Archivo por días: mayo 25, 2012

Las tabernas de Mesopotamia

Haré que estén cerca coperos, mozos de taller y cerveceros, mientras mezclo abundante cerveza, mientras me siento magníficamente bebiendo cerveza en un clima gozoso, escanciando bebidas, sintiéndome alegre con gozo en el corazón e hígado feliz. (Canción sumeria)

 

 

En la antigua Mesopotamia las tabernas eran casas de placer donde los hombres bebían cerveza, escuchaban música y se relacionaban con prostitutas. Los muros estaban decorados con imágenes de mujeres desnudas y escenas eróticas, y la patrona de estos locales era Ishtar (Inanna para los sumerios), la diosa del amor, a la que las taberneras —pues habitualmente eran mujeres— dirigían sus plegarias. En aquel ambiente alegre y desinhibido, se cantaban canciones de amor, compuestas como un diálogo acompañado por un instrumento musical, temas que se caracterizaban por la pasión y el deseo sexual.

 

Cuando estoy sentada en la puerta de una taberna,

yo, Ishtar, la diosa

soy prostituta, madre, esposa, divinidad.

Soy lo que llaman vida,

aunque vosotros le llaméis Muerte.

Soy lo que llaman ley,

aunque vosotros le llaméis Marginal.

Soy lo que vosotros buscáis

y aquello que conseguisteis.

Soy aquello que vosotros esparcisteis 

y ahora recogéis mis pedazos 

 

Estas viejas tabernas eran, además de lupanares, pequeñas tiendas en las que se vendía al por menor. Estaban generalmente asociadas a los bajos fondos, o bien situadas fuera de las poblaciones, en cruces de caminos, para asegurarse una mayor cantidad de clientes potenciales. Otro emplazamiento muy buscado era las orillas de ríos y canales. Contaban con rótulos en los que se pintaban símbolos como las jarras y toneles de cerveza que aparecen en el poema de Gilgamesh, para anunciar al viajero que allí había una taberna.

 

Se trataba de lugares peligrosos que atraían a toda clase de forajidos, y, sobre todo, centros en los que solían tramarse conspiraciones. Por ejemplo, el rey Samsi-Addu de Asiria ordena en una carta a su hijo, gobernador de Mari, que detenga a un médico y unos funcionarios que se habían refugiado en una taberna tras huir de palacio. El código de Hammurabi prohíbe la entrada a las sacerdotisas y no olvida regular también el comportamiento que deben observar la sabitum (tabernera). Fueron muchas las que acabaron condenadas a prisión, o incluso a muerte, por dar cobijo a conspiradores:

 

Si una tabernera en cuyo local suelan reunirse embusteros o conspiradores, no agarra a esos embusteros y los lleva a Palacio, que esa tabernera sea ejecutada.

 

Si una sacerdotisa que no reside en un convento abre una taberna o entra a por cerveza en una taberna, a esa mujer, que la quemen. 

 

La sabitum pagaba un impuesto especial, pero en general se trataba de un negocio lucrativo que recibía buenas inversiones. El código de Hammurabi estipula que debía cobrar en grano y no en moneda:

 

Si una tabernera no cobra cebada como precio por la cerveza, y cobra en dinero según una pesa grande, y rebaja el valor de cerveza en relación al valor de la cebada, que se lo prueben y la tiren al agua.

 

Según el código de Eshnunna, las taberneras no podían aceptar mercancías de los esclavos, ni tampoco conceder créditos a menores o a esclavos.

 

La razón por la que estos establecimientos estaban regentados por mujeres era la costumbre de dejar en manos femeninas los asuntos relacionados con la mesa. En los palacios y en los templos el cocinero era un hombre, pero no así en los hogares, en los que la mujer se encargaba de elaborar la cerveza para consumo doméstico, además de las sopas y los panes. Lo que sobraba se ofrecía a los vecinos. A veces los platos tenían tanta aceptación que con el tiempo algunas casas acabaron por tener un mostrador, y los invitados se convirtieron en clientes que pagaban por la comida y la bebida. Así nació la taberna, al principio simplemente una prolongación de la casa, donde la mujer mandaba. Aunque pronto iría perdiendo ese carácter doméstico y evolucionaba hacia un tipo de establecimiento de mala reputación, seguía siendo generalmente una mujer quien se situaba al frente del negocio.

 

«A mi pequeño, que come solo pastas de harina, dadle pastas de harina. Dadle el pan hecho para él y dadle mi pan especial de Ekur.» (Inscripción del templo de Enlil, dios del cielo, el viento y las tempestades en la ciudad sumeria de Nippur. Fue encargada por una madre que había perdido a su hijo y pedía a los dioses que le dieran su comida favorita.) 

