(CNN) — Cuando aceptó el Premio Nobel de la Paz el año pasado, la activista yemení Tawakkol Karman agradeció a las mujeres del mundo árabe por su condecoración. Sin la lucha por los derechos, ella no estaría ahí, dijo.
El mayor desafío para lograr ese objetivo no es la religión, sino la falta de desarrollo económico, social y una percepción de seguridad escasa, de acuerdo con una encuesta de Gallup publicada el lunes pasado.
«La idea de que un programa social liberal y laico es la solución para arreglar la forma en que las sociedades ven a las mujeres no está respaldada por la evidencia», dijo Dalia Mogahed, directora ejecutiva del Centro Gallup para Estudios Musulmanes.
Las mujeres de Medio Oriente tienen las mismas prioridades que las estadounidenses, según Mogahed. Quieren tener una vida próspera.
«La investigación muestra que el desarrollo humano y la educación integral, y el empoderamiento económico, son las aportaciones más importantes que podemos hacer para apoyar los derechos de las mujeres», dijo.
En el informe, Gallup urge a los diseñadores de políticas públicas a permitir que las prioridades de las mujeres árabes guíen los esfuerzos en materia de equidad de género.
La firma de investigación llevó a cabo varias encuestas de 1,000 personas cada una en Egipto, Bahréin, Siria, Túnez, Yemen y Libia.
Los datos fueron recolectados entre 2009 y 2011, antes del incremento de la violencia en Siria ocurrido este año. En Libia, las encuestas empezaron en febrero de 2010 y se limitaron a las ciudades del este, sin incluir a Trípoli.
Según el estudio, tanto las mujeres como los hombres consideran que su vida es peor ahora que antes de la Primavera Árabe, pero creen que estarán mejor dentro de cinco años.
La excepción fue Egipto, donde ambos estimaron un mejor panorama actual que durante el régimen de Hosni Mubarak.
La mayoría de las mujeres en las naciones árabes dijeron que deberían tener los mismos derechos jurídicos y un acceso equitativo a la educación y el empleo. Aunque en una proporción menor, la mayoría de los hombres estuvo de acuerdo, según la encuesta de Gallup.
La mayor brecha se registró en Túnez, donde el 87% de las mujeres y el 59% de los hombres consideraron que ambos deberían tener los mismos derechos. «Es sorprendente, ya que a menudo es aclamado como el estado más progresista del mundo árabe en temas de género», indicó Gallup.
Quizá también sorprendió el hecho de que hombres y mujeres árabes por igual apoyaban la sharia (ley islámica) como una fuente para la nueva legislación.
En Egipto, donde la Hermandad Musulmana (alguna vez prohibida) dominó el Parlamento antes de que fuera disuelto, tanto mujeres como hombres expresaron un apoyo similar a los partidos y movimientos islamistas.
«El actual miedo al ascenso de los islamistas es importante y tenemos que destacarlo», dijo Mogahed. «Así que tratamos de observar cómo las mujeres perciben la religión. No hay una brecha de género».
El informe de Gallup señaló que el empleo y la educación de los varones están relacionados con visiones más progresistas sobre los derechos de las mujeres, mientras que su visión sobre el rol de la religión en la sociedad no tenía correlación con su percepción de la equidad de género.
Entre los árabes que consideran a la religión importante, el 69% apoyó el divorcio iniciado por la esposa. Entre quienes no consideran como importante a la religión, solo el 49% apoya dicho tipo de divorcio.
Sin embargo, la importancia que las mujeres árabes dan a la religión difiere según el lugar donde se encuentran, de acuerdo con Gallup.
Por ejemplo, en Egipto, las mujeres son más proclives a apoyar a un candidato islamista que las de Túnez, que durante años ha sido un estado laico.
Dalia Ziada, quien encabeza un centro de investigación política en El Cairo, cree que la equidad de género debe llegar del liderazgo político.
«Los derechos de las mujeres cambiarán de arriba hacia abajo. No van a cambiar desde las bases hacia arriba», explicó Ziada, directora ejecutiva del Centro Ibn Khaldun para Estudios del Desarrollo.
«Desde las bases, un movimiento ha pedido libertad y derechos económicos, pero no ha pedido los derechos de las mujeres», dijo en referencia a la revolución egipcia.
Estuvo de acuerdo con que la prosperidad económica y la educación son prioridades para las mujeres egipcias, pero su principal desafío es participar en la toma de decisiones.
Ziada habló por experiencia.
La activista y bloguera de 30 años estuvo en las protestas de la plaza Tahrir que derrocaron a Hosni Mubarak, pero cuando se postuló al Parlamento en la fórmula liberal del Partido de Justicia, sus colegas hombres la rechazaron como líder, lo que redujo sus posibilidades de ganar votos.
Le dijeron que una mujer no podría ganar muchos sufragios, relató Ziada. Perdió la elección.
«Los hombres no visualizan una democracia con las mujeres», dijo Ziada. «Dicen: ‘regresa a casa. Todavía no es tu momento'».
De acuerdo con Gallup, las mujeres conformaron un tercio de los manifestantes durante la revolución egipcia. Pero al igual que Ziada, muchas se sienten excluidas de la transición del país hacia la democracia.
Pero Ziada, musulmana practicante, dijo que aún es optimista de que el nuevo presidente egipcio lleve a cabo políticas para empoderar a las mujeres.
«Esa es la única salida», dijo.
Algunos gobiernos árabes de transición han reconocido la participación de las mujeres para fomentar el cambio.
Según la encuesta de Gallup, Túnez pedía en las elecciones para la asamblea constituyente del año pasado que la mitad de la lista electoral de cada partido estuviera compuesta por mujeres. Ahora, ellas ocupan casi el 25% de los escaños.
El estudio también planteó otra inquietante cuestión para las mujeres árabes: la seguridad.
Las mujeres de todos los países encuestados dijeron que se sienten menos seguras al caminar solas por la noche después de la revolución. La diferencia más importante se registró en Túnez, donde el 78% de las mujeres reconocieron sentirse seguras antes del derrocamiento de Zine El Abidine Ben Ali. Ahora, solo el 30% lo está.
Algunas mujeres egipcias han denunciado agresiones sexuales durante las protestas en las calles, mientras que hubo acusaciones de violaciones y violencia sexual por parte de las fuerzas del dictador libio Moammar Gadhafi durante la rebelión de ese país.
«La mayor barrera para la participación de la mujer en la vida pública podría ser la percepción de falta de seguridad y respeto», indicó Gallup.
Ziada dijo que sentía miedo de estar entre multitudes en El Cairo.
«El acoso sexual es un verdadero problema que ha ocurrido en Egipto desde hace mucho tiempo», afirmó.
El informe de Gallup instó a los líderes nacionales a enfrentar la falta de seguridad percibida «para ayudar a incrementar la confianza de las mujeres a participar en todos los aspectos de la vida, incluida la política».
En su discurso de aceptación del Nobel, Karman se refirió a muchas de las cuestiones planteadas en el sondeo de Gallup.
«La solución a los problemas de las mujeres solo puede ocurrir en una sociedad libre y democrática donde la energía humana sea liberada, tanto la energía de las mujeres como la de los hombres», dijo.
«Nuestra civilización se llama civilización humana y no se atribuye solo a los hombres o a las mujeres».
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