Nunca sabremos cuando será nuestro último día en esta tierra. No poder despedirnos da mucho miedo, pero desde que nuestra vida tuvo un comienzo, sabemos que tendrá un final.
Pertenezco a la generación que tenía un mandato: teníamos que ser -y lo intentábamos- las mejores hijas, las mejores esposas, las mejores madres, las mejores profesionales, etc. Y ahora he descubierto que a veces me gusta estar, salir, viajar sola, todo a mi ritmo. Y a veces prefiero no hacer nada. Ya he demostrado, en su totalidad, quién soy como persona.