Una colaboración de Josemi Frechina
El pasado 24 de abril, se estrenaba el documental “Sirius”, dirigido por Amardeep Kaleka (ganador de un Emy en 2010) inspirado en el trabajo del Dr. Steven Greer y el equipo de Disclosure Project, dedicados a intentar desvelar la realidad que se oculta tras el llamado fenómeno OVNI y su posible encubrimiento por parte de diversos gobiernos de todo el mundo y muy especialmente del gobierno de los Estados Unidos.
Este trabajo, de excelente manufactura, al más puro “estilo Hollywood”, y tras el que se adivina un generoso presupuesto, documentaba los trabajos desarrollados por el Dr. Greer y su equipo orientados a que el gobierno desclasifique la información que tiene acerca de sus presuntos contactos con civilizaciones de origen no terrestre. Desde hace años, Disclosure Project lleva trabajando en esta línea con el fin de concienciar a la opinión pública internacional de la trascendencia de este asunto.
Sin embargo y para ser sinceros, “Sirius” no hubiera dejado de ser un documental más, (ciertamente, bien estructurado y mejor realizado) entre los muchos ya existentes, a no ser porque aportaba un documento realmente espectacular y único que, de confirmarse las hipótesis que insinuaba Greer, podía devenir en la prueba definitiva de la presencia extraterrestre en nuestro planeta desde, tal vez, hace ya muchos años. A modo de exclusiva mundial, se presentaban (insisto, siempre en opinión del equipo que realizaba el documental) los restos momificados del cuerpo de un ser diminuto, presuntamente extraterrestre, hallado en el desierto de Atacama (Chile).
Rápidamente, tanto en las redes sociales como en internet en general, la noticia se extendió con una rapidez espectacular y muy pronto cobró una extraordinaria notoriedad en los foros especializados, creando una fuerte controversia. Defensores y detractores del origen del “ser” se enzarzaron en discusiones muy a menudo insuficientemente documentadas. Como sucede con demasiada frecuencia en estos casos, los autores de las diversas páginas webs se copiaron los unos a los otros y, lo que es peor, fueron añadiendo informaciones espurias, que brindaron una magnífica oportunidad a todos aquellos cuyo objetivo es criticar y ridiculizar este fenómeno sin siquiera acudir a las fuentes originarias ni analizar la abundante documentación existente.
Quiero pensar que debido a un mero “descuido”, Greer presentaba el hallazgo de lo que ya calificaba como “El humanoide de Atacama” sin apenas citar a la persona que con su esfuerzo, dedicación y recursos hizo posible que este “ser” no cayese en el olvido o, peor aún, no se convirtiera en un espectáculo mediático: Ramón Navia Osorio-Villar, presidente del Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos, con sede en Barcelona. No es hasta pasado el minuto 24 del documental que Greer reconoce que “hay un hombre que dirige un instituto en otro país del cual no puedo hablar” y que es el que le hizo llegar ese “cuerpo tan inusual”. Ese hombre fue Ramón Navia.
Quien piense que esta historia es nueva, se equivoca. Navia, que ha viajado por todo el mundo en busca de pruebas de la existencia de este fenómeno, lleva desde el año 2003 (es decir, hace diez años) mostrando al “ser antropomórfico de Atacama” (ese sería su nombre correcto) a todos aquellos estamentos científicos que podrían certificar que se trata de una auténtica anomalía. Al “ser” se le han hecho pruebas diversas (radiografías, tomografías, análisis de ADN…), lo han visto, y lo siguen viendo, catedráticos de biología, médicos y antropólogos forenses de diversas universidades que no acaban de encajarlo dentro de los parámetros conocidos hasta ahora.
DogmaCero ha entrevistado al auténtico protagonista de esta historia, D. Ramón Navía, en un esfuerzo por acudir a la fuente primigenia de este asunto para que el lector pueda formarse una idea fundamentada sobre este caso. Mas allá de controversias y espectáculos, esta es la verdadera historia del “ser antropomórfico de Atacama”.
ENTREVISTA A RAMÓN NAVIA OSORIO-VILLAR:
“El ser de Atacama no es un fraude”
Hace tiempo que quería entrevistar a Ramón Navia-Osorio Villar, al que conozco personalmente desde hace casi 40 años. Así que cuando hace unos días le llamé para hablar del “Humanoide de Atacama” (aunque a él no le gusta nada ese nombre), que había saltado a la máxima actualidad en los foros especializados, encontré la ocasión perfecta para hacerlo.
