Archivo por días: septiembre 19, 2011

Un Test de Inteligencia Universal ¿Cómo medir otros tipos de inteligencia?

Ya es hora de abandonar la idea de que somos el estándar dorado de la inteligencia y hacer un test usando una escala más fundamental de la inteligencia.

¿Cuán inteligente es usted? Me gustaría pensar que sé lo inteligente que soy, pero la prueba que tengo delante de mí me lo está haciendo reconsiderar. En mi pantalla de ordenador, aparecen una fila desconcertante de cajas: algunos contienen símbolos de aspecto extraño, mientras que otros están vacíos. Hago clic en una de las cajas. Una señal roja indica que cometí un error ¡Caray! Me concentro, y vuelva a intentarlo. ¡Sí, la recompensa es dulce! A pesar de este pequeño éxito, me resulta difícil entender lo que está sucediendo: esto no se parece a ningún examen que haya hecho.

Esto no es de extrañar, quizá porque se siente poco familiar, no es la típica prueba de IC. Estoy tomando parte de las primeras etapas de un esfuerzo por desarrollar la primera prueba «universal» de inteligencia. Mientras que el IC y las pruebas psicométricas tradicionales están diseñados para marcar las diferencias entre personas, el test universal se amplía a humanos, robots, chimpancés, hasta extraterrestres, en una única escala, con una definición matemática derivada de la inteligencia, en lugar de una contaminada por el sesgo humano.

Infografía: ¿Cómo podría funcionar una prueba de la inteligencia universal?

La idea de una prueba universal surgió de un estudio de la inteligencia artificial y el deseo de encontrar formas mejores de medirla. El próximo año, la prueba más famosa para medir la inteligencia de las máquinas será ampliamente celebrada en el 100 aniversario del nacimiento de Alan Turing, su creador. El test de Turing es, sin embargo, erróneo. Para pasarlo, una máquina tiene que engañar a un humano y hacerle creer que está conversando con otra persona. Pero, exactamente, ¿cuánto más inteligentes somos que un robot? El test no podía decirlo. Tampoco se puede medir una inteligencia mayor que la de un humano. Las máquinas son cada vez más inteligentes, y pronto, posiblemente más inteligentes que nosotros, por lo que necesitamos una forma más óptima de medir la inteligencia.

Sin embargo, una prueba de inteligencia universal no haría más que proporcionar una herramienta para la investigación en IA. Caso de encontramos con una avanzada civilización de otro planeta, una prueba basada en principios matemáticos podría ayudarnos a entenderlo. Y aquí en la Tierra, nos podría ayudar a identificar formas de vida que muestran tipos desconocidos de inteligencia, ¿quién ha dicho que la nuestra es la única clase que hay? De hecho, la elaboración de un test libre de los prejuicios humanos puede ser el camino a seguir para descubrir la verdadera naturaleza de la inteligencia en sí misma. «Si usamos sólo los parámetros de una especie, es muy difícil determinar con precisión qué es la inteligencia», declara José Hernández-Orallo, de la Universidad Politécnica de Valencia, España, y uno de los proponentes de la idea. Nosotros siempre nos hemos considerado el súmmum de la inteligencia, pero ya es hora de renunciar a la idea de que nuestros cerebros son el punto de referencia.

Testear nuestra inteligencia es bastante fácil con los tests de cociente intelectual (CI), pese a que hay algunos defectos reconocidos. Pero cuando se trata de medir con precisión la inteligencia no-humana, estas pruebas no sirven de nada. No están basadas en las matemáticas, ni siquiera en una definición formal de la inteligencia, y a menudo, asumen conocimientos y habilidades que son únicos para nosotros.

En Inteligencia Artificial (IA), el test de rendimiento más conocido es el de Turing. Sin embargo, encontrar un programa que pueda imitar las capacidades de la mente humana ha demostrado ser un gran desafío. Desde 1990, la competición por el premio Loebner, basado en el test de Turing, ha provocado la creación de una multitud de «charla-bot» con las habilidades sociales bastante impresionantes, aunque para la mayoría de investigadores de la IA no piensen que sean realmente inteligentes. «El test de Turing da lugar a interesantes discusiones filosóficas acerca de la inteligencia en general y de cómo puede medirse, pero nunca se ha tomado en serio como objetivo final de la IA», comenta Marcus Hutter, de la Universidad Nacional Australiana en Canberra.

En su lugar, se han hecho un sinnúmero de tests específicos de limitado alcance, por ejemplo, en la capacidad de jugar al ajedrez. Deep Blue, de IBM, venció a Garry Kasparov en 1997, y sin embargo, sería completamente inútil para completar un crucigrama, o incluso para averiguar la mejor manera de doblar la ropa.

