La cabeza del jíbaro: celebración de la voz humana.

“Por naturaleza, la sociedad primitiva sabe que la violencia es la esencia del poder. Al constreñir al jefe a moverse solamente en el elemento de la palabra, es decir, en el extremo opuesto del poder y de la violencia, la tribu se asegura de que todo quede en su lugar”   Pierre Clastres, antropólogo.

La comunicación que libera.

“Tenían las manos atadas, o esposadas, y sin embargo los dedos danzaban, volaban, dibujaban palabras. Los presos estaban encapuchados; pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar estaba prohibido, ellosconversaban con las manos. 
Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en prisión aprendió sin profesor:
– Algunos teníamos mala letra- me dijo-. Otros eran unos artistas de la caligrafía.
La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie: en cárceles y cuarteles, y en todo el país, la comunicación era delito. 
Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores. Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse, congolpecitos, a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se peleaban: compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.”cuenta el escritor Eduardo Galeano.
Y aquí van unos ejemplos:

La comunicación que renace.

Helen Keller, sorda y ciega de nacimiento, en sus primeros años no tuvo contacto con el exterior. Vivía como relata ella ”en un mundo que era un no-mundo” “un tiempo inconsciente, aunque consciente, en la nada” y rehusaba de ser acariciada.

Un día, en un pozo, comprendió que los signos que la maestra le deletreaba en una mano simbolizaba el líquido fresco que se derramaba sobre la otra. Allí atrapó en sus manos el fluido que la conectaba con el mundo: la comunicación. Y no deja de perfeccionarlo. Ella misma lo explica cuando, molesta, critica a quienes creen que los ciegos y los sordos no tienen derecho moral de referirse a la belleza, los cielos, las montañas, los pájaros y los colores.

“Admito que puede haber innumerables maravillas en el universo visible. De igual manera, oh confiado crítico, hay una miríada de sensaciones que yo percibo en las cuales tú ni sueñas.” dice.

 

La comunicación que ayuda.

Y si no pudieras utilizar ni tu voz ni tus manos, ¿cómo harías para comunicarte?
Lourdes y Mentxu Arrieta, cuentan:
“A diferencia del resto de las personas, que nacen con un lenguaje ya establecido, nosotras, aunque nacimos también con el potencial de comunicar, vinimos al mundo sin la más mínima posibilidad de que nadie pudiera enseñarnos uno, ni entendernos; sin habla, ni medios, ni códigos. No era el mejor de los comienzos, vamos. Pero también nos hicieron cabezotas así que pronto establecimos cuál sería nuestro super objetivo en la vida: encontrar –fuera como fuera- una manera de comunicarnos.”
Las hermanas Arrieta son dos mujeres con atetosis doble congénita. A finales de los 50 nadie sabía qué hacer con ellas: las llevaban de sanatorio en sanatorio. Desde entonces, las dos han peleado por poder comunicarse y demostrar que bajo su aspecto se esconden dos mentes absolutamente lúcidas. Entre las dos crearon un lenguaje propio que aprovechaba al cien por cien sus escasas posibilidades comunicativas.
‘El Método Arrieta’, como así lo llaman, está articulado en base al único órgano de su cuerpo que controlan al cien por cien: el ojo. Concretamente moviendo tan solo el iris son capaces de comunicar todo el abecedario, los números y hasta quince signos ortográficos.
“Mi hermana y yo asistimos todas las mañanas a rehabilitación; estábamos en el gimnasio, yo con todo el cuerpo atado y con unas manoplas de hierro en las manos, las cuales se me incrustaban en la carne con el peso de los sacos y me hacían daño. Se lo quise decir a mi hermana para que esta a su vez se lo dijera a la enfermera, pero era imposible decirle nada, estaba lejos y no me oía. Recuerdo que era la siguiente frase: “tengo las manos frías”. Aquello era angustioso, las manos me dolían y se lo tenía que decir. Comencé a trazar la “t” y lo interpretó como una cruz. Lo intenté por tercera vez y consiguió entender la letra. Las letras restantes de la frase no le costó entenderlas.”

La comunicación de las oprimidas.

Hace 1.700 años, las mujeres chinas estaban privadas de una educación formal y vivían encerradas en las casas de sus padres o de sus maridos, sometidas a la autoridad masculina, sin posibilidades de aprender a leer y escribir el idioma de los hombres. Fue así como aquellas campesinas analfabetas inventaron un idioma propio, el Nushu. Nushu en chino quiere decir escritura de mujeres. Según se cree, el código secreto fue transmitido desde entonces de generación en generación sólo a las mujeres, comunicándose reflexiones íntimas, consejos, correspondencia, así como descripciones de bombardeos y guerras.

Uno de los documentos recuperados dice: ”Los hombres se atreven a salir de casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender”. Otro señala:”Debemos establecer relaciones de hermanas desde la juventud y comunicarnos a través de la escritura secreta”.

La comunicación de La Paz.

Los siete primeros califas de la dinastía Abásida que gobernaron el imperio musulmán invirtieron en la comunicación como estrategia. El Islam significó la primera globalización del mundo: destruyó las fronteras comerciales y garantizó la seguridad de las personas, de modo que pudiesen trasladarse de un lugar a otro sin sufrir daños.  Así, comerciaban desde Francia, pasando por Antaki, hasta llegar a Bagdad, para bajar por el Tigris hasta Omán, a India y finalmente a China, y todos estos sitios estabanconectados entre sí sin la menor interrupción.

Así, tradujeron libros de matemáticas y astronomía, construyeron observatorios y abrieron fábricas de papel para ofrecer a las masas libros para leer. La fórmula bélica más devastadora del Islam fué hacer la guerra desde la poesía y se creía profundamente que las palabras eran más potentes que las flechas.

Un imán sufí del siglo XI, Qushairi, predicaba que sin conocer nunca a un extranjero, jamás descubriremos quienes somos: ”El viaje (safar) consiste en descubrir los valores éticos internos de uno mismo” “Hay un viaje que implica solamente el cuerpo. Uno se mueve de un lugar a otro. Y hay otro tipo que implica el espíritu (qalb)”. En este segundo tipo de viaje, se termina convertido en un ser diferente ”Te gradúas de una cualidad a la siguiente”
La decadencia de los árabes comenzó cuando empezaron a descuidar el arte de la comunicación, el “jadal”. El siguiente califa, Al Mutadid, anunció a la población de La Paz (que es como se conocía a Bagdad) que los cuentistas, los astrólogos y agentes similares no podían actuar en las mezquitas ni en las calles. También quedaba prohibido vender o intercambiar libros sobre retórica, filosofía griega o el arte del diálogo y la discusión.

En 1258, el hijo de Gengis Khan saqueó Bagdad de una manera terrorífica.

La comunicación de la guerra.

“Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza del vencido. La cortan y la reducen hasta que cabe en un puño, para que el vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre”.
“En lengua guaraní ñe’ê significa “palabra” y también significa “alma”. Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma.” cuenta también Galeano.

Y también cuenta que hace unos 300.000 años la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras y creyeron que podrían entenderse.

Y que en eso estamos. En eso estamos todavía, queriendo ser dos,
muertos de miedo,
muertos de frío,
buscando palabras.

 

Fuentes:

El libro de los abrazos. Eduardo Galeano.
Antropología del cerebro. La conciencia y los sistemas simbólicos” Roger Bartra.
Un libro para la Paz. Fátima Mernissi.

http://letraslibres.com/revista/convivio/el-deber-de-la-palabra?page=full

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