Aspectos fundamentales del budismo
Walpola Rahula
El año de 1956 marca los dos mil quinientos años del Parinirvāna del Buda y de acuerdo con una antigua tradición sostenida por millones de budistas conduciría a un período en que el Dhamma, el mensaje del Buda, se extendería a través del mundo, los gobiernos poco a poco se inclinarán hacia la justicia, y habría una incremento de la paz y la felicidad.
La profecía anterior puede que no sea más que una esperanza milenarista. Sin embargo, el Budismo tiene un mensaje muy importante para el mundo moderno. No es una fe en un dios imaginario o alguna deidad ante quien toda responsabilidad es entregada. Es fe en el ser humano. El Budismo da completa responsabilidad y dignidad al ser humano, y lo hace su propio maestro.
El Budismo es absolutamente humano. Entre todos los grandes maestros religiosos, Buda ha sido el único que no declara ser otra cosa que un ser humano. No reclamó ser un mensajero divino, y atribuyó su realización y logros al esfuerzo y la inteligencia humana.
Buda exhortaba a sus discípulos a ser refugio para sí mismos, y no buscar ayuda o refugio en algún otro lado. Enseñó, estimuló y alentó para que cada persona se desarrollara totalmente y trabajara su propia emancipación, pues a través de su propia inteligencia y esfuerzo, el ser humano posee el poder de liberarse a sí mismo de toda servidumbre. Buda dijo: «Ustedes deberán hacer el esfuerzo por sí mismos, pues los tathāgatas sólo señalan el camino.»
Sería más apropiado en esta importante conmemoración (jayanti) de Buda, cuando se celebran dos mil quinientos años del Parinirvāna del Maestro, discutir algunas de sus enseñanzas esenciales, las cuales son unánimemente aceptadas por cientos de millones de sus seguidores en el mundo, en lugar de vagas generalizaciones. Debemos recordar, en primer lugar, que las enseñanzas de Buda constituyen una forma de vida que debe ser practicada y experimentada en la vida diaria, en nuestra vida social y política, aquí y ahora. Son un vasto y completo sistema de enseñanzas ético filosóficas y psicológicas basadas en un método altamente analítico y científico, el cual se dirige a los aspectos profundos de la vida humana. Son un camino que conduce, gradualmente, al ser humano a través de su propia disciplina y desarrollo moral, intelectual y espiritual, a la más alta comprensión de la verdad absoluta, la realización del Nirvāna.
Cuatro Nobles Verdades
Es difícil explicar este enorme sistema en unas pocas palabras. Pero si tomamos las Cuatro Nobles Verdades (cattāri ariyasaccāni), a saber:
– dukkha
– samudaya, el surgimiento u origen de dukkha
– nirodha, la cesación de dukkha
– magga, el camino que conduce a la cesación de dukkha,
podemos, entonces, discutir brevemente todas las enseñanzas fundamentales del Budismo.
La primera verdad dukkha-ariyasacca, es traducida por casi todos los estudiosos como la Noble Verdad del Sufrimiento, y se interpreta en el sentido de que la vida, de acuerdo con el Budismo, es sólo sufrimiento y dolor. Ambas, traducción e interpretación, son insatisfactorias y erróneas. Debido a ésto, mucha gente ha considerado al Budismo pesimista. El Budismo no es ni pesimista ni optimista, sino que tiene una visión realista de la vida y del mundo, y ve las cosas objetivamente. Dice con exactitud y objetividad (yatthābhūtam) lo que uno es, lo que es el mundo, y muestra el recto camino hacia la perfecta libertad, paz, tranquilidad y felicidad.
Un médico puede exagerar la gravedad de una enfermedad y con ello eliminar también la esperanza. Otro, por ignorancia, puede declarar que no existe enfermedad y que no es necesario un tratamiento, y de esta manera engañar al paciente con un falso consuelo. Uno puede considerar al primero pesimista y al segundo optimista. Ambas son actitudes erróneas. Pero un tercer médico diagnostica los síntomas correctamente, comprende la causa y la naturaleza de la enfermedad, ve con claridad que debe ser curada y con firmeza aplica el tratamiento que salva al paciente. El Buda es como este médico. Es el médico, científico y sabio que se requiere para curar la enfermedad del mundo.
Es cierto que la palabra pāli dukkha (sánscrito duhkha) significa comunmente ‘sufrimiento’, ‘dolor’ o ‘miseria’ en oposición a la palabra sukha que significa ‘felicidad’, ‘bienestar’ o ‘tranquilidad’. Sin embargo, como Primera Noble Verdad, el concepto dukkha tiene un significado filosófico y un sentido mucho mas amplio. El concepto dukkha en la Primera Noble Verdad incluye el significado ordinario de ‘sufrimiento’, pero también incluye ideas profundas como ‘imperfección’, ‘impermanencia’, ‘vacuidad’, ‘insubstancialidad’ y ‘conflicto’. Es difícil, por lo tanto, encontrar una palabra que abarque toda la idea del concepto dukkha de la Primera Noble Verdad, así que es mejor dejarla sin traducir en vez de dar una idea errónea al traducirla como sufrimiento y dolor.
