El diagnóstico de millones de niños con TDAH, a fin de medicarlos con estimulantes y otras sustancias psicoactivas es una tragedia americana, y en su extensión, puede convertirse en una catástrofe mundial. Nunca antes en la historia de una sociedad se ha enfrentado el problema de unos niños con drogas y al mismo tiempo se dejan de cumplir con las necesidades propias del hogar, la escuela y la sociedad. El científico ético o el médico, el padre preocupado o el maestro, ya pueden sentirse tristes y atónitos, porque hemos permitido que los intereses de poderosos grupos de presión puedan anular por completo los intereses de nuestros hijos.
Para empeorar aún más las cosas, el 16 de octubre del corriente, la Academia Americana de Pediatría hizo caso omiso de la FDA, y recomienda que los niños de incluso cuatro años puedan ser diagnosticados con TDAH, y así poder darles el psicoestimulante metilfenidato (por ejemplo, Ritalin, Metadate, Focalin, Daytrana y Concerta).
La literatura científica actual demuestra que el 50 por ciento o más de los niños, cuando se les da Ritalin, Focalin, Dexedrine, Adderall y otros estimulantes, se convertirán claramente en niños deprimidos, letárgicos, llorones, pero más manejables. Por otra parte, se ha demostrado una y otra vez que los estimulantes atrofian su crecimiento. Habría que añadir que, los estudios muestran que los estimulantes cambiarán permanentemente la química de su cerebro, cuasando una contracción del tejido cerebral, y predisponiendo a los niños a una posible adicción a la cocaína en la edad adulta, los estigmatizan con un diagnóstico falso y los empujan a convertirse en consumidores permanentes de drogas psiquiátricas.
Esta aprobación para drogar a niños tan pequeños por parte de la Academia Americana de Pediatría es una barbaridad. Aunque esté centrado en el TDAH y los estimulantes, este apoyo abrirá las puertas a todas las drogas psiquiátricas. A los niños llorones que tengan reacciones adversas a los estimulantes se les añadirá un antidepresivo a su dosis de droga diaria. Cuando algunos de ellos estén sobreestimulados, se añadirán también al régimen los sedantes. Si alguno desarrolla alucinaciones y delirios inducidos por las drogas, o manías, se sumarán los estabilizadores del ánimo y los antipsicóticos.
Estas nuevas directrices fomentarán que los prescriptores lancen al viento su precaución con los niños, y se abrirá la caja de Pandora para la intervención farmacológica con los niños. Muchos niños pequeños tendrán sus cerebros inundados con poderosos y a menudo tóxicos productos químicos, en los primeros años de su desarrollo del sistema nervioso central.
Las cuestiones científicas son bastante simples. En primer lugar, el TDAH no es un síndrome médico válido. Sus tres principales criterios (hiperactividad, impulsividad y falta de atención) nunca podrían llegar a ser un síndrome válido. Lo que representan no es más que una evaluación superficial de conductas externas que tienden a interrumpir las clases o que requieren atención en el hogar. Las causas de estos comportamientos son infinitas, desde clases aburridas y maestros sobreestresados hasta hogares caóticos y padres estresados, desde niños que carecen de disciplina hasta los que tienen una euforia admirable.
La mayoría de los niños que exhiben estos comportamientos, responderían apropiadamente a un contexto educativo o establecimiento hogareño donde se proporcionara una mezcla adecuada de disciplina y crianza. Otros, más raramente, necesitan una atención especial a sus necesidades físicas, ya que pueden estar desnutridos, sufrir de lesiones en la cabeza (crecen en número las conmociones cerebrales debidas a los deportes), o luchando con una enfermedad física como la diabetes. Otros son víctimas de maltrato en el hogar o en la escuela (incluyendo el creciente problema del acoso intimidatorio [bullying]). Pero la gran mayoría de estos niños son absolutamente normales. Todo lo que necesitan es mejorar la atención del adulto tanto en el hogar como en la escuela.
En segundo lugar, las drogas estimulantes, simplemente aplastan la conducta espontánea. Innumerables estudios científicos demuestran sin lugar a dudas, que los estimulantes reducen el comportamiento autónomo y espontáneo en los animales y de los niños. También refuerzan el comportamiento obsesivo. El resultado es un niño más controlado y menos problemático, pero el coste es la supresión de su niñez.
Y aún hay un coste potencial mayor, ya que estos fármacos inhiben ciertas funciones del cerebro, pueden originar un desequilibrio bioquímico ulterior, que a veces produce la atrofia del cerebro y predisponer al niño a una adicción a la cocaína en época posteriores en su vida, todo ello está claramente demostrado en estudios científicos (Revisado en Peter Breggin, Brain-Disabling Treatments in Psychiatry, Second Edition, New York: Springer Publishing Company. Chapter 11, «Stimulant-Induced Brain Damage, Brain Dysfunction and Psychiatric Adverse Reactions,» 2008).
En pocas palabras, en lugar de satisfacer las necesidades normales de nuestros hijos les están suprimiendo con las drogas. Por supuesto que un padre o un maestro, en promedio, no tienen ni idea de que un tratamiento médico así es, en realidad, una forma de maltrato infantil médico. El padre o el maestro ven a un niño más manejable, y se supone que esto es lo mejor para todos. En realidad, el padre y el maestro han sido privados de aprender cómo asumir, verdaderamente, la responsabilidad educacional respecto al niño. Y el niño se ve privado del proceso de aprendizaje más importante de la infancia: aprender a crecer con una responsabilidad personal y auto-dirigida. En cambio, al niño se le enseña a pensar, «tengo TDAH», y «necesito una pastilla que me ayude a controlarme a mí mismo.»
Junto con muchos otros científicos interesados, médicos y educadores, he publicado muchos libros y artículos científicos sobre este tema. Las observaciones científicas de este breve comentario están documentadas con cientos de citas científicas en mi libro: Breggin, Peter. (2008). Brain-Disabling Treatments in Psychiatry, Second Edition. New York: Springer Publishing Company.
Capítulo 10: From Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder (ADHD) to Bipolar Disorders: Diagnosing America’s Children, pp. 253-282.
Capítulo 11: Stimulant-Induced Brain Damage, Brain Dysfunction and Psychiatric Adverse Reactions, pp. 283-316
- Referencia: Huffingtonpost.com, por Dr. Peter Breggin, 25 octubre 2011
- Autor: El Dr. Peter Breggin es psiquiatra, con consulta privada en Ithaca, Nueva York, y autor de decenas de artículos científicos y más de veinte libros. Es director del Centro de Estudio de Terapia Empática, para la Educación y la Vida, que llevará a cabo su conferencia anual en abril, los días 13 al 15 de 2012 en Syracuse, Nueva York.
- Traducido por Pedro Donaire
- http://bitnavegante.blogspot.com/2011/10/el-diagnostico-y-las-drogas-los-ninos.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+bitnavegante+%28BitNavegantes%29&utm_content=Google+Reader&utm_term=Google+Reader