La Tierra, un ser vivo.

La biología oficial tiene sus reglas para definir lo que es un organismo. Para ella, un ser para estar considerado “vivo”, necesita cumplir con estas características:

1) Tiene que reproducirse.

2) Tiene que reaccionar al medioambiente.

3) Tiene que intercambiar materia y energía con el medioambiente.

4) Tiene que auto-regularse internamente (homeóstasis)

5) Tienen que adaptarse al medioambiente y evolucionar.

Para la biología, un ser que no cumple estrictamente todas estas funciones, es un ser inorgánico, es decir, no tiene vida.

Por ello, ningún científico se anima a afirmar que la Tierra está viva, porque sería el fin de su carrera.

1) Reproducción: La Tierra, que sepamos no se reproduce (no tiene “tierritas”) sin embargo es capaz de reproducir la vida actuando como medioambiente idóneo. En este concepto, nuestro planeta no cumple con los estándares de los “organismos”.

2) Reacción al medioambiente: Nuestro planeta reacciona a las CME o eyecciones de masa coronal del sol, cuando éstas se dirigen hacia la Tierra, avanzando su magnetosfera y la recientemente descubierta capa de plasma protectora de rayos cósmicos.

3) Intercambio de materia y energía con el medioambiente: El medioambiente de la Tierra es el sistema solar, la galaxia y el cosmos. Allí vive ella y con él intercambia todo tipo de materia y energía. Desde material traido por meteoritos, hasta distintos tipos de plasmas y rayos cósmicos.

4) Homeóstasis: La Tierra se auto-regula, y ésta es también una capacidad exclusiva de los seres vivos. El científico James Lovelock proclamó esta función terrestre a la comunidad científica, sugiriendo que nuestro planeta podría ser un organismo. Más tarde Lynn Margulis (premio nacional de las ciencias de Estados Unidos) afirmó esta propiedad orgánica de nuestro planeta. Se auto-regula en temperatura, humedad, salinidad de las aguas y en múltiples variables más. La Tierra, también respira. El principal centro entrópico que hace que la Tierra se auto-regule es el Sol.

5) Adaptación al medioambiente y evolución: Al principio la Tierra era una roca incandescente, abandonada al azar en el espacio, chocando con todo tipo de meteoritos, siendo inhabitable para cualquier especie. A través de los 4.500 millones de años, ha ido evolucionando hasta lo que conocemos ahora, desarrollando una protección natural a los peligros del espacio y adquiriendo un sentido y una utilidad muy concreta para su existencia: proteger la vida en su seno. Ha desarrollado diversas capas de protección y de auto-regulación. Se ha vuelto un ser sensitivo a lo que ocurre dentro y fuera de sí, para lo que necesitó desarrollar un aparato perceptual y distintos órganos sensitivos, además de órganos reguladores. Llendo de lo más simple (una roca incandescente) a lo más complejo (un ser con conciencia), la Tierra ahora tiene una mente, a la que Teilhard de Chardin y Vladimir Verdnasky llamaron “Noosfera“.

Polos magnéticos Así que los científicos callan, porque no pueden demostrar que la Tierra se reproduce, y ese es el problema principal por el que no se la considera un ser vivo.

Su sensibilidad e inteligencia hacen que filtre los rayos cósmicos que son indispensables para la vida, rebotando y desviando aquellos que podrían destruirla. Provee de nutrientes a todos los seres que la habitan, permitiendo la proliferación de vegetales que a su vez crean el exacto equilibrio de partículas que forman el aire que respiramos para vivir.

Provee de un medioambiente equilibrado para no solo la existencia, sino también la evolución de las especies que la habitan, logrando que ningún peligro del espacio pueda terminar con ellas.

Hace poco he visto un vídeo que coloco abajo, para que vean como el Sol arrasa a los otros planetas de nuestro sistema solar que no son organismos.
Mercurio y Venus arrasados por una tormenta solar.

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Al ver las imágenes, se darán cuenta de la inteligencia de la Tierra, cuya magnetosfera nos ha protegido durante millones de años en una danza perfectamente equilibrada y armónica con el cosmos. Algo que como vemos, no ocurre con el resto de los planetas.

La Tierra además de tener “sensibilidad” como para darse cuenta cuando un peligro pueda amenazar a la biosfera, tiene sistemas de comunicación y sincronización para todos los seres vivos.

La cavidad de resonancia Schumann de nuestro planeta, es captada por la glándula pineal que tenemos en el cerebro, la que sincroniza su vibración con la de la Tierra, y marca nuestros ritmos circadianos.

Todos los seres vivos se comunican así y se sincronizan con nuestro planeta para garantizar su salud y su equilibrio.

Por eso es importante que entendamos que si hay “alguien” que se ocupa permanentemente y hace millones de años de nuestra salud, no es ni la seguridad social, ni los médicos ni tu gobierno, es la Tierra.

Exponerse a sus radiaciones energéticas y comunicarse con ella es fundamental para conservar nuestra salud y equilibrio evolutivo.

Estamos en un período muy especial a nivel cósmico, atravesando una pelusa energética en la galaxia y llegando al máximo solar que garantizará lla evolución del planeta hacia un nuevo estado. Como nuestros ritmos vitales dependen de este Ser maravilloso, nosotros también estamos cambiando y evolucionando porque no podemos evadirnos de la sincronización biológica que nos liga a ella.

Feliz nueva era, cósmica, terrestre y humana, la que ahora mismo todos estamos experimentando.

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