Un intento por animar el desarrollo de la IA, en un espectro más amplio de inteligencia, es la General Game Playing competition, que se celebra anualmente en la reunión de la Asociación Americana de Inteligencia Artificial. Los robots se sirven de una combinación de juegos, desde las tres en raya (tic-tac-toe) a las damas. A continuación, diseñan su propio plan de juego usando nada más que una lista de reglas de aquellos juegos que jugaron de antemano.

Sin embargo, la competencia sigue siendo entre máquinas y humanos. ¿Podría haber otro punto de referencia, independiente, para su inteligencia? Si es así, podríamos comparar las máquinas entre sí con mucha más precisión, así como a nosotros mismos.

Hernández-Orallo decidió idear un test, junto con David Dowe, que se especializa en la teoría de la información y estadística, en la Universidad de Monash en Melbourne, Australia. Buscando inspiración, se dirigieron a una definición matemática de la inteligencia que tiene sus raíces en la década de 1960.

En aquel entonces, el pionero de la IA, Ray Solomonoff, relacionaba la inteligencia con la capacidad de resumir o «comprimir» la información detectando patrones. Esta habilidad permitió una mejor resolución de problemas que el mero uso de ensayo y error. Por ejemplo, frente a las secuencias 10101010101010 ó 1234567, una máquina o persona que se da cuenta que pueden resumirse con la «repetición» de siete veces ’10’ o «cuenta hasta 7» es considerado más inteligente que otro que no lo haya pensado. La compresión también conduce a la capacidad de predecir: una máquina que puede detectar un patrón puede usar esa información para nombrar los dígitos siguientes. Esto se relaciona con el aprendizaje predictivo, básicamente es la capacidad de aprender por observación, generalización y reutilización de patrones.

No es nada nuevo que los patrones de búsqueda están relacionados con la inteligencia. Pero la contribución de Solomonoff fue cuantificar matemáticamente el proceso de aprendizaje predictivo, utilizando un concepto que ahora se conoce como la complejidad de Kolmogorov. La información que puede ser fácilmente resumidas, como las secuencias anteriores, tienen una baja complejidad de Kolmogorov, mientras que una secuencia verdaderamente aleatoria, no se puede resumir en absoluto, entonces tiene una alta complejidad de Kolmogorov. A pesar de las implicaciones para la IA, las ideas de Solomonoff se han mantenido ignoradas hasta finales de la década de 1990, cuando Dowe, y más tarde Hernández-Orallo, empezaron a explorar la conexión entre la compresión y la inteligencia.

En este esfuerzo por estimular la investigación de la IA en esta dirección, en 2006 se creó el Human Knowledge Compression prize, comúnmente conocido como el premio Hutter, donde se recompensa en efectivo a los diseñadores de algoritmos que puedan comprimir un extracto de 100 megabytes de la Wikipedia en partes más pequeñas. Sin embargo, Hutter es el primero en admitir que la compresión por sí sola no puede explicar todos los aspectos de la inteligencia. Para demostrar plenamente sus capacidades, la IA también debe testear la capacidad para utilizar los conocimientos que ha comprimido: debe demostrar que puede tomar decisiones inteligentes y planificar el futuro en base a lo que sabe, aduce. Usted puede pensar que es algo trivial el ser capaz de decidir si tomar un paraguas cuando el cielo se ve amenazante, pero es este tipo de reconocimiento de patrones, lo que también nos permite predecir el movimiennto de un oponente en el ajedrez, por ejemplo, y en última instancia, es lo que nos ha ayudado a ser la especie dominante del planeta.

El diseño de un test práctico que mida estas habilidades matemáticas es tan difícil como suena, pero Hernández-Orallo y Dowe pensaron que sería posible utilizar la complejidad de Kolmogorov para testear la capacidad de toma de decisiones y planificación, así como la compresión.

Tengo una idea de cómo este test podría funcionar probando una versión inicial, a la que llaman «Anytime Intelligence» test. Ya han probado con humanos y máquinas para darle una oportunidad. A pesar de que este «prototipo» es una gran simplificación y todavía no puede considerarse una test universal, que sirve como clara demostración de sus principios (Inteligencia Artificial, DOI: 10.1016/j.artint.2010.09.006).

El test Anytime Intelligence consiste en una serie de tareas interactivas en una pantalla de ordenador. Cada tarea se compone de una hilera de cajas que contienen símbolos. Al principio, sólo hay tres cajas, pero el número se va incrementando en las tareas posteriores. El objetivo es ganar el mayor número posible de «premios» positivos y evitar los negativos. He leído las instrucciones antes, y una IA será programada con estas reglas.

