Una colaboración de Jose Lopez
El cerebro humano recuerda con mayor grado de detalle las experiencias cercanas a la muerte (sensaciones narradas por personas que han sobrevivido a un coma o a una muerte clínica) que el resto de vivencias cuando se está despierto. Así lo ha demostrado un estudio conjunto entre la Universidad belga de Lieja y el Coma Science Group, que ha publicado la revista científica PLOS ONE. Las descripciones de las experiencias cercanas a la muerte (ECM) siempre han sorprendido a psicólogos y neurocientíficos por su alto grado de precisión y el total convencimiento de las personas que aseguran haber visto esa metafísica luz al final del túnel o las mismas puertas del Cielo.
En los momentos vitales críticos, los mecanismos neuronales sufren una serie de alteraciones provocando que el cerebro funcione de manera diferente a la habitual. Unos cambios neurofisiológicos que fijan en nuestro cerebro recuerdos “más claros e incluso más sensitivos que los de las experiencias reales, cuando la vida no se encuentra en peligro”. Aunque todavía es necesario continuar las investigaciones para conocer las implicaciones de los cambios neuronales producidos, esta es la primera vez que se logra aportar una explicación rigurosa desde el punto de vista científico a las ECM, a pesar de la numerosa documentación existente.
Los investigadores pudieron demostrar que las disfunciones del lóbulo parietal causan una sensación de separación entre cuerpo y mente, pues muchos de los relatos de ECM ahondan en cómo los pacientes son capaces de verse a sí mismos en tercera persona. Unas explicaciones basadas en las diferencias establecidas entre el cerebro orgánico y la imaginación, por lo que aseguran que los secretos relacionados con este fenómeno se esconden en los mecanismos neuronales, que tratarán de profundizar en próximas investigaciones.
Una alucinación muy consciente
Para la científica Marie Thonnard, autora principal de estudio, todo se reduce al campo de las sensaciones, por lo que las ECM son solo un producto de la imaginación, muy similares a las alucinaciones. Una afirmación que choca con las tesis de que hay vida después de la muerte, fundamentadas en la existencia de este tipo de fenómenos.En los momentos vitales críticos, los mecanismos neuronales sufren una serie de alteraciones que provocan alucinaciones
Entre los defensores de esta idea destacan el neurocirujano de la universidad de Harvard Eben Alexander, quien ha hecho de su último libro, Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Journey into the Afterlife (La prueba del Cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte), un místico relato en primera persona sobre la vida eterna. Asimismo, el cardiólogo Pim van Lommel es uno de los principales estudiosos de este fenómeno, que explica porque “la muerte sólo es un cambio de conciencia y esta, a su vez, “no es más que un retransmisor de la dimensión en la que vivimos”.
La prestigiosa fundación John Templeton es la mayor mecenas en la actualidad de estos estudios. Así, ha otorgado nada menos que cinco millones de dólares al profesor de filosofía de la Universidad de Riverside John Martin Fischer para investigar en profundidad las experiencias al borde de la muerte. Es lo que se ha dado en llamar Proyecto Inmortalidad y que se desarrollará durante los tres próximos años.
Un mecanismo de defensa psicológica ante el peligro
En el caso del estudio dirigido por Thonnard se compararon las respuestas de dos grupos de voluntarios que habían sobrevivido a un coma, uno de ellos con ECM y el otro sin recuerdo alguno, con las de otro grupo de personas que nunca había sufrido un coma. De este modo pudieron evaluar las características fenomenológicas de los recuerdos (sensoriales, emocionales, autorreferenciales, etc.) reales frente a los de las experiencias cercanas a la muerte. El resultado fue que en estos últimos se potencian las características fenomenológicas.Los efectos farmacológicos favorecen este tipo de fenómenos
La hipótesis que maneja ahora el grupo de investigadores es que la alteración de los mecanismos fisiológicos, unida a los efectos farmacológicos en las conexiones neuronales, generan las condiciones favorables para que se produzcan estos fenómenos. Sería algo así como una alucinación debido al estado de perturbación del cerebro. De hecho, se produce una especie de autoengaño, como si se tratase de un mecanismo de defensa psicológica, prácticamente igual al que se activa por las alucinaciones.
Otros estudios anteriores ya habían apuntado a la anoxia (carencia de oxígeno) de los pacientes en coma para relacionar las ECM con las alucinaciones. Unas conclusiones que ahora vuelven a reforzarse, a pesar de que sigue sin existir unanimidad entre la comunidad científica.