No es noticia que los tomates que se venden en tiendas en su mayoría son insípidos. Y es rara la noticia de que los trabajadores del campo, a menudo tienen que vivir y trabajar en condiciones terribles. El autor del libro Tomatoland: cómo la agricultura industrial moderna ha destruido nuestra fruta más apetecible, Barry Estabrook, es un fascinante narrador del siglo XXI que nos recuerda a Dickens. Tomatoland, es un lugar de codicia y crueldad que apenas es creíble en el año 2011. Pero esto no es ficción.
Estabrook, un periodista de investigación sobre alimentos que ha escrito para periódicos y revistas, incluyendo a Gourmet y el New York Times Magazine, se inspiró para escribir Tomatoland debido a dos preguntas que se hizo. Uno, ¿Por qué la agroindustria moderna no puede (o no quiere) entregar un tomate con gusto decente? Y dos, ¿por qué el tomate de hoy no es tan nutritivo como el tomate cultivado en los años 60? Según el departamento de agricultura de Estados Unidos, 100 gramos de tomate fresco, tiene hoy un 30% menos de vitamina C, 30% menos de tiamina, 19% menos de niacina y 62% menos de calcio que el fruto de la década de 1960. Un nutriente que el tomate de hoy tiene en gran proporción es 14 veces más sodio.
Tras un breve viaje a Perú para encontrar tomates silvestres que crecen en una ladera, Estabrook viaja a los campos de tomate en el suroeste de la Florida, cerca de Immokalee, para ver cómo se cultivan los tomates. Tomatoland es un libro muy interesante. Héroes y villanos están vivos en los ámbitos de la agroindustria del tomate en Florida. Los principales villanos incluyen a Ag Mart Produce Inc.; el Comité de Tomate de Florida; varios capataces, crueles y abusivos y quienes participan en el tráfico de seres humanos.
El libro implica que los capataces reprenden, golpean, castigan y engañan a sus obreros, muchos de ellos no saben hablar o leer en inglés y son obligados a permanecer en los campos, incluso mientras se aplican pesticidas, sin máscaras respiratorias ni ropa apropiada. Las trabajadoras embarazadas deben permanecer y trabajar y estar expuestas a conocidos productos químicos que perturban el desarrollo del feto.
Estabrook describe un conjunto de casos en que tres obreras dieron a luz alrededor de la misma época, mientras trabajaban en los campos de tomate de Ag Mart Produce, Inc., y los tres bebés nacieron con defectos. El abogado Andrew Yaffa, toma el caso de uno de los recién nacidos, Carlitos, que nació sin brazos ni piernas. Tres años después que Yaffa tomó el caso, el equipo legal de Ag Mart negoció un arreglo para que Carlitos tenga el cuidado que necesite para el resto de su vida. Uno de los otros recién nacidos murió pocos días después del nacimiento. El tercer bebé vive con un defecto de mandíbula que puede causarle asfixia porque la lengua se le enrolla hacia atrás y puede atragantarse.
Los trabajadores de los campos de tomate en EE.UU. frecuentemente provienen ilegalmente de otros países, con promesas de viviendas y buenos salarios. Muy a menudo se encuentran con remolques en ruinas y jefes crueles. Los héroes en Tomatoland incluyen a la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CTI) que lucha para poner fin a los abusos a los trabajadores agrícolas, y valientes trabajadores que arriesgan sus vidas para ayudar a sus compañeros de trabajo.
Los tomates de Florida, centro de la historia, son producidos para resistir el viaje del campo al mercado. En tiempos de cosecha, se los recoge verdes, «tomates verdes como de plastilina, tan idénticos el uno con el otro que podrían estar hechos por una máquina». Estabrook, que fue testigo de ver caer tomates desde camiones sobrecargados, escribe «una caída de 3 metros seguida por un impacto con el pavimento a 90 kilómetros por hora no es gran cosa para un tomate moderno de la agroindustria». Al momento de empacar, las cargas de tomates verdes van a los almacenes para un tratamiento de etileno que los vuelve rojos y listos para la venta.
‘Tomatoland’ expone el poder extraordinario que tiene un grupo denominado Comité del Tomate de Florida. La preocupación del Comité es que los tomates tengan una forma uniforme, tamaño y rendimiento; no existe consideración por el sabor del tomate. Además, los reglamentos del Comité, que parece un cartel, prohíbe a los cultivadores del sur de Florida la exportación de muchas antiguas variedades de tomates sabrosos, porque su color y forma no se ajustan a cómo dice el grupo que debería lucir un tomate.
Para cultivar tomates en Florida, se aplican muchos productos químicos durante toda la temporada. En California y Florida se cultiva aproximadamente la misma cantidad de tomates; en Florida, 3,6 millones de kilos de fertilizantes, pesticidas y herbicidas se aplicaron a los tomates cultivados en 2006, en comparación con los 453.000 kilos de productos químicos aplicados en California. El Estado del Sol (Florida), escribe Estabrook, podría ser llamado el «Estado de los pesticidas».
Además de describir los abusos a los trabajadores y de los productos químicos aplicados, Estabrook ofrece historias de éxito de individuos únicos haciendo crecer tomates orgánicos en gran escala. Mientras que éstos ofrecen esperanzas, las penosas imágenes de crueldad en los campos de Immokalee no desaparecen fácilmente. Al leer sobre el cultivo de tomates orgánicos, uno no puede dejar de contrastar estas granjas humanizadas con las granjas donde hay esclavitud, defectos de nacimiento, trabajadores empapados con pesticidas, trabajadores que son encerrados en lugares pequeños como forma de castigo, jefes que engañan a los trabajadores con sus salarios ganados duramente.
El Departamento de Agricultura y Actividades de Consumo de Florida parece tener una displicente supervisión, mientras Estabrook descubre los horrores que suceden en los campos de tomates, de los cuales el consumidor es ignorante. Un tercio de todos los tomates que se venden entre junio y octubre en Estados Unidos vienen de Florida.
Estabrook escribe: «Me reuní con algunos de esos trabajadores a los que había visto doblarse sobre los campos. Sus historias de horror retorcieron mi estómago —una pérdida gastronómica total en el sentido más amplio».
Un viaje del lector a través de Tomatoland demuestra que se trata de una agroindustria triste, infectada de codicia que debe cerrarse para siempre. La Coalición de Trabajadores de Immokalee es un faro gigante de esperanza y un grupo ayudando activamente para poner fin al abuso de trabajadores agrícolas. Y sí, los tomates cultivados orgánicamente, cuidados por productores humanos que tratan a sus trabajadores agrícolas de manera justa y decente, es el camino del futuro.
Reenie Rogers vive en una cabaña en el bosque al norte de Florida. Imparte clases de yoga, realiza talleres a individuos y grupos en limpieza ecológica y vida natural. Su correo electrónico es swanworks1@yahoo.com
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