Rutas invisibles

Una vez comenzado el test, podía utilizar mi ratón para mover un símbolo que me representaba a «mi» entre las cajas. Después de cada selección, los otros símbolos de los cajas también se moverían, y eso retroalimentaría que mi elección fue positiva, negativa o neutral. Esto se muestra con una señal en verde, rojo o gris, respectivamente (ver diagrama).

Después de un tiempo, empecé a notar patrones. La clave fue que moviendo ciertas casillas no estaba permitido. Resultó una red invisible de «caminos» que unían unas cajas a otras. Usando estas rutas de acceso se «persigue» a uno de los dos tipos de símbolos que conducen a recompensas positivas, y viceversa para el otro símbolo.

Vale, pero ¿cómo se pone todo esto de manera que mida la inteligencia? Los patrones de rutas y el comportamiento de los otros símbolos dentro de este entorno se pueden expresar como una cadena de bits, que con la complejidad de Kolmogorov se puede estimar. Asi que, tu capacidad para identificar patrones, medida por los premios que ganas, se puede utilizar para calcular una puntuación. En otras palabras, el test resulta matemáticamente capaz de evaluar tu capacidad para detectar, comprimir y reutilizar el conocimiento.

Es más, algunas de las habilidades más específicas pertenecen al software y no dan ventaja alguna a los humanos. Hernández-Orallo y Dowe se percataron que las criaturas usan para navegar entornos espaciales, como nosotros, detectan ciertos patrones con más facilidad que un ordenador: por ejemplo, podríamos estar más inclinados a percibir caminos entre las cajas físicamente adyacentes. Por eso, se aseguraban de que las rutas se generasen aleatoriamente. Por el contrario, un test es sin tiempo, lo que significa la capacidad de una máquina para hacer cálculos rápidos, tampoco se ve favorecida.

Hernández-Orallo, Dowe y su equipo, pidieron a 20 personas que tomaran 20 variantes del test prototipo. También testeamos un algoritmo de aprendizaje de máquina, llamada Q-learning, que fue elegido porque está programado para aprender sobre la base de las recompensas que se le da. Presentaron el experimento en agosto, en la conferencia sobre Inteligencia Artificial General en Mountain View, California.

Los resultados revelaron más acerca de los desafíos que implica la construcción de un test de inteligencia universal que sobre la inteligencia de los participantes. El algoritmo Q-learning tiene de promedio una puntuación ligeramente mejor que la gente. Sin embargo, nadie sugeriría que la inteligencia de Q-learning es superior a la de un humano, dice Hernández-Orallo. «Por lo demás, Q-learning es un sistema bastante estúpido.»

Entonces, ¿cómo hacer un test universal más eficaz? Uno de los primeros pasos sería hacer un test que respondiera al rendimiento individual. El prototipo no se adapta a la inteligencia de una manera fácil de conseguir. Tendría que ser más difícil si alguien sobresale en ello, y más fácil si no lo está haciendo bien. Esto aseguraría que los participantes más inteligentes, como los humanos, hicieran tests más duros, y, en consecuencia, con la oportunidad de brillar. Esto también supondría evitar el aburrimiento por si la prueba es demasiado fácil o difícil, un problema con el tuve que lidiar cuando lo hice.

Permitir que la prueba sea realizada por animales (no hablemos de extraterrestres), la interfaz tendría que ser rediseñada. Podríamos tener problemas para conseguir que un perro se siente ante una pantalla, y no digamos de un delfín operando con el ratón del ordenador. Los psicólogos de animales ya han luchado con este tipo de problemas en el pasado. «Podemos comparar diferentes especies en algunas tareas básicas y comparar el rendimiento», señala Douglas Detterman, de la Case Western Reserve University en Cleveland, Ohio. «El problema es qué tareas deben ser diseñadas para cada especie con el fin de mostrar un rendimiento óptimo. Por ejemplo, ya que no se pueden dar instrucciones por escrito, ¿cómo hacemos que cada animal se acerque a la prueba en igualdad de condiciones?

Hernández-Orallo cuenta con expertos en cognición animal para ayudar con estas cuestiones, pero un problema similar, podría ocurrir incluso con las máquinas: diferentes algoritmos pueden responder de manera distinta a las mismas instrucciones programadas, lo que no necesariamente valoraría su inteligencia.

«Espero que se lleve algún esfuerzo de investigación hasta que estas cosas se resuelvan», apunta Tom Schaul, investigador de IA en la Universidad de Lugano en Suiza, que está trabajando en un test general rival para las máquinas. Él cree que podría diseñar un algoritmo que mejorara el test en la realización de otras tareas. Sin embargo, también piensa que Hernández-Orallo y Dowe están en el camino correcto. «Lo que más me gustó es que se lograsen realizar un test que no prefiera a los agentes humanos por encima de los artificiales o viceversa», añadió. «Para el futuro de la IA es crucial» un test formal, testeable y completamente general de la inteligencia.