Ramón Navia fue piloto de la marina mercante y, posteriormente, prestó sus servicios en una multinacional de la informática, pasando posteriormente a gestionar su propia empresa. Ha viajado por todo el mundo, en ocasiones por motivos profesionales y en otras investigando casos que le llegaban de avistamientos de “no identificados”. Y la primera pregunta, aunque recurrente, era inevitable.
DogmaCero: ¿Cómo ves el actual panorama de la ufología nacional?
Ramón Navia: Un desastre. No existe. No se hace prácticamente nada. Es cierto que hay muchos periodistas, informadores, divulgadores… todos ellos excelentes personas, que si les pides información te la facilitan, pero investigadores de campo, como lo entendíamos hace unos años, apenas hay nada.
DC: ¿Cuánto tiempo hace, Ramón, que te dedicas a la investigación OVNI?
RN: (Profundo suspiro…) Pues no sé, la verdad, nunca lo he contado. Eso se lleva en la sangre. Cuando era niño, mientras mis amigos leían “El guerrero del antifaz” o “Roberto Alcázar y Pedrín” yo disfrutaba con “Flash Gordon”: naves espaciales, habitantes de otros planetas, estrellas lejanas… Recuerdo que, allá por 1960, quedé impactado por uno de los primeros casos que pude leer en la prensa, que sucedió en Bahía Blanca (Argentina), en el que un objeto no identificado fue detectado por la marina argentina en el interior de Bahía Blanca. Con la ayuda de la marina norteamericana acordonaron la zona y bloquearon cualquier posible salida, pero cuál no fue la sorpresa cuando, de forma totalmente inexplicable, aquel objeto desapareció. Reconozco que ese caso marcó para mí un antes y un después, pero ya antes me había interesado por esos casos. Recuerdo que uno de los primeros libros que leí fue “Incidente en Exeter” de Frank Edwards y fue ahí donde comenzó una colección que hoy en día debe ir por los mil y pico libros, sólo de ufología… porque de temas conexos tengo muchos más.
DC: ¿Y cómo surgió la idea de crear el II.EE.[i]?
RN: Yo pertenecía al CEI (Centro de Estudios Interplanetarios) en el que estaba como investigador de campo. Era la época en la que era presidente Casas Huguet y la sede estaba en la calle Balmes, en Barcelona. Recuerdo que le comenté al secretario general del Centro la necesidad de contratar una línea telefónica para que los posibles testigos de avistamientos y aquellos otros con los que me entrevistaba, muy numerosos en aquella época, pudieran comunicarse con nosotros porque en mis trabajos yo me encontraba con frecuencia que los testigos me pedían un teléfono de contacto. El equipo que dirigía el CEI no estuvo de acuerdo y esto fue el detonante, junto con divergencias en el enfoque del estudio de los no identificados, que, junto con Alberto Vallés, decidiéramos iniciar un camino por nuestra cuenta, creando el Instituto de Investigaciones y Estudios Exobiológicos.
RN: Porque en la sociedad en la que vivimos, el nombre tiene mucha importancia. Se trataba de no poner “platillos volantes” que empezaba a estar ya muy desacreditado. Porque colocar un nombre equivocado puede abocarte al fracaso. Hablar de “platillos volantes”, de “gárgolas”, de “chupacabras”… puede dar una idea equivocada del tipo de estudios que realizamos y de su rigurosidad. Así que decidimos ponerle el nombre de “exobiológico”, aunque en aquella época la gente nos preguntaba por su significado porque nadie lo sabía.
DC: Y os pusisteis a trabajar en la investigación OVNI…
RN: ¡Qué va! Fue mucho más complicado. Quisimos hacerlo bien, así que encargamos el diseño de un logotipo, posteriormente registrarlo, redactar los estatutos, organizar el material que a nivel particular tenía cada uno… Y después empezó un largo periplo, lleno de dificultades, para legalizarlo ante el Gobierno Civil de la época. Al principio nos pusieron muchas pegas pero como fuimos tan insistentes y casi por agotamiento, el funcionario que tramitaba nuestro expediente, un día nos dijo que él había escrito un libro en el que se explicaba todo lo que había que hacer para constituir y legalizar sociedades. Nos dijo: “Si lo leéis y lo hacéis conforme yo digo, os legalizo”. Y así lo hicimos. Al cabo de un tiempo volvimos a presentar toda la documentación y nos la aceptó, si bien faltaba un último trámite: un informe técnico del ámbito académico que avalase que la solicitud de legalización se podía tramitar como “instituto de investigación”. Así que se remitió todo el expediente a la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
DC: ¿En qué año sucedía todo esto?
