Rennes-le-Château es un lugar común del ocultismo, hoy casi del mismo género que el mismo Grial y no menos inaccesible. Pero también es un lugar real, y para allá fuimos en el decurso de nuestras pesquisas. Podríamos compararlo con lo que significa Glastonbury en Gran Bretaña, ya que ambos tienen un corazón lleno de profundos misterios y han originado teorías y mitos alucinantes, pero muy extendidos.
Rennes-le-Château está en Aude, un departamento del Languedoc, y cerca de la ciudad de Limoux, cuyo nombre toma una prestigiosa blanquette que da un vino de aguja, en una comarca que se llamó el Razès durante los siglos VIII y IX. Desde el pueblo de Couiza, unos paneles de considerable tamaño envían a la comarcal por donde se va al «Domaine d l’ Abbé Saunière». El viajero que haga caso de ellos se hallará en la curiosa espiral ascendente que conduce a la cima donde está la aldea de Rennes-le-Château.
Para nosotros, lo mismo que para otros muchos en estos tiempos, es una excursión emocionante. Gracias principalmente a The Holy Blood and the Holy Grail, pero también a la propaganda oral del mito, esta subida a un monte de Fracia cobra en sí misma cierto carácter de viaje iniciático. Sin embargo el lugar donde por lo general se tienen los visitantes resulta muy prosaico. Al entrar en el pueblo recalamos inevitablemente en la explanada para los automóviles y una grande rue bastante estrecha que no tiene oficina de correos ni un supermercado, pero sí una librería esotérica, un bar-restaurante, el ruinoso castillo que presta su nombre a la población y varias calles por donde se accede a la famosa iglesuela y a la presbiterial.
El lugar tiene una historia siniestra y una reputación todavía más lóbrega, aunque algo imprecisa. Resumiendo, la historia es que hará poco más de cien años, François Bérenger Saunière (1852-1917), un sencillo cura nacido y criado en el pueblo de Montazels, a sólo tres kilómetros de Rennes-le-Château, hizo un descubrimiento de algún tipo mientras intentaba reformar su ruinosa iglesia parroquial del siglo X.1 Como consecuencia de dicho descubrimiento, sea que éste tuviese un valor intrínseco, o porque condujese a otra cosa susceptible de explotación financiera, se hizo inmensamente rico.
Mucho se ha especulado durante esos años acerca de la verdadera naturaleza del hallazgo de Saunière: los más prosaicos sugieren que encontró el escondrijo de un tesoro, mientras otros creen que pudo ser algo más estupendo, como el Arca de la Alianza, el tesoro del Templo de Jerusalén, el Santo Grial… o incluso la tumba de Cristo, idea que ha tenido expresión reciente en The Tomb of God, de Richard Andrews y Paul Schellenberger (1996). (Véase el Apéndice II para una discusión de esta teoría.)
Teníamos que ir a Rennes-le-Château porque, según los Dossiers secrets y The Holy Blood and the Holy Grail, era de especial significación para el Priorato de Sión, aunque por razones que nunca dejaron de ser oscuras. El Priorato asegura que Saunière descubrió unos pergaminos que contenían una información genealógica que demostraba la supervivencia de la dinastía merovingia, de donde resultaba que ciertas personas tenían derecho a pretender el trono de Francia… por ejemplo, Pierre Plantard de Saint-Clair. Sin embargo, no teníamos muchas razones para seguir esa línea, considerando que nadie ajeno al Priorato ha visto en realidad esos pergaminos, y que toda esa idea de la continuidad de los merovingios es bastante dudosa por no llamarla de otra manera.