de un proceso mayor, y al reconocer esto accedemos a una paz…que supera todo entendimiento. Esa paz coexistirá con todo lo que surja, lo que sea.

Ese coexistir con lo que es nos lleva a vivir en disfrute, sin tener que renunciar a nada.

¡Qué mundo tan aburrido y desanimado sería este si para concienciar a Dios, la Fuente, o como le llamemos, ¡tuviéramos que renunciar a la vida! …renunciar a la abundancia material, renunciar a tener una pareja, renunciar a comer determinada comida.

 No es necesario abandonar la vida, para acceder a determinado nivel de conciencia.

La directriz de esta enseñanza es que lo que se manifiesta a través del alcohólico, del abstemio, del célibe, del ninfómano, de un santo o de un asesino…a través de todos y de cada acción, es la misma Fuente. Todo es el funcionamiento de la misma Totalidad. A veces es trágica, a veces es dolorosa, a veces conlleva un gran sufrimiento, a veces existe una Gracia enorme, a veces existe una paz inmensa.

Esto es un alivio increíble. Es una libertad enorme. La carga se aligera a medida que se profundiza en el entendimiento de que toda cualidad que poseemos –  buena o mala- es un aspecto de la Fuente. Igualmente, en los otros.

Después, el personaje cualifica esa energía que sale de la fuente, y, aunque el argumento está trazado, cada cosa que en presente hacemos va dando forma a esa energía prístina en la que tejemos la trama de nuestra vida temporal humana en cada ciclo.

El hecho de que la enseñanza nos diga una y otra vez que no somos el autor de nada, sino que la Conciencia lo es, no significa que somos títeres, sino que somos instrumentos de expansión de infinitas posibilidades, y que, según profundicemos en el reconocimiento de esa Conciencia Una y permanezcamos concientemente reconectados a ella, más podemos expandir el Amor que es la base de todo este sistema de redes que no creamos, pero que enriquecemos, alimentamos y expandimos.

Así, podemos dejar el conflicto que siempre se plantea entre si tenemos libre albedrío o somos manejados sin libertad alguna. Es como tomar el camino a Santiago, o cualquier otro…la Conciencia te lanza al camino, pero cada cosa que haces con lo que encuentras en el mismo, cambia el proceso, y a la vez se suma al Campo de conciencia.

Desechar todo lo que hagamos como que no nos corresponde gestionarlo porque no somos el autor…no tiene que ser mal interpretado…el autor, la fuente, el gran manejador de todo, es la Conciencia, más nosotros, consciente o inconscientemente alimentamos el Campo, y es liberador sí saber que todo el movimiento de Conciencia existe en un engranaje mayor que encaja todas las piezas y accionar, perfectamente.

A medida que la comprensión se vuelve más profunda, se entiende además que todo, aun lo material, es espiritual, que eso incluye todo lo que existe, no solo el arcoíris, las flores y lo bello, sino también los sádicos, los violadores, los asesinos. Todo es espiritual, girando en un ciclo de expansión.

Por supuesto, no invitamos a los asesinos y psicópatas a nuestras casas. No confiamos nuestros objetos de valor a un ladrón. Seguimos discerniendo de manera práctica, pero existe el entendimiento de que incluso los que consideramos más viles son un aspecto de la fuente.

Todos son aspectos de la misma cosa, y eso de lo que son aspectos, es espiritual.

Esa es la belleza de esta enseñanza, todo lo que hacemos es una parte natural del fluir de Lo que es, que expandimos en aparentes distintas direcciones y procesos, en los que no ha lugar para la culpa, solo para la conciencia.

Repito…Esto es un alivio. Es una libertad enorme. La carga se aligera: todo es un aspecto de la Fuente.

Lo que eres en este momento, – en este mismo instante- es Perfecto y no podría ser de otra forma.

http://elblogdetahita.blogspot.com/2020/08/todo-es-un-aspecto-de-la-fuente.html

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