Si funciona, las implicaciones y beneficios de un test auténticamente universal sería de gran alcance. «Entender qué es la inteligencia, no se puede separar del problema de cómo la inteligencia se puede medir», indicó Hernández-Orallo, de igual manera que la energía, la distancia y la velocidad sólo se pueden entender a través de nuestra habilidad para medirlas cuantitativamente. Él dice que nuestra actual incapacidad de cuantificar la inteligencia en un sentido general, fuera de la especie humana, es un problema importante, relegándola a una idea filosófica, más que científica.

Inteligencias varias

Ciertamente hay un potencial para el descubrimiento si somos capaces de ver más allá de nuestro punto vista de la inteligencia centrado en lo humano. Los investigadores ya han descubierto la inteligencia en seres inesperados, como los mohos del cieno que viven en el estiércol, los cuales demuestran una sorprendente capacidad para navegar por laberintos. Cefalópodos, también calamares, pulpos, etc., tienen una destreza mental que sólo recientemente ha sido debidamente apreciada.

¿Quién sabe qué otras sorpresas podemos encontrar en la Tierra, por no mencionar el espacio, si pudiéramos diseñar un test capaz de evaluar sufientemente a otros seres? «Explorar la inteligencia a través del caso especial de la inteligencia humana es un serio error», opina Blay Whitby, filósofo de la Universidad de Sussex en Brighton, Reino Unido, especializado en la IA. «Si relajamos ese requisito de que ha de ser como la nuestra, podríamos ver mucho más tipos de inteligencia.»

Tal vez podríamos mostrar un poco más de aprecio por la IA que hemos creado aquí en la Tierra, desde los sofisticados algoritmos de búsqueda que nos permite navegar por la web hasta los programas que tienen tanta influencia sobre los mercados de valores. «Una vez que se cae el requisito antropocéntrico, la Inteligencia Artificial parece mucho más impresionante», declara Whitby.

Pensando en todo esto, recuerdo que mi primer intento con el test de Hernández-Orallo: La verdad es que he encontrado todas esas cajas coloreadas tan confusas y frustrantes que simplemente me rendí. Dudo que una máquina hiciera lo mismo. Lo deficiente que la inteligencia humana puede llegar a ser nunca ha sido tan evidente.

  • Referencia: NewScientist.com, 13 de septiembre 2011 por Celeste Biever
  • Infografía: New Scientist
  • Image gorila: Gary Vestal/Photographer’s Choice/Getty
  • Traducido por Pedro Donaire
  • http://bitnavegante.blogspot.com/2011/09/el-test-de-inteligencia-universal-como.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+bitnavegante+%28BitNavegantes%29&utm_content=Google+Reader&utm_term=Google+Reader

Mercurio en alimentos

Una de las formas más tóxicas, el metilmercurio, se acumula en grandes depredadores marítimos como el tiburón o el pez espada

El mercurio está presente en el medio ambiente de manera natural, fruto de la erosión de las rocas que lo contienen o de los residuos que generan las erosiones volcánicas. La actividad humana también puede aumentar su cantidad y elevar el riesgo de contaminación (combustión de petróleo y carbón, elaboración de cemento o extracción de oro). El mercurio adquiere distintas formas, como la orgánica denominada metilmercurio, la más peligrosa, que se detecta sobre todo en los grandes depredadores como el tiburón o el pez espada. La exposición a este compuesto a través del pescado no supone un riesgo para la salud, ya que los niveles son inferiores a los considerados como seguros, aunque ciertos grupos de población deben tomar medidas de prevención.

  • Por NATÀLIA GIMFERRER MORATÓ
  • 12 de septiembre de 2011

– Imagen: FreeCat

El pescado, el marisco y los moluscos son la principal fuente de mercurio. Las grandes concentraciones de metilmercurio se encuentran en los depredadores más grandes como el tiburón, atún o pez espada. Por el contrario, otros con menor cantidad de mercurio son los camarones, el bagre o el salmón. En la carne y la fruta también se pueden detectar concentraciones de mercurio, aunque en su forma inorgánica, en menor medida y menos tóxica.

En 2003, la Comisión Europea evaluó la exposición al metilmercurio de la población europea. Tras la revisión, constató que el consumo medio diario variaba entre los 10 gramos por persona en los Países Bajos y los 80 gramos contabilizados en Noruega. Las diferencias de consumo entre los países europeos se deben a las distintas tendencias de consumo: en el sur de Europa se ingieren especies marinas distintas a las consumidas en el norte, como el atún o el pez espada, un hábito que aumenta de forma indirecta la ingesta de mercurio de los consumidores.

