Lluvias inexplicables

Estamos acostumbrados a ver caer agua de las nubes. Cuando se convierten en tormentas los ríos se desbordan causando inundaciones que ponen en serios aprietos a mucha gente. Las alcantarillas en las ciudades se ven superadas en su capacidad de recolección. Muchos árboles sucumben ante tanta humedad y los automóviles quedan estancados ante verdaderas pozas que se forman en las calles. Pero que del cielo llueva algo más que agua, es cosa que casi nunca se da, pero las evidencias no dejan de asombrar a las comunidades que han vivido en carne propia este tipo de fenómenos, inexplicables para cualquier científico.Un caso

En 1857, en Cleark Lake, Iowa, cayó una precipitación blanca en pleno Otoño. Las rocas, árboles, casas y campos fueron cubiertos por esta sustancia que resultaba algo pesada y producía la caída de las hojas de varios árboles. La sustancia tenía la presencia de caramelo y los niños pronto se dieron cuenta de ello. El editor de Republican en Napa, California envío reporteros a investigar el caso, y no faltó más de una persona que quiso dar una respuesta ante tal fenómeno. Los naturalistas dijeron a la prensa que se trataba de un caso de «exudación de algunos insectos». Pero la teoría nunca resultó convincente y el editor, publicó que se trataba de una simple teoría, que pretendía cubrir la maravilla del trabajo de la naturaleza

En 1867, en el mes de marzo, se produjo una precipitación en Napa. El campo brillaba por su blancura desde la desembocadura del río Rojo hasta unos 80 kilómetros, en una franja de 9 kilómetros de ancho. Todo parecía indicar se trataba de una tormenta de nieve muy fina, sólo que lo que estaba cayendo era sal. Estaba seca y era de buena calidad. El periódico New Orleans Times cubrió y reportó desde Luisiana este extraño caso.

En 1880, en la ciudad de Ozark, Arkansas, un operador de telégrafos informó a sus colegas que miles de piedras estaban lloviendo. Algunas de ellas alcanzaban el peso de 1 kilo y otras tenían el tamaño de guijarros. Lo curioso del caso, es que ninguna persona resultó con lesiones ante este extraño tipo de precipitación del cielo.

El 26 de marzo de 1948, los habitantes de Ohio se vieron cubiertos por una extraña lluvia de color verde. Casas, cercas y automóviles estaban recubiertos de este color. No faltaron los «expertos» que trataban de dar una explicación ante tal fenómeno, pero se enredaban en sus propias conclusiones. Al dejar de llover, los colores palidecieron y nunca pudo darse a conocer la verdadera causa del fenómeno.

En el mes de agosto de 1870, la ciudad de Sacramento, California se vio cubierta por una extraña precipitación. Del cielo llovían «lagartijas de agua». El periódico Sacramento Reporter, de inmediato cubrió el evento y los reporteros estaban maravillados ante lo que la naturaleza había hecho. Miles de criaturas vivientes, que medían entre 5 a 16 centímetros estaban cubriendo la ciudad. El prominente juez Spicer, tenía una obra de excavación en el sótano de su casa al momento de producirse el fenómeno. Cientos de criaturas cayeron al lugar, sobreviviendo varios días en el agua recolectada.

El 11 de septiembre de 1878, en Butte Country, California, la comunidad de Helltown se vio sorprendida porque les llovió pez gato y otras especies de agua dulce. El periódico Alameda Argus, envió reporteros para cerciorarse de la veracidad de los hechos y dieron fe de lo sucedido. Al dejar de llover, el calor hizo que los cuerpos de los anfibios entraran en descomposición, no quedando dudas de lo que había sucedido en ese sitio.

Existe otro tipo de precipitaciones de los cielos que han resultado terroríficas y nunca se supo de dónde provinieron. En el mes de julio de 1841, el doctor Troost, profesor de química de la Universidad de Nashville, recibió del doctor W. P. Sayle, inminente médico de Lebanon, Tennessee, un pequeño paquete que contenía fragmentos de tejidos musculares y materia adiposa, los cuales habían caído sobre su granja, en raras circunstancias. «Era sábado, entre las 11 y 12 p. m. y había aparecido una nube roja, única en el cielo, a unos 9 kilómetros del poblado de Lebanon. La sangre, carne y materia adiposa, cayeron sobre un área de media milla de largo y unas 75 yardas de ancho. Un sembradío de tabaco escurría de sus hojas el líquido rojo. El doctor Sayle, consideró que habían caído alrededor de 150 kilos de carne.

Un viernes de 1850, los diarios, en Richmond, Virginia reportaron un caso similar al anterior, sucedido en la granja de G. W. Bassett, cerca de Cloverlea, en Virginia. Sobre la plantación, a eso de las 4 p. m. apareció una nube roja. El capataz Charles Clark y algunos trabajadores fueron salpicados con gotas de sangre y pedazos de carne, que parecían cortados en largas y finas tiras. Se distinguían tejidos musculares, partes de hígado y un trozo aparentemente de corazón, aunque de una especie desconocida. En el lugar no se apreciaban parvadas de aves, sólo la extraña nube, la cual al desaparecer, cesó la dantesca lluvia.

En un campamento militar, cerca de Benicia, California, los soldados fueron sorprendidos al notar que del cielo llovían pequeñas tiras de carne con gotas de sangre. Recolectaron ese material el cual fue entregado al médico del batallón, quien lo conservó en alcohol. En el informe que rindió el galeno, escribió que la carne había sido cortada limpiamente en delgadas tiras de unos 9 milímetros de ancho. En el borde exterior y algunas de ellas, había una orilla oscura de pelusa negra. Ese día, sobre el cielo no había parvadas de aves, tampoco lluvia y ni siquiera se vio la nube rojiza. Sólo la carne y sangre que caía, quien sabe de dónde. Eventos de este tipo son raros de verse, pero suceden y los hechos no pueden desmentirlos.

Pareciera que en varios de los casos, como que se abre una puerta de otra dimensión y deja sentir su manifestación, en algunos casos como en los cuentos de las Mil y una noches, con la lluvia de caramelo y sal, y en otras, con escenas dantescas como la lluvia de carne, tejido adiposo y sangre. Nunca se ha dado una explicación que satisfaga por completo. Los casos, están archivados y abiertos, para que si alguien pueda resolverlos, trabaje en ellos. Pero considero que todavía no estamos preparados para adentrarnos a investigar lo que sucede en otras dimensiones, que sabemos existen, pero desconocemos sus leyes para adentrarnos a ellas y conocer sus misterios.

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