Quién más y quién menos ha perdido algo alguna vez. Unas gafas de sol que nos dejamos en un restaurante y que no pudimos recuperar, esas llaves que se extraviaron sin saber cómo, aquella bolsa que nos dejamos en el metro porque salimos muy deprisa… Los olvidos son una constante en el ser humano, sin embargo, pocas experiencias resultan más molestas y hasta estresantes.
No importa que lo perdido pueda sustituirse. Carece de importancia que podamos comprar un móvil nuevo o que podamos hacer una copia de esas llaves perdidas de casa. Es una molestia evidente, pero hay algo más. La aversión a la pérdida define un malestar casi atávico en nosotros, es un resorte instintivo que se acompaña de una elevada preocupación y turbación. Seguir leyendo Aversión a la pérdida, la peor pesadilla para tu cerebro