RN: Corría el año 1974, pero, claro, lo trámites fueron muy largos. Nosotros empezamos a mover papeles en 1970.
DC: ¿Y cuál fue la actitud del mundo académico?
RN. Pues la verdad es que en este caso tuvimos suerte. Recuerdo que tuvimos una entrevista con el catedrático de la Universidad de Barcelona, el Dr. Ramón Parés Farrás[ii], que para nuestra sorpresa era conocedor del fenómeno OVNI y que en seguida se mostró abierto a apoyar nuestra iniciativa. Curiosamente, ese fue el inicio de nuestra amistad personal y, de hecho, actualmente sigue colaborando con el II.EE. en el caso del “ser de Atacama”.
RN. Sí, pero totalmente real, te lo aseguro. Un caso con el que nos topamos casi por casualidad.
DC: ¿…?
RN: De siempre nuestra investigación se ha centrado en los OVNIS y en la investigación ufológica sobre el terreno: el llamado “trabajo de campo”. Recorriendo lugares distantes, nos hemos encontrado con frecuencia con temas que nos han llamado la atención y que, de uno u otro modo, están conectados con el fenómeno OVNI. Porque el fenómeno no abarca solamente un avistamiento o un encuentro, sino que comprende muchas disciplinas que con el tiempo hemos descubierto que guardan relación estrecha, aunque tal vez no en apariencia, con el fenómeno OVNI.
En una ocasión en la que estábamos en el desierto de Atacama, en Chile, nos encontramos con que un cuáquero nos dijo que había descubierto una especie de esqueleto momificado, de un ser muy pequeño, extremadamente curioso. Cuando nosotros lo vimos por primera vez, nos llamó mucho la atención el extraordinario parecido que tenía con el tipo humanoide identificado en ufología con el nombre de “los grises”. Pero, claro, era mucho más pequeño, tenía el cráneo abultado, unos brazos muy largos, unos ojos almendrados… tenía, en fin, unos parámetros que cuadraban con la descripción que algunos testigos hacían de un determinado tipo de extraterrestre.
DC: Pero el motivo del viaje a Chile fue la investigación de unos casos de avistamiento denunciados en la zona de Atacama.
RN: Sí, sí. El motivo de nuestras expediciones sobre el terreno es siempre la investigación OVNI. En este viaje iba acompañado de Raúl Núñez, nuestro delegado en Chile y estando allí nos llegó la noticia de que se había encontrado ese “ser”. Un hombre de negocios de la zona de ascendencia catalana, Ricardo Clotet, me enseñó unas fotos que me dejaron sorprendido y posteriormente me lo mostró físicamente. Al parecer, el Sr. Clotet se lo había comprado a un cuáquero de nombre Oscar Muñoz, que lo había encontrado en un vertedero de basura de La Noria. Para ser exactos: Oscar Muñoz lo encontró, el hermano de Ricardo Clotet se lo compró y éste lo primero que hizo fue ofrecerlo a una cadena de televisión chilena. Cuando me lo presentaron y me contaron la historia, vi claramente que si el “ser” acababa en un plató de televisión, se convertiría en un circo mediático y, al final, podría deteriorarse e, incluso, perderse para siempre. Mi interés no era para coleccionar y, ni mucho menos, para hacer negocio alguno, al contrario, al Instituto y a mí personalmente todo este asunto nos ha costado y nos sigue costando mucho dinero, sin que tengamos ningún interés mercantil en todo esto. Nuestro interés es totalmente científico, para que este asunto se conozca y se investigue. Por la morfología que presentaba el “ser” vi enseguida que era algo muy importante que debía ser investigado, rescatándolo de cualquier tipo de espectáculo o de un coleccionista que lo relegase a una vitrina.
