Según la Lista real sumeria, tras la caída de Akkad los reyes trasladaron la Corte aUruk. Allí se sucedieron cinco reyes durante un periodo de 30 años. Después de eso, hacia el 2200 a. C. la horda qutu (también llamada guti, gutis o gutu) formó una nueva dinastía de 21 reyes.
Existen muchas preguntas sin respuesta acerca de este pueblo de las montañas, cuestiones sobre su origen geográfico, su etnia y su lengua, y aún se discute el papel que jugaron en la caída del Imperio acadio. Se piensa que podrían ser los ancestros de los actuales kurdos.
Estela de Naram-Sin, museo del Louvre
No existen apenas fuentes coetáneas, por lo que su época es una de las más oscuras de la historia de Mesopotamia. Crónicas posteriores describen a los qutu como hombres feroces, que no conocían el temor de los dioses, y los denominan“dragones de la montaña”. Los sumerios los llamaron “serpientes, escorpiones y parodias de hombres”.
Aquellos que no forman parte de la Tierra:
Los qutu, un pueblo sin riendas,
Con mentes de hombres pero sentimientos perrunos
Y rasgos de monos.
Cual pequeñas aves, se abalanzaron sobre la tierra en grandes bandadas…
Nada escapó a sus garras,
Nadie escapó.
Formaban una minoría tribal asentada en los montes Zagros del este del Tigris, vecinos de los lullubi, junto a los cuales, y en unión de umam-manda, hurritas y elamitas, habrían provocado la caída de un Imperio acadio minado por la agitación religiosa y el malestar social. Se supone que sus incursiones se habían iniciado en los últimos años del reinado de Naram-Sin, en respuesta a la violencia y depredación de sus territorios. Las ciudades sumerias aprovecharon la ocasión para independizarse, y la anarquía y los desórdenes dinásticos sacudieron el trono.
Los mensajeros ya no podían viajar por los caminos,
El bote del correo ya no podía viajar por el río,
Los prisioneros se hacían cargo de las guardias,
Los bandidos llenaban los caminos […]
Plantaron jardines para su uso en mitad de las ciudades,
No en las afueras, como era costumbre.
En los campos no crecía el grano, las aguas no traían peces,
Los huertos no daban sirope ni vino,
Las nubes no traían lluvia […]
Los hombres eran tomados por traidores,
Los héroes yacían muertos, apilados en montones encima de otros héroes,
Y la sangre de los traidores manaba encima de la sangre de los hombres honestos.
Ellos pensaban que la invasión ocurrió porque los dioses estaban enfadados. En la Maldición de Agadé narran cómo Naram-Sin había destruido el gran templo de Enlil en la capital, llevándose todo el oro, la plata y el cobre en sus barcos. Ese acto sacrílego habría sido el causante de la desgracia que venía a abatirlos. Enlil se venga enviando a esas hordas como “retumbante tormenta que subyuga a todo el país, el diluvio creciente al que no es posible enfrentarse… Y así, en las orillas de los canales creció la hierba; en los caminos, creció el luto”.
Gudea de Lagash
El dominio qutu sobre Akkad y Sumer fue intermitente y más nominal que efectivo, puesto que la mayoría de las ciudades gozaron de total libertad y algunas de ellas alcanzaron entonces su apogeo, como Uruk, Lagash o Ur. Estos lugares se convirtieron en refugio de los sumerios y vivieron nuevos periodos de esplendor.Gudea, patesi de Lagash, creó un imperio comercial que pagaba tributos a los qutu por establecer rutas de caravanas.
Se produjo un periodo de lucha por la corona; reyes acadios y qutu, junto con usurpadores, se sucedían en el poder sin que ninguno fuera capaz de ejercerlo. El último rey de los qutu, Tiriqan, sólo llegó a reinar 40 días, hasta ser expulsado por un rey de la quinta dinastía de Uruk, llamado Utukhegal (2120 – 2112 a. C.), que se enfrentó a él en batalla obteniendo una aplastante victoria. El dominio qutu, cuyas gentes eran una minoría dentro de la población, quedó seriamente quebrantado y desapareció al poco tiempo.
Parecía al principio que los invasores no tenían intención de sustituir una cultura por otra, sino que eran simples bárbaros destructores que asolaban todo a su paso. Destruyeron el templo de Ishtar en Assur, el palacio de Naram-Sin en Tell Brak, arrasaron ciudades hasta los cimientos, saquearon el valle del Diyala y ocuparon la capital. Sin embargo, acabaron por adoptar la superior cultura sumero-acadia con sus costumbres, religión y lengua, permitiendo los intercambios comerciales y con ello la recuperación del país. También se sirvieron de la misma estructura administrativa acadia, pero los invasores eran un pueblo de montañeses con poca o ninguna experiencia en la administración de amplios territorios dotados de una administración compleja. La falta de rastros epigráficos y en general culturales de los qutu en Mesopotamia da a entender que su dominio no imprimió huellas importantes. No dejaron inscripciones o tradiciones tras de sí, ni tampoco historias que contar.
Emplazamiento del palacio de Naram-Sin en Tell Brak
Su dominio se concentraba sobre todo en Mesopotamia central, permaneciendo contiguo a sus tierras de procedencia. Su centro siguió estando en las montañas, y su vencedor, Utukhegal, los acusaba de haberse llevado la realeza de sumer a un país extranjero.
El periodo que comienza con la caída del Imperio acadio fue el último gran momento de esplendor cultural y político que se había desarrollado en Mesopotamia desde el cuarto milenio. Conocido también como periodo neosumerio, comienza con la expulsión de los qutu y prosigue con la unificación del país de Sumer y Akkad.
Bibliografía:
El nacimiento de la civilización – Federico Lara Peinado
Historia del cercano Oriente – Carlos G. Wagner
El antiguo oriente: historia, sociedad y economía – Mario Liverano
Historia del mundo antiguo – S. Wise Bauer
Fuente: http://themaskedlady.blogspot.com/