Grupos más vulnerables

La exposición a metilmercurio a través de la dieta es inferior a la ingesta diaria admisible

Según los estudios diseñados de forma específica para establecer la ingesta de contaminantes en la dieta típica de un consumidor base, comer pescado no supone un riesgo para la salud, respecto a la presencia de metilmercurio, ya que la exposición a este compuesto es inferior a la ingesta diaria admisible otorgada por el Comité Mixto de la FAO y la OMS.

Sí hay dos grupos más vulnerables de riesgo que se acercan o superan un poco los niveles de seguridad toxicológica, como los niños y las mujeres embarazadas, para quienes se han establecido algunas recomendaciones, como evitar el consumo de los grandes depredadores, como el atún, tiburón y pez espada, durante esta etapa.

Niveles seguros

El Comité Mixto OMS/FAO de Expertos en Aditivos Alimentarios ha evaluado en varias ocasiones la presencia de mercurio en los alimentos. La última de ellas establece una ingesta diaria semanal tolerable de mercurio de 5 microgramos/kg de peso corporal. De ellos, un máximo de 1,6 microgramos/kg corresponden al metilmercurio. Esta ingesta se calculó a partir de la ausencia de efectos secundarios en el desarrollo mental de los niños de cuatro a siete años y de madres procedentes de las islas Feroe y Seychelles, cuya dieta está basada sobre todo en pescado con riesgo de elevadas concentraciones de mercurio.

La Comisión Europea pidió meses más tarde a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estudiar de nuevo estas evaluaciones del riesgo en los consumidores y hacer hincapié en la necesidad de obtener datos más precisos en las mujeres en edad de procrear. La Comisión aconseja también que las autoridades nacionales establezcan recomendaciones de consumo de pescado en los grupos de población más vulnerables, no solo mujeres embarazadas, sino recién nacidos y niños de temprana edad.

EFECTOS TÓXICOS

El metilmercurio es la forma más toxica de mercurio que absorben los organismos vivos. Se deposita en lagos y ríos, se ingiere por el fitoplancton, pasa al zooplancton y se acumula en los peces, sobre todo en las especies que gozan de una larga vida, como el tiburón, el pez espada, grandes atunes o caballas. En altas dosis, el metilmercurio puede ser muy tóxico para el sistema nervioso, sobre todo para el cerebro en desarrollo, cuya sensibilidad a los efectos del metilmercurio es más extrema. También puede provocar problemas conductuales de carácter leve, alteraciones del lenguaje, pérdidas de memoria y hasta retrasos en el desarrollo general.

Según la Organización Mundial de la Salud, el metilmercurio es uno de los seis compuestos químicos más peligrosos detectados en el medio ambiente. En un adulto, la intoxicación por metilmercurio se caracteriza por la degeneración focal de las neuronas, un desgaste de las mismas que puede causar graves problemas de memoria, temblores o disturbios sensoriales, entre otros. En el feto, los efectos suelen ser mucho más graves ya que son más susceptibles al químico: pueden suponer un retraso leve en el desarrollo, una parálisis cerebral severa o, incluso, provocar su muerte.

De acuerdo con los datos ofrecidos por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), hay evidencias de que la exposición al metilmercurio puede causar esta enfermedad. Según los expertos, este compuesto es un posible carcinógeno para el ser humano.

http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/ciencia-y-tecnologia/2011/09/12/203056.php

El agujero negro más masivo del Universo cercano

Un agujero negro en el centro de la galaxia elíptica M87, en el gigantesco cúmulo de Virgo, a cincuenta millones de años-luz de distancia. Allí se halla el más masivo de los agujeros negros conocidos, con una medida exacta de su masa, unos 6,600 mil millones de masas solares. Órbita alrededor de una galaxia con una población anormalmente grande de cúmulos globulares, unos 12.000, en comparación a los 150 ó 200 cúmulos globulares que orbitan la Vía Láctea.

Utilizando el Frederick C. Gillett de Gemini Telescopio de Mauna Kea, Hawai, un equipo de astrónomos han calculado la masa de este agujero negro, que es mucho más grande que el que tenemos en el centro de la Vía Láctea, de alrededor de 4 millones de masas solares. El horizonte de eventos del agujero negro, de unos 20 mil millones kilómetros de diámetro «se podría tragar todo nuestro sistema solar».

A fin de calcular la masa del agujero negro, los astrónomos midieron la velocidad de las estrellas que circundan la órbita del agujero negro. y descubrieron que, de media, la estrellas lo órbitan a una velocidad de casi 500 km/s (en comparación, el Sol gira alrededor del agujero negro del centro de la Vía Láctea, a unos 220 km/s). A partir de estas observaciones, pudieron llegar a una estimación más precisa de la masa. El equipo supone que este agujero negro de la M87 ha podido llegar a tan enorme tamaño debido a la fusión con varios agujeros negros. La M87 es la más grande, la más masiva de las galaxias del universo cercano, y se cree que se ha formado tras la fusión de aproximadamente 100 galaxias más pequeñas. Dado el gran tamaño del agujero negro de la M87 y su relativa proximidad, los astrónomos creen que podría ser el primer agujero negro que, de manera efectiva, se podría «ver».