 

Prueba de la laxa moral que había pasado a imperar en dichos locales es la tablilla hallada en Asur y que recoge, entre otras, la siguiente ley, un precepto que refleja al mismo tiempo la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres:

 

Si un hombre yace con la esposa de otro hombre en una taberna o en la calle y sabe que es la esposa de otro hombre, se hará al fornicador lo que el hombre diga que se haga a su esposa. Pero si hubiera yacido con ella sin saber que era esposa de un hombre, el fornicador es inocente. Si el hombre lo prueba a su mujer, hará con ella lo que prefiera. 

 

La inquietud de los gobernantes con respecto a estos locales parece plenamente justificada si tenemos en cuenta que algunas taberneras consiguieron llegar muy lejos con las intrigas que dirigían en su local: según establece la Lista Real Sumeria, fue una tabernera de la ciudad de Akshak, Ku-Bau, la fundadora hacia el año 2500 a. C. de la cuarta dinastía de Kish, que duró cien años. Según el texto, “En Kish Ku-Bau, la guardiana de la posada, la que ha hecho firmes los cimientos de Kish, se convirtió en rey y gobernó durante cien años”. Vemos que además la tabernera asumió un título masculino: “lugal”, que designaba al rey y no a la reina.

 

En cuanto a la cerveza, solía ser elaborada en la propia taberna, o bien comprada a las mujeres que la fabricaban en sus hogares. Era la bebida más popular de los antiguos mesopotámicos, por encima del vino, hasta el punto de que llegó a destinarse a su producción un 40% de los cereales cultivados. Tenían unas cuantas variedades, aunque la más común era la de cebada. No solo se consumía en estas tabernas de mala reputación, sino también con motivo de todo tipo de celebraciones, como bodas, nacimientos y funerales, y formaba parte de la vida cotidiana: se estima que cada persona bebía dos litros al día, pero a los sacerdotes se les asignaban hasta seis, para que bebieran en honor a Nin-Kasi, la diosa de la cerveza“la Señora que llena la boca”, aquella “que sacia el corazón” “satisface el deseo”. Se decía que Nin-Kasi había nacido de “agua dulce y brillante”, y que cada día preparaba grandes cantidades de cerveza para los demás dioses.

 

En lengua sumeria se designaba al banquete con el término kas-de-a, que significa escanciado de cerveza. La dejaban caer desde el barril a la vasija, haciendo que el líquido golpeara con fuerza para producir espuma.

 

El vino que se servía en las tabernas se importaba de Siria y Cilicia. También era apreciado, pero resultaba más caro, lo que favorecía el consumo de cerveza. Era frecuente que varias personas se reunían para compartir la bebida en una gran vasija de la que bebían empleando una larga caña que les evitaba los grumos, aunque también había recipientes más pequeños para consumo individual.

 

Los sumerios hacían incluso publicidad de la cerveza. El primer cartel publicitario conocido data del año 4000 a. C. Consiste en una tablilla hallada en la actual Siria y que muestra a una mujer con dos copas. La inscripción dice “Bebe cerveza con el corazón del león”.

Nin-Kasi

 

¡Haz que todo Uruk esté de fiesta!

Que con cánticos el alto sacerdote salude a la Barca Celestial.

Y profiera plegarias grandiosas.

Haz que el rey mate bueyes y borregos.

Que escancie cerveza en la copa.

Que resuenen el tambor y el pandero.

Que se toque la dulce música del tigi.

Que todos los confines proclamen mi noble nombre.

Y que mi gente cante mis alabanzas. 

 

(Palabras de Inanna a Ninshubur)


http://themaskedlady.blogspot.com.es/2012/05/las-tabernas-de-mesopotamia.html


Bibliografía:

Seeking Out
the Wisdom of the Ancients – Ronald L. Troxel, Kelvin G. Friebel, Dennis Robert
Magary

Daily Life in Ancient Mesopotamia – Karen Rhea Nemet-Nejat

Espejos: Una historia casi universal – Eduardo Galeano

El alba de la civilización – S. Moscati

Beliefs,
Behaviors, & Alcoholic Beverages: A Cross-cultural Survey – Mac Marshall

L’espace domestique en Mésopotamie de la IIIe dynastie d’Ur à l’époque paléo-babylonienne – Laura Battini-Villard 

La Mésopotamie: essai d’histoire politique, économique et culturelle – Georges Roux

Fijan el día exacto de la muerte de Jesús

Tras analizar la historia sísmica de la zona, determinan que la crucifixión y muerte de Jesucristo tuvo lugar el viernes 3 de abril del año 33

Fijan el día exacto de la muerte de Jesús

ciencia

Geólogos estadounidenses y alemanes dicen haber determinado la fecha exacta de la muerte de Jesús a partir del análisis de la actividad sísmica en la zona del Mar Muerto.

jesus

En declaraciones recogidas por la agencia KAI, Jefferson Williams, de la organización Supersonic Geophysical, y Markus Schwab y Achim Brauer, del Centro de Investigación Geológica de Alemania, sostienen que la crucifixión y muerte de Jesucristo tuvo lugar el viernes, el 3 de abril de 33 de nuestra era.

