El desafío del cambio The Challenge of Change Krishnamurti Sub Esp

Con una sencillez pedagógica extraordinaria, Krishnamurti nos introduce en la esencia de conceptos que tienen que ver tanto con la comprensión del mundo como con las acciones o actitudes cotidianas y personales frente a la vida (la existencia de Dios, el amor, la conciencia, el ser humano, el conflicto, el sufrimiento o la vida religiosa, entre otras), y brinda con ello una ayuda inestimable a quienes hoy, cada vez más, se cuestionan las grandes contradicciones de nuestra sociedad y la manera de abordarlas. Krishnamurti nació en la ciudad de Madanapalle, Andhra Pradesh, en la India colonial, y fue descubierto en 1909, cuando aún era un adolescente, por C.W. Leadbeater en las playas privadas del centro de laSociedad Teosófica de Adyar en Madrás, India. Posteriormente fue adoptado y criado bajo la tutela de Annie Besant y C.W. Leadbeater dentro de laSociedad Teosófica Mundial, quienes vieron en él a un posible Líder Espiritual.
Consecuente con su pensamiento, se rehusó a ser el mesías de un nuevo credo, hasta que en 1929 disolvió la orden creada para ese fin. Alegaba no tener nacionalidad, ni pertenecer a ninguna religión, clase social, o pensamiento filosófico. Pasó el resto de su vida como conferencista y profesor viajando por el mundo y enseñando sobre la mente humana, tanto a grandes como a pequeños grupos. A la edad de 90 años dio una conferencia en la ONU acerca de la paz y la conciencia, y recibió la Medalla de la Paz de la ONU en 1984. Su última conferencia fue dada un mes antes de su muerte en 1986.

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2 comentarios en “El desafío del cambio The Challenge of Change Krishnamurti Sub Esp

  1. Aún conservo con devoción, un librito titulado: «El arte de la
    Contemplación».
    La Portada y algunos dibujos interiores de Robert Crumb como «Mr. Natural»!!!, un par de historietas de Mariscal, la respiración yóguica o Pranayama por Ramiro A. Calle, los éxtasis sensoriales e iluminados de Alan Watts, un trío de koans zen y sobre todo… dos caras de una sola página. La más modesta colaboración en un panfleto de apenas 60.
    Nada, hasta ahora, ha marcado tanto mi vida, esta vida. KrishnaMurti, me dió finalmente la llave que abriría, pocos días después, mi arca de la alianza, el baúl de los recuerdos perdidos, recuperar la identidad sin identificación. Despertar de un largo sueño… Tenía entonces 25 años y ese día, volví a nacer o nací de verdad en este maravilloso planeta, pero desgraciado mundo actual.
    Llevaba años tratando de entender por qué era tan cobarde que ni siquiera me atrevía al suicidio. El ser más inútil y abyecto que existía. Y sí, yo también leí a Krishnamurti y comencé a entender que había otros posibles niveles fuera del pensamiento, lo mismo que daba a entender Carlos Castaneda con «parar el mundo» o la interminable cháchara o plática interior como gustaba decir Don Juan. Me propuse lograrlo, pero fue el intento de describir lo inefable, «en que consiste la meditación», para contestar las insistentes demandas de su audiencia, cuando de verdad algo dentro de mí captó el mensaje implícito en sus alegorías sobre observar al observador, «contemplar» al pensador con benevolencia pero con el distanciamiento del espectador de cine, viendo los pensamientos concebidos por «el protagonista» como nubes que aparecen sobre un cielo azul, tumbado en el césped o la arena, y cambiantes, se dispersan tras un árbol, o se disuelven como pompas de jabón, al estilo de Machado. Es cierto que llevaba ya cinco largos años de travesías por los infiernos y los desiertos machacando al «ego» pinchando un gran globo lleno de vacío interior, así que el cuerpo estaba preparado, pero sin duda, Krishnamurti fue siempre mi favorito porque para mi estrecha y lógica mente, los demás grandes poetas, al decir de Nietzsche, mentían demasiado con sus florituras en pos de la originalidad.
    Krishnamurti, sin embargo, le quitaba a la esencia de las cosas esenciales de la vida, todos los disfraces con que se viste para encandilar a los niños.
    Lo más cercano que yo conozco a desnudar la verdad de lo que somos…
    Lo que hay es lo que hay. Si hermosa es la complejidad de la vida, más hermosa es si cabe la simplicidad de su «mecanismo»
    Ya ven, soy mecanicista, lógico, … y sin embargo… Ay, las palabras.
    A veces un poco de Yin y grandes dosis de Yang y otras veces procede lo contrario, porque lo cortés no impide lo valiente.
    Pero no me equivoco si digo que la pineal resuena, se enciende, cuando suben de tono y retorcidas las dos serpientes por el tronco del árbol de la vida, rompiendo las ligaduras terrenas y terrenales con un chasquido como de tubo, algo hueco cuando se quiebra. Como volver a casa en un pestañeo.
    El encantamiento de la inocencia se disipa como humo, pero una nueva y excitante aventura de mayores retos se vislumbra entre la oscuridad de la eternidad como fondo de escenario. Elige. Libre albedrío. La Luz lo ilumina todo cuando el telón cae.
    Salud y Amor
    Salud y

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