DC: Y entonces lo traes a España…
RN: No, no. Y no por falta de ganas. Nosotros queríamos que entrase en nuestro país por la puerta grande para que luego fuera investigado por estamentos científicos y académicos como se merece.
RN: Mientras estábamos en Chile, Raúl Núñez le mostró el “ser” a un médico, el Dr. Raúl Artesana Sanabria, que le hizo un primer reconocimiento por si se trataba de un fraude. Tras su análisis, el Dr. Artesana concluyó que era un ser físico, real, que no era un fraude. Aun así, le dijimos al Sr. Clotet que queríamos que el ser fuera examinado en la Real Academia de Ciencias y Artes, en Barcelona. Y fue así como finalmente Ricardo Clotet lo portó a la sede de la Real Academia. Allí se procedió a un primer reconocimiento, más bien una toma de contacto, orientada a confirmar la autenticidad del “ser”. Lo examinaron el Dr. Ramón Parés, microbiólogo, el Dr. Jacinto Nadal, catedrático de la Facultad de Biología de Barcelona y el Dr. Antonio Tejedo, catedrático de Anatomía del Hospital Clínico de Barcelona.
DC: ¿Cuál fue la conclusión?
RN. Tras confirmar que la composición del “ser” era orgánica, apuntaron la necesidad de un estudio en profundidad que facilitara su clasificación y fue el Dr. Nadal quien –atendiendo a su constitución– apuntó el calificativo de antropomórfico. Fue un primer contacto destinado a validar la autenticidad del ser y poder proceder a la entrega del “ser” al II.EE. Además, nos dieron unas pautas de conservación de la momia dado que las condiciones ambientales de Barcelona son muy distintas de la zona de procedencia, Atacama, muy seca y rica en salitre.
DC: Y a partir de este momento empieza un largo periplo de pruebas y análisis para intentar averiguar la auténtica naturaleza del ser, ¿es así?
RN: En efecto, lo ven diversos biólogos y médicos y compruebo con tristeza como en privado admiten unas cosas, pero en público otras. Recuerdo que en una ocasión uno de ellos me dice que no podía certificarme lo que realmente pensaba porque “estoy pagando una hipoteca”. Y en otra ocasión, me dijeron que se trataba de un espécimen realmente extraño, que no podía ser clasificado dentro de los tipos conocidos actualmente por la ciencia… pero en público sostenía que era un feto.
DC: ¿Qué instituciones han examinado el “ser”?
RN: En el libro que publiqué a finales del año 2011, “El ser antropomórfico de Atacama”, puedes ver los diversos análisis a los que se ha sometido al “ser” por parte de diversos laboratorios, facultades de biología, etc. Por ejemplo, en la Universidad Complutense de Madrid, cuando lo mostramos para un posterior análisis, sin entrar en más consideraciones y casi sin examinarlo, nos dijeron que era un feto. Y eso pese a que el esqueleto está perfectamente formado, que las extremidades están completamente desarrolladas, que, incluso, tiene callosidades en la planta de los pies. ¡Este ser anduvo! Esto último me lo confirmaron en dicha universidad; sin embargo, luego, cuando les pedí que me hicieran un informe por escrito en este sentido, se negaron y se reafirmaron en su conclusión de que era un feto. Lo mismo que me dijo el Dr. Tichy de la Universidad de Salzburgo.
DC: ¿O sea que el “ser” fue analizado también por la Universidad de Salzburgo?
RN: Sí, pero previamente estuvimos en Berlín. En el año 2005 se celebró en Berlín una exposición, Unsolved Mysteries, de objetos extraños y de difícil explicación, organizada por Klaus Dona, por cuya mediación pudimos presentar el “ser”. Quiero destacar que cedimos el “ser” para su exposición sin que mediara interés económico alguno, si bien solicitamos, a cambio, que se hiciera un análisis para intentar conocer su naturaleza y origen. Klaus Dona había invitado al evento a dos científicos de la Universidad de Salzburgo con el fin de que obtuvieran ADN del “ser”. Cuando lo intentaron vieron que el esqueleto era frágil y quebradizo y decidieron trasladarlo a la Universidad de Salzburgo donde contaban con mejores medios. Curiosamente, en estas reuniones estuvo presente la señora Cristina Aldea que, en ausencia de Klaus Dona, se prestó a hacernos de traductora. La señora Aldea me pidió permiso para fotografiar el “ser” a lo que accedí con la condición de que no divulgara ni hiciera publicidad de las mismas. Cuál no sería mi sorpresa cuando, al poco tiempo, pudimos comprobar que esas fotografías fueron presentadas en un congreso que tuvo lugar en San Marino en 2006. En fin, anécdotas aparte, al final el “ser” acabó en la Universidad de Salzburgo, en el mismo equipo de trabajo que había analizado el ADN de Mozart.
