Los vigilantes de la noche: 150 cámaras escudriñan el cielo español en busca de meteoritos

Son las 2:04 h de la madrugada de una noche de verano y Rafael está trabajando en su piso de Madrid. De pronto, una luz entra desde la calle e ilumina el  interior de su salón. “Fue como un fogonazo”, explica, “como la luz de un faro que salía del cielo”. El fenómeno, registrado el pasado 13 de julio de 2012, se produjo cuando una roca procedente del espacio ingresó en la atmósfera terrestre a una velocidad de 90.000 km/hora. Según varios testigos, la luz fue tan intensa que “se hizo de día en plena noche”, y en muchos lugares se escuchó un gran estruendo. La  bola de fuego iluminó varias comunidades autónomas y se fragmentó a una altura de unos 40 km. Fue el bólido más luminoso jamás registrado en España.

La entrada en la atmósfera de esta roca tuvo varios testigos silenciosos. Nada más comenzar su descenso, su movimiento fue registrado por ocho cámaras de la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN), un sistema de vigilancia pionero en el mundo que monitoriza cada rincón del cielo peninsular y que están empezando a copiar en otros países. “Tenemos alrededor de 150 cámaras controlando cada noche toda la superficie de España en unas 25 estaciones”, explica Josep Maria Trigo, científico titular del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) y uno de los coordinadores de la red. “Y también controlamos parte de Portugal, el norte de Marruecos y el sur de Francia”.

Credit: SPMN

Imágenes del bólido del 13 de julio captadas por la red de vigilancia.

Si algo se mueve en nuestros cielos, ellos lo ven, lo registran y lo catalogan. Aparte de las estaciones, cámaras CCD filman todo el cielo continuamente y registran cualquier fenómeno luminoso, incluidos aviones y satélites artificiales.  “Podemos identificar todos y cada uno de los fenómenos luminosos ocurridos sobre la península”, explica Trigo a lainformacion.com. “Hemos detectado bolas de fuego o bólidosproducidos por la entrada de meteoroides, pero también registramos a veces reentradas de satélites artificiales en desuso o fases de cohetes, e incluso hemos sido testigos de excepción del lanzamiento de algún misil en el océano”.

Una “lluvia” constante

Cada año penetran nuestro planeta más de 40.000 toneladas de fragmentos de roca, hielo y metal y buena parte de esta materia interplanetaria que llega a la Tierra lo hace en forma de meteoroides. Esto fragmentos, con un diámetro inferior a 10 metros, proceden en su mayoría de asteroides y cometas, aunque en ocasiones provienen de otros planetas. Según un estudio reciente, una “lluvia de estrellas” como la de las Dracónidas, en septiembre de 2011, puede dejar hasta una tonelada de material en la Tierra.

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La red de vigilancia de Bólidos y Meteoritos es única en el mundo. Ni siquiera EEUU cuenta con un sistema tan completo para vigilar el cielo y conocer el origen de estos meteoroides. Se creó en 1997 y está coordinada por investigadores de distintas universidades y centros deinvestigación españoles. En ella participan científicos pioneros en su campo como José María Madiedo, que ha diseñado un sistema específico para filmar el cielo. “Mi papel fue la implantación de una técnica basada en cámaras de vídeo de alta sensibilidad”, explica Madiedo a lainformacion.com. “Graban el cielo nocturno para detectar la entrada de cometas y asteroides”. El sistema es tan versátil que se extendió por toda la red y en EEUU están empezando a utilizarlo.

“Lo que hacemos nosotros es monitorizar la entrada en la atmósfera de cualquier cosa que impacte contra la Tierra”, resume, “pero no hacemos una monitorización previa de lo que está acercándose, así que no podríamos detectar un objeto como el que cayó en los Urales“. La noche del bólido del 13 de julio, Madiedo estaba en su observatorio de Sevilla, poniendo a punto su telescopio cuando confundió una imagen del objeto con la Luna. “El objeto fue tan brillante”, recuerda, “que iluminó las montañas de Sierra de  Nevada“. En otra ocasión, en el año 2007, estaba montando un sistema de detección móvil en mitad del campo cuando vio una luz intensa y pensó que alguien de su equipo habían encendido las luces largas del coche. Entonces se dio la vuelta y vio varias bolas de fuego cruzando el cielo. “Por eso entiendo la emoción de la gente que nos llama para contarnos que ha visto un gran bólido”, explica.