El Budismo no rechaza la felicidad en la vida. Por el contrario, admite diferentes formas de felicidad, materiales y espirituales, tanto para laicos como para monjes. Pero, todas ellas están incluidas en dukkha. Están incluídos en dukkha aun los estados espirituales más puros de dhyāna (absorción) que se obtienen en la práctica más elevada de meditación y se encuentran libres de cualquier sombra de sufrimiento, en el sentido común de la palabra, por lo que pueden ser descritos como mera felicidad; así como también el estado de dhyāna que está libre de sensaciones, tanto placenteras (sukha) como desagradables (dukkha), y que es pura ecuanimidad y conciencia, – aun estos elevados estados espirituales estan incluidos en dukkha. No porque ellos sean sufrimiento o dolor, sino porque ellos también son condicionados (saṅkhāra), sujetos a cambio, impermanentes e insubstanciales.
La idea de dukkha puede verse desde tres aspectos: dukkha como sufrimiento ordinario o común (dukkha-dukkha); dukkha como cambio (viparināma-dukkha); y dukkha como estados condicionados (saṅkhara-dukkha) (Visuddhimagga (PTS), p. 499; Abhidarma-samuccaya, pp.36,38 (ed. Pradhan, Santiniketan, 1950).
Están incluidos en dukkha como sufrimiento ordinario (dukkha-dukkha) todo tipo de sufrimiento en la vida como el nacer, envejecer, enfermarse, morir, asociarse a condiciones desagradables, separarse de nuestros seres queridos y situaciones agradables, no conseguir lo que se desea, pena, lamento, intranquilidad y todo tipo de sufrimiento físico y mental universalmente aceptado como sufrimiento o dolor.
Un sentimiento de felicidad o una condición feliz en nuestra vida no es ni permanente ni eterna. Tarde o temprano cambiará, y cuando esto sucede, se produce un sentimiento y condición de infelicidad. Esta vicisitud se incluye en dukkha como cambio (viparināma-dukkha)
La Primera Noble Verdad y los Cinco agregados
El aspecto filosófico más importante de la Primera Noble Verdad se encuentra en la tercera forma de dukkha como estado condicionado (saṅkhāra-dukkha). Ésta requiere una explicación analítica de lo que es un ‘ser’, ‘individuo’, o ‘yo’. De acuerdo a la filosofía budista un ‘ser’, ‘individuo’, o ‘yo’ es sólo una combinación de energías físicas y mentales en constante cambio las cuales pueden dividirse en cinco agregados (pañcakkhandha). Buda afirma: «En resumen, estos cinco agregados del apego o adherencia son dukkha (saṅkhittena pañcupādānakkhandhā dukkhā). Es importante aclarar que dukkha y los cinco agregados no son dos cosas diferentes; los cinco agregados en sí mismos son dukkha. Esto se comprende mejor si tenemos una idea más clara acerca de los cinco agregados.
El primer agregado es el de la materia (rūpakkhanddha). En este concepto se incluyen los cuatro tradicionales grandes elementos (cattāri mahābhūtāni), es decir los elementos de solidez, fluidez, calor y movilidad, así como sus derivados (upādāya-rūpa). En el concepto de los ‘derivados de los cuatro elementos’ se incluyen los cinco órganos sensoriales materiales, es decir, las facultades del ojo, oído, nariz, lengua y cuerpo y sus objetos correspondientes en el mundo externo como la forma visible, sonido, olor, tacto e incluso algunos pensamientos o ideas, que son objetos de la mente. Así que todos los aspectos de la materia, interna y externa, están incluidos en el agregado de la materia.
El segundo agregado es el de las sensaciones (vedanākkhandha). En este grupo se incluyen todas las sensaciones agradables y desagradables, o las que no son ni agradables ni desagradables, y que se experimentan a través del contacto de los órganos sensoriales con el mundo externo. Estas son la sensaciones experimentadas a través del contacto del ojo con el objeto visible, el oído con los sonidos, la nariz con los olores, la lengua con el gusto, el cuerpo con los objetos tangibles y la mente (que es la sexta facultad en la filosofía budista) con los objetos mentales, pensamientos o ideas. Se incluyen en este grupo todas las sensaciones físicas y mentales.
El tercer agregado es el de la percepción (saññākkhandha). Las percepciones, al igual que las sensaciones, también se producen a través del contacto de las facultades con el mundo externo.