DC: Y realizaron el análisis de ADN…
RN: Al final no. Nosotros les facilitamos unas radiografías (que habíamos hecho en Barcelona, en el centro de radiología y diagnóstico por la imagen del Dr. García Espuche), algunas de las cuales nos extraviaron. En esas radiografías se podía observar que el “ser” tenía una fisura en el húmero y otra en el pabellón auditivo derecho, que probablemente fue la causa de la muerte. Es decir, este “ser” murió por un golpe. Y eso descarta la hipótesis de que se trata de un feto: este “ser” vivió entre 6 y 8 años tal y como dice ahora la Universidad de Standford, anduvo, a juzgar por las callosidades observadas en las plantas de sus pies, y murió de forma traumática. Pero la Universidad de Salzsburgo acabó diciéndonos que se trataba de un feto. En fin…
DC: Y de vuelta a España, ¿se efectuaron nuevas pruebas?
RN: Sí, pero entonces nuestra investigación intenta abrirse a nuevas disciplinas. Pensamos que era necesario estudiar el entorno en el que el “ser” se había encontrado, desde un punto de vista histórico y antropológico. Se trataba de situar al “ser” en su contexto. Así que nos pusimos en contacto con el antropólogo de la Universidad de Tarapacá (Chile), Bernardo Arriaza Torres, especialista en la cultura chinchorro y gran conocedor de los pueblos andinos. El primer encuentro lo tuvimos una noche en Arica y, tras un rápido examen del “ser”, nos dijo que se trataba de un feto con algún tipo de malformación. Al día siguiente volvimos a encontrarnos en el Museo Arqueológico de San Miguel de Azapa y fue allí donde nos recomendó llevar el “ser” a un congreso de momias que se celebraría en Lanzarote en febrero de 2007 y que él nos apoyaría, supongo que debido a los argumentos que aportamos en contra de la hipótesis del feto.
DC: ¿Y cuál fue la acogida que os dieron?
RN: Acudimos a los organizadores del evento y nos dijeron que, siempre y cuando no hagamos publicidad en la prensa del “ser”, permitirán que presentásemos una ponencia al final del congreso. Seguimos las instrucciones de los organizadores en cuanto a inscripción y demás (una de las cosas que debimos hacer fue encargar unos posters a modo de presentación) y cuál no sería nuestra sorpresa cuando al llegar a la sede del congreso a la hora indicada, nos habían cerrado la sala
DC: ¿Cómo?
RN. Parece increíble, ¿verdad? Pese a ello, insistimos y pudimos enseñar la momia del “ser” a los participantes que estaban en el hotel y la verdad es que nos extrañó mucho que, sin análisis ni examen en profundidad ni prueba alguna y observando el “ser” en una sala mal iluminada, dictaminasen que se trataba de un feto. En ese congreso conocimos a Francisco Etxebarria Gabilondo, antropólogo forense y titular de la cátedra de medicina legal de la Universidad del País Vasco que dijo que estaba convencido que era un feto y se comprometió a darnos un dictamen por escrito. Pese a agradecer el gesto del Dr. Etxebarria, la verdad es que no coincido con algunas de las conclusiones a las que llega en su informe
DC: ¿También lo ha visto la Universidad de Granada?