En futuros cálculos se quiere intentar calcular el tamaño de otro agujero negro con una masa estamada de, más o menos, 18 mil millones de masas solares, localizado en una galaxia a unos 3,5 mil millones de años luz de distancia.

  • Referencia: DailyGalaxy.com, 16 de septiembre 2011
  • Imagen: DailyGalaxy.com
  • Traducido por Pedro Donaire
  • http://bitnavegante.blogspot.com/2011/09/el-agujero-negro-mas-masivo-del.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+bitnavegante+%28BitNavegantes%29&utm_content=Google+Reader&utm_term=Google+Reader

Una bacteria oceánica hasta ahora desconocida obliga a reconsiderar varias teorías científicas

Las bacterias más exitosas de la Tierra se encuentran en los océanos y pertenecen al grupo SAR11. En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia) dan una explicación de su éxito y, al mismo tiempo, ponen en cuestión teorías generalmente aceptadas sobre estas bacterias. En su análisis, también han identificado a un pariente hasta ahora desconocido de las mitocondrias, los motores de las células. Los hallazgos han sido publicados en dos artículos en las revistas «Molecular Biology and Evolution» y «PLoS».

«Las enormes cantidades de información sobre el ADN que actualmente se producen a partir de los océanos nos dan una idea de un mundo que nunca ha podido ser estudiado antes. Es increíblemente fascinante buscar respuestas a las preguntas fundamentales de la vida en estos datos», dice Siv Andersson, profesor de Evolución Molecular y autor principal del estudio.

Las bacterias que pertenecen al grupo SAR11 constituyen un 30%-40% de todas las células de las bacterias en los océanos y, por lo tanto, desempeñan un papel considerable en el ciclo global del carbono. En ninguna otra parte estas bacterias son tan comunes. El mar abierto es pobre en nutrientes y las bacterias SAR11 tienen un volumen muy pequeño de células con el fin de maximizar la concentración de nutrientes en las células. Sus genomas son pequeños, y constan de menos de 1,5 millones de bloques de construcción.

De acuerdo con investigaciones previas, están relacionadas con un grupo igualmente especializado de bacterias que incluye la bacteria del tifus. Estas bacterias también tienen genomas pequeños, pero se han adaptado a los seres humanos, animales e insectos. Sin embargo, el análisis avanzado de las relaciones evolutivas realizado por los investigadores de Uppsala contradice estas conclusiones, indicando en su lugar que las bacterias SAR11 han evolucionado a partir de los océanos y de las bacterias que habitan la tierra, con genomas que son de tres a diez veces mayores.

Pero, a diferencia de sus parientes más cercanos, a las bacterias SAR11 les faltan genes que se cree que son importantes en la reparación de daños en el ADN. Esto también podría explicar por qué han tenido tanto éxito. «La pérdida de genes significa que las bacterias pueden intercambiar genes con más facilidad entre sí, y los genes beneficiosos pueden propagarse rápidamente en los océanos como una adaptación a los cambios en el contenido de nutrientes, la temperatura y la radiación UV», dice Johan Viklund, un estudiante de doctorado en el Departamento de Evolución Molecular.

Indagando en los datos producidos por los estudios internacionales en curso sobre el ADN de todas las bacterias en los océanos, los científicos de Uppsala también han encontrado secuencias de ADN de de las proteínas que participan en la respiración celular, cuando el azúcar se descompone en dióxido de carbono y agua. Al comparar éstas con las proteínas correspondientes para la respiración celular en las mitocondrias de los seres humanos, animales e insectos, los investigadores lograron identificar a un grupo raro, hasta ahora desconocido, de bacterias.

«Estas bacterias son muy similares a las mitocondrias. Nuestros resultados indican que el origen de las mitocondrias podría estar en los océanos, pero los parientes más cercanos no están relacionados con el grupo SAR11 como se pensaba anteriormente», dijo Thijs Ettema, un becario postdoctoral del equipo.

Fuente: https://selenitaconsciente.com

La Ciber Guerra se añade al Tratado de Defensa Anzus entre EEUU y Australia

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Hace sesenta años, Australia, Estados Unidos y Nueva Zelandia firmaron un acuerdo militar después de la Segunda Guerra Mundial. Esta semana, los ataques informáticos por un enemigo se han añadido al Tratado ANZUS. La adición de la «ciber guerra» en el acuerdo fue anunciada en la reunión anual de Australia y Estados Unidos para las consultas ministeriales, que se celebra este año en San Francisco, California.