El cuarto agregado es el de las formaciones mentales (saṅkhārakkhandha). En este grupo se incluyen todas las actividades mentales volitivas, tanto buenas como malas, que producen efectos kámmicos, tales como atención (manasikāra), voluntad (chanda), determinación (adhimokkha), confianza (saddhā), concentración (samādhi), inteligencia o sabiduría (paññā), energía (viriya), deseo (rāga), repugnancia u odio (patigha), ignorancia (avijjā), vanidad (māna), idea de un yo (sakkāya-diṭṭhi), etc. Existen cincuenta y dos de tales actividades mentales que constituyen el agregado de formaciones mentales.
El quinto agregado de la consciencia (viññāṇakkhandha) es una reacción o respuesta que tiene como base una de las seis facultades (ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente) y como objeto un fenómeno externo. La conciencia visual, por ejemplo, tiene al ojo como su base y una forma visible como su objeto. De la misma manera acontece con la conciencia conectada con otras facultades.
Hemos visto, en forma resumida, los cinco agregados. Lo que denominamos un ‘ser’, ‘individuo’ o un ‘yo’ es sólo un nombre o una etiqueta que se da a esa combinación de cinco grupos. Todos ellos son impermanentes y constituyen un flujo momentáneo que surge y cesa. Un fenómeno desaparece y condiciona la aparición del siguiente en una serie interminable de causa y efecto. No hay substancialidad ni nada detrás de los mismos que pueda considerarse un ser (ātma) permanente, individualidad o algún ente que pueda ser llamado ‘yo’. Todos están de acuerdo en que ni la materia, sensación, percepción, alguna actividad mental, y la conciencia pueden realmente ser consideradas como un ‘yo’. Pero obtenemos la idea de que existe un ‘yo’cuando estos cinco agregados físicos y mentales, que son interdependientes, trabajan juntos y en combinación como un mecanismo psico-físiológico. Pero esto es sólo una falsa idea mental, que no es sino una de las cincuenta y dos funciones mentales del cuarto agregado que expuse con anterioridad. Esto es lo que constituye la idea de ser (sakkāya-diṭṭhi).
El conjunto de estos cinco agregados, que comunmente llamamos un ser, son en si mismos dukkha (saṅkhāradukkha). No existe ningún ser o ‘yo’ detrás de estos cinco agregados que experimente dukkha. No hay un autor inmóvil detrás del movimiento. Sólo existe el movimiento. En otras palabras, no existe pensador detrás del pensamiento. El pensamiento en sí es el pensador. Si se quita el pensamiento no hay pensador. No podemos evitar observar cómo el punto de vista budista es diametralmente opuesto a la idea del cogito cartesiano.
Lo anterior constituye la Noble Verdad de dukkha. Ésta no hace, en absoluto, la vida de un budista melancólica y sufrida como imaginan erróneamente algunas personas. Por el contrario, el verdadero budista es feliz y no sufre de miedo o angustia. Siempre está tranquilo y no se perturba o desalienta por cambios y desgracias, pues acepta las cosas tal como son. Buda nunca fue melancólico o sombrío, y sus contemporáneos siempre lo describieron como un hombre ‘siempre sonriente’ (mihitapubbaṅgama). Buda siempre es representado, en las pinturas y esculturas, con una faz feliz y serena, sin ningún rasgo de agonía o sufrimiento.
El Theragāthā yTherīgāthā, dos antiguos textos budistas , están llenos de felices y alegres expresiones de los discípulos de Buda, hombres y mujeres, que encontraron paz y felicidad en sus enseñanzas. El rey de Kosala comentó a Buda, en cierta ocasión, que a diferencia de muchos discípulos de otras religiones, cuya apariencia generalmente era demacrada, burda, pálida, emaciada y poco atractiva, los discípulos de Buda lucían ‘gozosos’, ‘regocijados’ (haṭṭhapahaṭṭha), jubilosos (udaggudagga), disfrutaban la vida religiosa (abhiratarūpa), satisfechos (pīṇitindriya), libres de ansiedad (appossukka), serenos (pannaloma), pacíficos (paradavutta) y vivían con mente de gacelas (migabhūtena cetasā), es decir, sin conflictos ni preocupaciones. El rey añadió que él consideraba que esta sana disposición se debía al hecho de que «estos venerables, ciertamente, habían comprendido el sentido completo y lo magnífico de las enseñanzas del Afortunado, etc.» (Majjhima-Nikāya II (PTS), p. 121) El Budismo es, verdaderamente, opuesto a actitudes mentales melancólicas, tristes y sombrías las cuales son consideradas obstáculos para la comprensión de la Verdad. Por otra parte, es interesante recordar que el gozo (pīti) es una de las siete cualidades esenciales (bojjhaṅgas) que deben cultivarse para la realización de Nibbāna.