RN: Sí. Fue en ese congreso de Lanzarote en donde, para salir de dudas, nos recomendaron que hiciéramos un análisis de ADN al “ser”. Precisamente en ese evento conocimos a D. Miguel Cecilio Botella, catedrático de Antropología Física de la Universidad de Granada, que se brindó a efectuar ese análisis de ADN. Así que, pasados unos días, nos presentamos en la Universidad de Granada. Allí fueron muchas personas de todos los departamentos los que se interesaron por el “ser”. Recuerdo que el antiguo decano nos dijo: “Tened paciencia porque a la ciencia le cuesta mucho admitir las cosas nuevas”. La misma persona que analizó el ADN de Cristóbal Colón fue quien analizó el ADN del “ser”. Al cabo de unos meses, el Dr. Juan Carlos Álvarez nos dijo que se trataba de una momia correspondiente a un ser de raza amerindia, que era una hembra y varias cosas más, sin mayor trascendencia, con las que no estoy en absoluto de acuerdo. Porque el “ser” de amerindio no tiene nada: 13 centímetros, con cresta, la longitud de las extremidades, el tamaño de la cuenca de los ojos…
DC: Me decías que paralelamente a este tipo de estudios, habíais iniciado una línea de investigación que aportara información acerca del entorno en el que debió vivir ese “ser”, ¿verdad?
RN: Entramos en contacto con una investigadora colombiana, Gilda Mora, que me abrió los ojos al decirme que tenía noticias de estos seres, que habían existido en tiempo de la conquista española, de Nueva España y que, incluso hoy en día, se tenía referencias de ellos en un lugar llamado “El cerro de los enanos”, en Colombia, de muy difícil acceso. Esas historias hablan de una civilización de seres diminutos, de unos 35-40 centímetros, que vivirían en lo alto de las montañas. Y eso encaja con la momia del “ser” que tenemos, porque se trata de un individuo joven, de ahí que mida apenas 14 centímetros, además sabemos que los procesos de momificación el cuerpo se encoge un poco.
DC: Pero la ciencia se enroca en la hipótesis del feto.
RN: Desgraciadamente, así es, al menos en público. En cierta ocasión el Dr. Parés me dijo que si conseguíamos un segundo ejemplar, entonces no habría opción y la ciencia debería reconsiderar la hipótesis de que se trataba de un simple feto. Así que en 2008 organizamos una segunda expedición, pero esta vez no ya para documentar posibles casos de OVNIS sino con el propósito de localizar un segundo “ser” que confirmase que estamos ante un desafío que hay que investigar en profundidad. Ciertas informaciones, que recabamos de unos y de otros, nos llevaron hasta Pachica, en el desierto de Atacama, un lugar muy alejado de donde Oscar Muñoz encontró la primera momia. Pachica es una población pequeña, de casas modestas y una vez allí entablamos amistad con sus habitantes que nos llevaron al lugar en el que, según nos dijeron, habían encontrado otro cadáver muy parecido al “ser”, metido en una vasija, que es como se enterraba a los gentiles.
DC: ¿Quiénes son esos gentiles?
RN: Cuando documentamos el entorno geográfico en el que debía moverse el “ser”, topamos con los testimonios de la tradición oral de personas de la etnia aimara. Hemos hablado con dirigentes del pueblo aimara y para ellos no existe ninguna duda: estos seres existen y forman parte del llamado “pueblo gentil” que convivía con los aimaras. Vivian separados pero ese pueblo existía y se respetaban. El pueblo gentil habitaba la zona que se encuentra en lo que actualmente es el sur de Perú, Bolivia y el norte de Argentina y Chile. Al parecer, con la llegada de los españoles muchos de ellos murieron y los supervivientes se refugiaron en las montañas.
DC: ¿Y pudisteis encontrar algún rastro de esos seres?
RN: Por desgracia no, aunque tengo la sensación de que estuvimos cerca. En 2005 hubo un terremoto en la zona de Tarapaca y en la montaña, en donde esperábamos hallar un enterramiento, se había producido un corrimiento de tierras y, pese a nuestros esfuerzos, no conseguimos localizarlo. Estuvimos hablando con un dirigente aimara, Alejandro Capetillo, ingeniero químico de profesión, que nos habló de la existencia de unos bancales en donde esos seres cultivan maíz. Pudimos hablar también con una indígena aimara que nos refirió una población más al interior, de muy difícil acceso. Desgraciadamente, teníamos el vuelo de regreso cerrado y no nos dio tiempo de llegar hasta ahí. Una pena porque estoy convencido de que con un poco más de tiempo hubiéramos podido localizar la momia de otro de estos “seres”. Nos queda pendiente.
DC: ¿Qué papel juega el Dr. Steven Greer en todo este asunto?
