Me pasaba el día sometiendolos a las condiciones de secado, de temperaturas extremas, tanto de frio como calor…tenían una asombrosa facilidad para la supervivencia. Una vez completamente seco el porta, al cabo de unas horas añadia agua…los ositos en breves instantes volvian a moverse. He llegado a envasarlos al vacio y congelarlos…despiertan perfectos.
Estos pequeños animales fueron descubiertos por Johann August Ephraim Goeze, un zoólogo acuático, en 1773. Más de 900 especies de osos de agua se han encontrado en todo el mundo – desde las montañas del Himalaya (en alturas de más de 7000 metros) hasta zonas del profundo océano (6000 metros bajo el nivel del mar). A mediados de siglo XX, un científico holandés añadió agua a algunos tardígrados secos que estaban sobre la hoja de un helecho que llevaba seca en un museo desde el siglo XVII y, tras 120 años, se despertaron y continuaron su vida normalmente.
Su tamaño oscila entre 0.1mm hasta 1.5mm, se pueden encontrar en todas partes – de hecho, hay probablemente cientos a pocos metros de donde tú estás. – Lo increíble acerca de estas pequeñas criaturas es lo resistentes que son a casi todo. Pueden estar en el espacio, en las caliente fosas volcánicas oceánicas, o en las frías aguas de los polos – no importa donde estén, que van a sobrevivir.
Más exactamente, pueden sobrevivir en ambientes con temperaturas extremadamente bajas, hasta los -272º C y altas, hasta los 151º C. Tambien pueden sobrevivir sin tener contacto alguno con agua durante cientos de años, y a unas 80 veces más radiación que los humanos.
Habitan en lugares húmedos. Se conocen más de 750 especies de tardígrados y son especialmente abundantes en la película de humedad que recubre musgos y helechos. Estos seres de ocho patas están extendidos por todo el mundo, desde las cumbres del Himalaya a las profundidades oceánicas, y desde las regiones polares a las ecuatoriales.
Pruebas de laboratorio atestiguaban que son capaces de sobrevivir incluso a temperatura superiores al punto de ebullición del agua. Aunque no se sabe exactamente por qué estos seres son capaces de resistir tanto. Por eso se pensó en hacer una prueba de supervivencia con un grupo de tardígrados en el vacío espacial. Se expuso a unos grupos de estos seres a diversas condiciones espaciales en una órbita baja durante 10 días seguidos. Se pretendía contabilizar cuántos de estos seres sobrevivía a la experiencia. La idea era saber cómo conseguían resistir y usar esta información para eventualmente proteger a los astronautas en misiones de larga duración.
K. Ingemar Jönsson de la Universidad Kristianstad (Suecia) y sus colaboradores desecaron unos pocos cientos de ejemplares de tardígrados de dos especies distintas (Richtersius coronifer y Milnesium tardigradum) así como algunos huevos y los enviaron al espacio en la misión de la ESA Foton M3 a bordo de una sonda rusa no tripulada en septiembre de 2007. Dividieron cada conjunto en varios subgrupos. A unos se les dio protección frente a la radiación ultravioleta solar de tipo A, B o C y al resto no. Ambos fueron sometidos al vacío (casi perfecto) espacial. La misión se realizó a 258 km de la superficie terrestre, altura a la cual la cantidad de radiación UV que se recibe es 1000 veces la recibida en en el suelo. En tierra quedó un grupo de control para poder hacer la comparación estadística necesaria posterior.
Al final de la misión recuperaron a los pequeños «astronautas» y los rehidrataron. Los individuos que fueron protegidos sólo de la radiación UV revivieron muy bien al viaje, llevando una vida posterior normal. Sin embargo, los que fueron sometidos además a la radiación no lo llevaron tan bien. Aunque resucitaron y se reprodujeron bien, el porcentaje de los que sobrevivieron después de unos pocos días fue de un 10% o 15% para los sometidos a UV-A y UV-B, cayendo a cero para los sometidos a UV-A, UV-B y UV-C. Sin embargo, la descendencia a la que dieron lugar fue normal. Ninguno de los huevos que fueron expuestos a la radiación fue viable. Hasta ahora sólo para algunos líquenes y bacterias se había comprobado que podían sobrevivir simultáneamente al vacío a la radiación.
No se sabe muy bien cómo logran los tardígrados esta supervivencia. Algunos especialistas especulan que estos invertebrados podrían haber desarrollado algún mecanismo de reparación de ADN o que la cutícula que les recubre les proteje de la radiación de alguna manera.
Jönsson especula que quizás puedan sobrevivir años a las condiciones espaciales si se les protege de la luz solar. Sin embargo la eyección en rocas y su supervivencia a la reentrada en otro planeta (hipótesis de panspermia) es algo que permanece sin contestar. En todo caso necesitan de unas condiciones benignas para poder reproducirse. Según Jönsson es importante comprender cómo los organismos, incluidos los humanos, pueden ser protegidos de las condiciones del espacio.
Aunque es fácil proteger el interior de una cápsula espacial a los rayos ultravioletas no es fácil hacerlo frente a otro tipo de radiaciones ionizantes que causan mutaciones en el ADN como los rayos X, gamma y las partículas cargadas (principalmente protones a alta velocidad).
Uno de los grandes problemas de un viaje a Marte es la supervivencia de los astronautas a la radiación. Aunque en la estación espacial pueden permanecer muchos meses sin demasiados problemas no lo podrían hacer en una nave espacial de camino a Marte con la actual tecnología. La estación espacial está en una órbita baja y disfruta de la protección de la magnetosfera terrestre frente a las partículas cargadas del viento solar. Una nave a Marte (o hacia cualquier otro destino lejano) estaría desprotegida frente a esta y otras radiaciones, sobre todo de la terrible radiación de todo tipo emanada durante las tormentas solares.