Los investigadores compararon los datos sísmicos con el texto del Nuevo Testamento y con las observaciones astronómicas. La cronología de los terremotos en la región del Mar Muerto mostró que la zona, a unos 20 kilómetros de Jerusalén, sufrió un fuerte terremoto en el 31 antes de nuestra era y otro en el periodio que va del año 26 al 36.

El segundo terremoto se produjo en los días cuando Poncio Pilato era procurador de Judea. La muerte de Jesús en este momento se confirma por los cuatro evangelios y los textos del historiador romano Tácito.

Williams explica que en el capítulo 27 del Evangelio de San Mateo se relata que cuando Jesús estaba agonizando en la cruz, un terremoto sacudió la zona, esparciendo las tumbas y oscureciendo el cielo.

Nag Hammadi… el enigma

Encontrado por Mohammed Ali Samman en la montaña próxima a su aldea, desenterró accidentalmente una jarra de tierra roja, de un metro de alto. Dudando antes de romperla (podía haber sido la vivienda de un espíritu maligno) la codicia y la curiosidad fueron mayores al fin. Pero en lugar del oro tan esperado, solo descubrió una docena de libros encuadernados en estuches de cuero marrón, que se llevó a su casa de al-Qasr.Despues de una serie de vicisitudes fue entregado al religioso Al-Qummus Basiliyus Abd el Masih, quien, dada la originalidad de la cosa, envió un ejemplar de los manuscritos al historiador egipcio Raghib. Este último, presumiendo ya su gran valor, los envió en El Cairo.

Vendidos rápidamente en el mercado negro, los libros atrajeron la atención del gobierno egipcio quien los compró, frenando de este modo su diseminación y su fuga fuera de las fronteras egipcias. Depositados en el Museo Copto del Cairo, habrá que esperar todavía unos años antes de que estos libros sean mostrados al conocimiento científico.Uno de los códices, llamado hoy día el códice Jung, salió de la autoridad egipcia y fue vendido en los Estados Unidos a unos coleccionistas privados. Un historiador holandés, Gilles Quispel, oyó hablar de estos misteriosos manuscritos y decidió comprarlos por medio de la Fundación Jung de Zurich.

Tras examen de este códice aislado, el historiador pudo constatar que algunas páginas faltaban y se fue a Egipcio volando con objeto de buscarlas. Se rindió al Museo Copto desde la primavera de 1955, con objeto de tomar prestadas las fotografías de los textos. En ese momento es cuando se dio cuenta del valor real de las páginas que tenía entre sus manos. ¡ No se trataba más que de uno de los 52 manuscritos descubiertos diez años antes en Nag Hammadi!. El conjunto de los libros se basa en textos religiosos y herméticos, obras de sentencias morales, escritos apócrifos y más curiosamente todavía de una reescritura de la República de Platón.

Además del interés de los manuscritos sobre la historia del libro (son los más antiguos conocidos hoy día) y la paleografía copta, representan un testimonio capital para la historia de la filosofía ydel cristianismo primitivo.Los textos religiosos llamados “gnósticos” proponen interpretaciones y rituales cristianos diferentes de los oficializados en el año 325, que habían sido rechazados inmediatamente como heréticos. Por estas razones fueron reunidos, protegidos y guardados por las comunidades llamadas “marginales”.La biblioteca de Nag Hammadi ofrece numerosos testimonios de estas corrientes gnósticas que pretendían contener una enseñanza, sin dejar de inspirarse en el Antiguo Testamento.Dentro del cuerpo de la biblioteca se encontraban libros denominados “herméticos” que se inscribían en la tradición del Corpus Hermeticum. El códice VI está compuesto, en efecto, por un tratado de título desconocido, llamado la Ogdoada y la Enneada, de una oración de acción de gracias y de un amplio fragmento del Discurso Perfecto. Estos dos últimos textos se retoman en parte en el Asclepios, mientras que el primero es totalmente inédito. Estos escritos pueden ponerse a parte, puesto que se alejan de las teorías gnósticas ampliamente difundidas en el resto de la biblioteca. Ahora bien, su interés reside ante todo en su inspiración egipcia, muy marcada en comparación con los textos griegos y latinos conocidos hoy día. No rechazan de ningún modo la religión egipcia, sino que proponen “espiritualizarla”. Más que un sistema religioso a la manera cristiana, el hermetismo es una “vía”. Complementarios y suficientes, esos tres textos exponen el conjunto de la doctrina hermética, el camino iniciático que debe conducir a la “iluminación divina”.