Las Brumales, las Fiestas Romanas  del Solsticio de Invierno.

Se acerca el Solsticio de invierno y cambio de ciclo. Si fuéramos romanos estaríamos de fiestas “Saturnales” para celebrar que acaba el periodo mas oscuro del año,  y “de Brumales”  para celebrar el nacimiento del “Sol Invictus” ( Natalis Solis Invictis ), de la vida y de sus pasiones.

La fiesta de Brumales era una fiesta pagana dedicada al sol, llevada a cabo en el solsticio de invierno, era celebrada por lo general el 25 de diciembre.

Las Brumales (en latín Brumalia) eran las fiestas del solsticio de invierno instituidas por Rómulo en honor de Líbero o Baco (Dioniso), junto a Saturno (Cronos) y Ops (Deméter) y celebradas por los romanos. Su nombre significa «festivales de invierno». Deriva del término latino bruma que significa «invierno» o «solsticio de invierno».

Otros autores, sin embargo, consideran que el festival recibe el nombre por uno de los sobrenombres de Baco: bromius, que significa «ruidoso, bullicioso, que ruge». Durante el festival se llenan unos pellejos con aire, y al saltar sobre los mismos se produce una sonora cacofonía, por lo que no es del todo imposible esta opción. La intención sería reproducir el estrépito de las ruidosas bacantes.

La vida romana durante la antigüedad clásica se centró en el ejército, la agricultura y la caza, por lo que los días de invierno, más cortos y fríos, dificultaban diversas actividades. Así, la Brumalia se celebraba en este período más oscuro y tenía un carácter ctónico asociado a los cultivos, cuyas semillas se plantaban antes de brotar.

En la era bizantina , las celebraciones comenzaron el 24 de noviembre y duraban un mes, hasta la Saturnalia y el «Encerado de la Luz». El festival incluía banquetes nocturnos, bebidas y alegría. Durante este tiempo, las indicaciones proféticas se tomaron como perspectivas para el resto del invierno. A pesar de la represión oficial del paganismo por parte del emperador Justiniano del siglo VI, la festividad se celebró al menos hasta el siglo XI en la capital bizantina de Constantinopla , según lo registrado por Cristóbal de Mitilene . No existen referencias después del saqueo de la capital en 1204 por la Cuarta Cruzada .

Los campesinos sacrificaban cerdos a Saturno y Ceres, mientras que los enólogos sacrificaban cabras en honor a Baco (ya que las cabras eran un peligro para las vides), que luego eran despellejadas para obtener alforjas, sobre las que saltaban. Los magistrados llevaron las primicias de las vides, olivos, trigo y miel a los sacerdotes de Ceres.

Apenas sabemos nada sobre cómo celebraban los romanos la Brumalia, aunque al parecer la festejaban con una alegre cena, en la cual el vino era abundante y las costumbres se relajaban.  Aunque la Brumalia todavía se celebraba hasta el siglo VI, era poco común y la iglesia cristiana condenaba al ostracismo a los celebrantes. Sin embargo, algunas prácticas persistieron como las costumbres de noviembre y diciembre. 

Las Brumales bizantinas eran llamadas «Fiestas de Cronos» y durante las mismas, se procedía también a matar a un cerdo, costumbre que también se daba en las antiguas Saturnales. La Brumalia «bizantina» en Constantinopla comenzaba el 24 de noviembre y finalizaba el 17 de diciembre, día en que se inauguraban las antiguas Saturnales, se siguieron celebrando de forma conjunta con la Natividad cristiana y esta vez separando sus fechas. A cada día se le asignaba una letra del alfabeto griego.
Como curiosidad, la fiesta aún era celebrada durante el reinado de Justiniano I (527-565 d.C., es decir 185 años después del Edicto de Tesalónica que convertía al Cristianismo niceano en la religión oficial del Imperio Romano) según Coricio de Gaza. En el Concilio Trullano del año 692 d.C. el Estado romano oriental prohíbe estas festividades de manera pública, pero no privada.
Pero la celebración privada no concernía al Estado por lo que la costumbre siguió existiendo de forma privada tal y como nos lo cuenta Jorge Gemisto Pletón en el siglo XV. Pero no acaba ahí la cosa. El emperador Constantino VII Porfirogéneta nos cuenta en el siglo X que la Brumalia «bizantina» fue celebrada por emperadores como Constantino I, ¡¡¡Teodosio I!!! (el del Edicto de Tesalónica y los Edictos teodosianos), Marciano y León I (primer emperador romano coronado por un Patriarca cristiano en el siglo V). Es decir, ambas fiestas coexistieron y convivieron sin problemas al menos durante 5 siglos, a las primeras se les dio continuismo con unas fechas nuevas y casi seguidas para que no coincidieran con las otras en Oriente.

Es decir, 312 años después del Edicto de Tesalónica. Juan Malalas, Cassianus Bassus, Palladius, Choricius o Constantino VII, entre otros muchos, hablaron de este festival. La última vez que se cita la fiesta como algo «vivo» será en el año 1335 en la obra «Syntagma Canonum» de Mattaios Blastares. Estas fiestas del solsticio de invierno, fueron bastante populares como para que se prolongaron hasta la era cristiana aunque en una forma alterada, alejándose de su espíritu y características, por lo que la celebración del Navidad puede tener un cierto  sincretismo ritual con ellas y viceversa.

Tales tradiciones antiguas se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad.  

Miles de años antes de Cristo, la gente adoraba al sol. El día más corto del año fue el 21 de diciembre. Cuando se dieron cuenta de que el sol regresaba por períodos más largos cada día, celebraron el 25 de diciembre. Intercambiaron regalos en cajas decoradas, cantaron canciones, jugaron y festejaron. También creían que el muérdago, las bayas de acebo y las coronas de hojas perennes (redondas como el sol) eran sagradas. Los usaron para decorar sus casas.

Lo que celebras no es importante, sea pagano, cristiano, sincrético … Lo importante es notar el círculo, el ciclo de la vida y reconocerlo con un poco de celebración. A cada humano se le permite un número limitado de ciclos anuales. Hagamos que este año que hemos superado con tantas dificultades, cuente y deseemos para el próximo algo que podamos compartir entre todos.

En la Navidad actual….

Las luces de Navidad nos ayudan a olvidar que estamos en los días más cortos del año y en los más brumales, al ser el hielo, a decir de los agricultores, la bruma, que también da nombre al mes de diciembre. Esa bruma es semejante al hielo que nos envuelve desde que hace un año conocimos de la existencia de un nuevo virus que nos ha herido a todos de una forma u otra.

Voy a pedirle un milagro a este solsticio y a los políticos:  Que no nos falle la atención social, la sanidad, la educación  y los servicios básicos  que todos necesitamos y compartimos.

Y que nieve este invierno y desinfecte, la propia naturaleza. la tierra que hemos contaminado.

¡¡¡BENDITA NAVIDAD!!!

Que siempre traes esperanza a los corazones de buena voluntad.

Valle envuelto en bruma.

FUENTES:

https://www.elsantuariodelalba.com/2020/12/19/solsticio-de-invierno-las-antiguas-brumales/

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