“Nuestra red es un sistema de vigilancia del cielo pionero a nivel global”, asegura el astrónomo Alberto Castro-Tirado, uno de los creadores del sistema de detección. “Los bólidos más brillantes se dan a lo mejor una vez al mes, más o menos”, afirma, “y lo más interesante es que en algunos casos han permitido la búsqueda de meteoritos, cuando el objeto cae a la Tierra”.

En el caso de Josep Maria Trigo, ha patentado un sistema de obturación para las cámaras de todo el cielo que permite determinar la velocidad de los bólidos y de otros objetos luminosos. También fue pionero determinar la composición química de estas partículas gracias al estudios de sus espectros de emisión. “Reconstruimos la trayectoria y determinamos la velocidad del objeto a lo largo de ella”, asegura el astrofísico del CSIC. “Con estos datos puedes determinar la órbita en el sistema solar y asociarlo a un cometa a un asteroide, o incluso a Marte o la Luna”. Pero, ¿qué utilidad real tiene esta vigilancia? “Estamos detectando continuamente rocas que llegan desde innumerables lugares del sistema solar”, resume Trigo. “En el caso de que uno pudiera suponer un peligro en algún momento, es muy posible que podamos detectar mucho antes bolas de fuego provenientes de un enjambre asociado a esa roca. De hecho, hemos observado en muchas ocasiones en primicia este tipo de asociaciones entre rocas y objetos cercanos a la Tierra (NEOs)”.

En concreto, el equipo de Trigo fue el primero en detectar que varias rocas caídas en distintos lugares de la Tierra, como Finlandia o España, estaban relacionadas con el asteroide 2002NY40, un objeto próximo a la Tierra de casi un kilómetro de diámetro. Entre sus conclusiones, los científicos apuntan a que este sistema de asteroides puede haber estado arrojando meteoritos a la Tierra durante los últimos mil años.

Sin rastro de Ovnis

La red de vigilancia no solo cataloga los bólidos registrados en nuestros cielos cada noche, sino que los suben a la red (www.spmn.uji.es) y piden la colaboración ciudadana (puedes escribirles a spmn@ieec.uab.es si detectas un meteoroide). Es frecuente que muchas personas  divisen algún objeto en el cielo y piensen enseguida en platillos volantes o fenómenos sin explicación, pero los astrónomos tienen datos muy claros al respecto.

“He observado el cielo miles de horas y jamás en la vida he identificado nada que no pudiera interpretar”, asegura Trigo. De hecho, en 1987 Trigo fue declarado el mayor observador de meteoros del mundo por laAmerican Meteor Society con más de 300 horas de observaciones. “Yo siempre digo que qué casualidad que los que estamos mirando el cielo las 24 horas no vemos nada raro y ellos sí”, añade Jose María Madiedo.

La desintegración del satélite Sich-1 fue captada por la cámara CCD de todo el cielo del Observatorio de La Mayora (Málaga)  –Foto: BOOTES/UV-INTA-CSIC

Entre las confusiones más frecuentes está la observación de un globo sonda o de un astro como Venus en el horizonte. Otras veces se trata de satélites con largas reentradas y que son observados por miles de personas desde diversos lugares. “Hay cosas que se registran que el ciudadano de a pie puede denominar como objeto no identificado porque son inusuales”, explica Castro-Tirado, “pero hasta la fecha todo lo que hemos encontrado tiene una explicación, ya sea un bólido o basura espacial”.

Uno de los casos más llamativos se produjo en 2004, cuando el satélite Sich-1 reentró en la atmósfera frente a la costa de Granada. “Hubo muchas llamadas a los bomberos porque la gente no sabía lo que había pasado”, recuerda el astrónomo. “A simple vista era como si se hubiera desintegrado alguna nave espacial o algún avión, lo que causó cierta alarma y la gente acaba llamando a la policía y a los periódicos. A mí me llamaron los periodistas y pudimos ver que teníamos la suerte de que la red había capturado la única imagen, porque el fenómeno fue muy breve y duró apenas 9 segundos”.

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