Los acuerdos de defensa entre Washington y Wellington se congelaron en la década de 1980 después de que Nueva Zelanda prohibiera las visitas de buques de guerra de propulsión nuclear o con armas nucleares.

El tratado original fue firmado en San Francisco el 1 de septiembre de 1951. Consolidó a los firmantes a trabajar juntos si se produjera un ataque armado en cualquiera de los otros países en la zona del Pacífico. Ahora el gobierno australiano y el gobierno de EEUU han llegado a un acuerdo en el que un ataque cibernético en cualquiera de los dos países daría lugar a una respuesta conjunta en virtud del Tratado ANZUS. Esto significa que los dos países evaluarán la amenaza de ciber guerra y determinarán qué medidas tomar en conjunto.

El ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Kevin Rudd, dijo que la ciber guerra mundial ya ha afectado a empresas en el país y advirtió que un ataque más grande «tendría repercusiones en todo el mundo». «Un ataque cibernético puede paralizar una economía durante horas y durante días», dijo Rudd. «Que no haya duda, los ataques cibernéticos no sólo atacan a los gobiernos, pueden paralizar los negocios.» Las autoridades dijeron que era la primera vez que Estados Unidos se ha ocupado de la ciber guerra en un tratado bilateral de defensa, a pesar de que ya la alianza de la OTAN ha hablado de la ciber guerra anteriormente.
Fuente: http://www.laproximaguerra.com/2011/09/la-ciber-guerra-se-anade-al-tratado-de.html#ixzz1Y9Nz5js1

Descifran los enigmas del “genoma oscuro”

Hay un desconocido en el ADN. Los genes, que se consideran las instrucciones de funcionamiento del organismo, solo representan el 5% del ADN humano. Del 95% restante no se sabe casi nada. Sin embargo, los científicos están descubriendo que este mal llamado ADN basura juega un papel en muchas de las características de un ser vivo.
La semana pasada se hizo público el primer compuesto (la enoxacina) que inhibe el crecimiento de un tumor (en células y en ratones) actuando sobre este genoma oscuro. El descubrimiento se debe al equipo de Manel Esteller, director del programa de epigenética y biología del cáncer del Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge (Idibell).
Otra condición sobre la que actúa ese ADN oscuro es el albinismo. Una persona albina tiene mutaciones en un conjunto de 14 genes, que inducen a cambios en su pigmentación. Sin embargo, en una clase de albinismo, esta condición se da sin ninguna mutación en el gen correspondiente. En estos casos, «los cambios se producen justamente en partes de ese 95% de ADN intergénico», explica Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnologia (CNB-CSIC) en Madrid y autor del descubrimiento. Se trata, en concreto, del albinismo oculocutáneo de tipo 1, que está asociado a una mutación del gen tirosinasa, que sintetiza la melanina. Pero el 25% de las personas con esta condición no tienen mutaciones en este gen, sino en su ADN oscuro.
AGENTE SECRETO / El ADN oscuro ha revelado su papel en otros muchos fenómenos. Su acción afecta al funcionamiento del cromosoma X en las mujeres, influye en la forma de la mano y se ha relacionado con el alzhéimer, la esclerosis múltiple y un tipo de sordera. «El ADN intergénico podría ser lo que nos hace distintos unos de otros», observa Montoliu. Por muchas variaciones que haya en el 5% de ADN que se corresponde a los genes, las diferencias en el 95% restante podrían ser más importantes. Incluso la diferencia entre especies podría radicar en allí. «Un ser humano tiene muchos menos genes que una planta de arroz, pero es mucho más complejo -observa Esteller-. La explicación de la diferencia debe estar en el ADN oscuro».
«A la luz de los nuevos resultados, tenemos que replantearnos el concepto de gen», afirma Montoliu. Los genes son esas partes del ADN que contienen las instrucciones para que la célula pueda fabricar proteínas. A su vez, las proteínas (como la queratina de la piel o la hemoglobina de la sangre) actúan en casi todos los procesos de la vida. Sin embargo, el ADN no es la simple secuencia de estas instrucciones. «Si cada gen es una palabra, en el libro del ADN hay muy pocas palabras con sentido, separadas por muchísimas más secuencias de letras sin sentido», explica gráficamente Juan Valcárcel, investigador del Centre de Regulació Genòmica (CRG) de Barcelona.
PALABRAS SIN SENTIDO / Ahora, los científicos empiezan a entender estas palabras sin sentido: creen que su acción principal es regular la expresión de los genes. Aunque no produzcan proteínas, generan otras moléculas que impiden o impulsan la acción de los genes. El fármaco estudiado por Esteller aumenta la producción de una de estas moléculas, que a su vez reprime la acción de un gen, que favorece las metástasis. «Cada tres meses se descubre una de estas moléculas: el sector está que arde», dice.
La acción de un gen está condicionada por porciones de ADN oscuro que no forman parte de él. «Los genes nos dicen la calle, el número, el piso y la puerta de un fenómeno biológico. Por el contrario, el ADN oscuro explica cómo es su barrio: los parques, tiendas, escuelas y demás servicios: conocer el barrio es más importante que fijarse en el piso en sí», concluye Montoliu.