RN: La primera vez que hablé con el Dr. Greer fue en Sitges, a raíz del congreso de Exopolítica, en verano de 2007. Le invité a visitar el centro del II.EE. y fue allí donde le mostré el ser antropomórfico de Atacama. Tras una primera observación, su reacción fue decirme que no era humano. ¡Y él es médico! No volvimos a vernos otra vez hasta septiembre de 2012 de nuevo, cuando él voló desde Estados Unidos hasta Barcelona para examinar de nuevo el “ser” y poderlo filmar. Semanas antes habíamos tenido una larga conversación telefónica en la que un abogado sudamericano nos hizo de traductor. La sensación que tuve fue que el Dr. Greer pretendía documentar un artículo, pero no pensé que fuera a venir a Barcelona ya que desde el año 2007 en que había visto el “ser” por vez primera parecía que se había desentendido del asunto, hasta finales de verano de 2012, cuando volvió a venir con la Dra. Bravo y su equipo. Entonces fuimos a un centro de radiología para que le hicieran radiografías, tomografías computarizadas y le extrajeran ADN.
DC: Y a partir de esos elementos, el Dr. Greer y su equipo elaboran el documental de Sirius Disclosure, ¿es así?
RN: Exacto.
DC: Y con la perspectiva que da la experiencia y el camino recorrido ¿Cuál es tu opinión acerca de la naturaleza y origen del “ser”?
RN: Yo creo que tenemos entre manos algo muy importante. Y quienes han efectuado los análisis y los estudios desde los diversos estamentos científicos lo saben, pero no se atreven a confesarlo públicamente. Y es que me extraña mucho que no haya más interés por parte de los estamentos académicos en iniciar una investigación en profundidad. Es como que algo les asusta. Nosotros intentamos ser muy prudentes, no hacemos publicidad ni proselitismo de tipo alguno. Vamos a lo nuestro: investigación del fenómeno OVNI allí donde se presente. Ha sido muy recientemente, a raíz del documental del Dr. Greer que este asunto ha tomado una cierta relevancia. Y lo que más lamento es que se haya bautizado a ese “ser” cuando en realidad todavía no sabemos a ciencia cierta de qué se trata. ¿No sería más propio llamar “ser antropomórfico de Atacama”? Porque en definitiva y hasta donde nosotros sabemos es de lo que se trata: un ser de aspecto y apariencia humana hallado en el desierto de Atacama.
DC: Pero, ¿no crees que realmente pueda tratarse de un humanoide, tal y como lo califica el Dr. Greer?
RN: Una cosa es lo que creo y otra muy distinta lo que puedo afirmar. Yo creo que, con los indicios que tenemos y en función de las experiencias que he podido obtener de los contactos en mis diversos viajes a la zona, efectivamente podríamos estar ante un espécimen de una raza que llegó en tiempos remotos a la Tierra. No sabemos qué pudo haber pasado pero, por causas que ignoramos, quedaron atrapados sin posibilidad de regreso y se refugiaron en los Andes (tal vez porque las condiciones climáticas y de presión se asemejarían a su lugar de origen) en donde se reprodujeron y consolidaron algún tipo de organización social que han mantenido de forma muy discreta hasta ahora. Curiosamente, estos seres –según las referencias que hemos obtenido tanto en Chile como en Colombia– son nocturnos. Eso es lo que creo. Lo que puedo afirmar es que se trata de un ser real, de naturaleza orgánica, de apariencia antropomórfica que no encaja con ningún tipo humano conocido. Y que nos queda un largo camino de investigación por recorrer.
© David Álvarez Planas 2013
ARTICULO PUBLICADO EN EL NUMERO 2 DE LA PUBLICACION DIIGITAL DOGMACERO-HORIZONTE ALTERNATIVO
http://www.dogmacero.org/dogmacero-digital/
[1] II.EE. Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos con sede en la calle Provençals, 5 de 08019-Barcelona
[2] Ramón Parés i Farrás. Barcelona, 1927. Licenciado en Ciencias Naturales por la Universidad de Barcelona, Doctor con premio extraordinario en 1956. Titular de la cátedra de Microbiología de la UB en1964. De 1968 a 1973 decano de la Facultad de Biología de la UB. De 1973 a 1975 presidente de la Societat Catalana de Biología. De 1956 a 2004 presidente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Nancy (1987).
http://www.dogmacero.org/el-ser-de-atacama-no-es-un-fraude-entrevista-a-ramon-navia-osorio-villar-2/