Fuente: http://malditaciencia.blogspot.com/

Descubren misteriosas “Líneas de Nazca” en Medio Oriente

Descubren misteriosos geoglifos en Medio Oriente, similares a las Líneas de Nazca, que solo pueden captarse por vía aérea; las figuras trazadas se extienden desde Siria hasta Arabia Saudita.

Una serie de geoglifos que se extienden a lo largo de una enorme distancia, desde Siria hasta Arabia Saudita, han sido por primera vez estudiados. Pese a que un piloto británico los había detectado ya en 1927, los geoglifos permanecían virtualmente desconocidos hasta que el investigador australiano David Kennedy utilizó imágenes satelitales para dimensionar la escala de estos trazos telúricos.

Se cree que hay miles de estas misteriosas ruedas que forman esta versión oriental de las famosas Líneas de Nazca. Sin embargo, a diferencia de las peruanas, las ruedas no parecen estar alineadas con las estrellas y por el momento no se sabe cuál era su función o su contexto simbólico.

“En Jordania existen construcciones en piedra mucho más numerosas que las Líneas de Nazca, con un área mucho más extensa, y más lejos”, dijo David Kennedy, profesor de historia antigua en la Universidad de Australia Occidental. “La gente probablemente ha caminado sobre ellas, pasó junto a ellas, durante siglos, milenios, sin tener una idea clara de lo que eran”.

Los beduinos de la zona los llaman las “obras de los viejos”. Se cree que los trazos datan de al menos 2 mil años.

 

 

Científicos pueden hacerte mentir utilizando un campo magnético

Influyendo en tu cerebro por medio de electromagnetismo, científicos pueden inducirte para que mientas o para que digas la verdad.

La mentira y la verdad, más allá de referencias morales o éticas, representan arquetipos conductuales del ser humano. La permanente “necesidad” de ir tomando decisiones, miles de ellas, a lo largo del camino, se manifiesta también en la disyuntiva entre decir o no la “verdad”. Estudios dedicados a analizar la actividad en el cerebro han detectado que cuando una persona miente diversas regiones de dicho órgano se activan. Sin embargo, aún no conocen con precisión los puntos directamente vinculados con el acto de mentir.

Tomando en cuenta lo anterior, los investigadores Inga Karton y Talis Bachmann se propusieron estimular todas las regiones que se activan cuando una persona miente: “Si manipulas el estado o actividad de una cierta área a través de estimulación transcraneal, podrías estar influyendo en su propensión a mentir, lo cual nos acercaría a develar los mecanismos que involucra el acto de mentir”.

Una vez acuñada la hipótesis, los investigadores procedieron a realizar un extravagante experimento. Los voluntarios fueron sometidos a un proceso de estimulación transcraneal magnética (TMS), durante el cual se utiliza inducción electromagnética para generar un campo magnético capaz de polarizar neuronas específicas y así incrementar o disminuir la actividad de ciertas regiones del cerebro.

Posteriormente le mostraron a los sujetos de estudio un disco coloreado en la pantalla de una computadora. Y cada voluntario tenía la posibilidad de mentir o responder con la verdad. Los resultados fueron sorprendentes: “Confirmamos que cuando los sujetos de estudio podían responder o no, a voluntad, sobre el color de las figuras, la tendencia a mantenerse en respuestas verdaderas puede ser manipulada por una estimulación dirigida a la corteza dorsolateral prefrontal. La estimulación del hemisferio derecho desalienta la mentira, mientras que la estimulación del izquierdo aumenta la propensión a mentir. La elección espontánea de mentir o decir la verdad puede influenciarse a través de estimulación cerebral”.

Sin duda este exitoso experimento enriquecerá el análisis neurocognitivo de esta disyuntiva actividad que todas las personas ejercemos a diario. Lo único que no queda claro es si la CIA financió parcialmente la investigación y en unas pocas semanas estrenarán el nuevo gadget en sus lúgubres salas de interrogación. Pero esa es ya otra historia.

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http://pijamasurf.com/2011/09/cientificos-pueden-hacerte-mentir-utilizando-un-campo-magnetico/