Una colaboración de lalunagatuna
¿Fueron adoradores de la diosa Kali o simples ladrones y asesinos?.
Fotograma de la película ‘Los estranguladores de Bombay’ (1960).
Durante al menos 150 años una extraña secta sembró el terror en la India. Su leyenda negra dice que asesinaron a dos millones de personas, pero aunque sólo fuesen cincuenta mil, como dicen los historiadores, ya sería un número elevado. Fueron conocidos como los thugso los estranguladores.
Hay muchas dudas acerca de en qué medida pueden considerarse una secta religiosa. La literatura ha alimentado la creencia de que todos los thugs eran adoradores de la diosa Kali, sin embargo, entre ellos había hindúes, musulmanes y sijs. Por otra parte, la mayor parte de los devotos de Kali no tenían nada que ver con los estranguladores.
Un grupo de thugs asesina a un viajero, según un grabado de la Biblioteca Británica.
La secta thuggee fue ante todo una organización criminal que se dedicó al asesinato múltiple y al robo de los viajeros de las caravanas que recorrían la India entre 1680 y 1830, aunque cabe la posibilidad de que su existencia sea anterior. En aquellos tiempos, la mayoría de los viajes se realizaban en caravanas, una forma más segura de defenderse de los ataques de bandidos. Por eso, estos tuvieron que adoptar formas de organización y nuevas tácticas para poder asaltar las caravanas con éxito. Los thugs trabajaban en equipo, con una férrea disciplina, una cuidadosa planificación y una puesta en acción perfectamente coordinada.
Su forma de operar consistía en que varios thugs se unían a la caravana y se hacían pasar por viajeros para ganarse la confianza de los demás. Una vez lograda, esperaban llegar al lugar adecuado, un sitio aislado, a ser posible sin caminos de escapatoria para las víctimas. Al llegar la noche, mientras los viajeros dormían, o durante un descanso, cuando estaban entretenidos realizando tareas diversas, actuaban de la forma más sigilosa posible. Para matar utilizaban la técnica del estrangulamiento, que apenas produce ruido. Se dice que empleaban como arma un pañuelo o bandana de color amarillo. Así iban eliminando uno a uno a los miembros de la caravana y se apoderaban de sus pertenencias.
Un grupo de supuestos thugs hacia 1894. Foto: Wikimedia.
La propia naturaleza de la secta hace que no haya datos fiables acerca de la fecha de su creación, por lo que las estimaciones del número total de víctimas que causaron varían ampliamente, dependiendo del período de existencia que se atribuya a los estranguladores. Si se hace caso a quienes afirman que ya existían en el siglo XIV, la secta thuggee pudo ser responsable de aproximadamente dos millones de muertes, mientras que el historiador británico Mike Dash estima que mataron a cincuenta mil personas en total, con base en su suposición de que sólo comenzó a existir 150 años antes de su erradicación en la década de 1830.
Cartel de la película ‘Los estranguladores de Bombay’ (1960).
El fin de los estranguladores se produjo con la llegada de los británicos a la India. Estos se propusieron acabar con la secta, para lo cual emplearon una estrategia basada en la infiltración, el estudio de las técnicas del enemigo y las recompensas a los delatores o informadores. Crearon un cuerpo especial de policía, el Thuggee and Dacoity Department y pocos años después no quedaba un solo thug en la India gobernada por Gran Bretaña.
Por último hay que mencionar la teoría que sostiene que la secta nunca existió, sino que fue un error o un invento de los ingleses, que interpretaron, involuntariamente o a propósito, que los autores de todos los delitos que se cometían en el país eran los thugs.
Los ingleses terminaron con los thugs empleando métodos expeditivos. Fotograma de Gunga Din (1939).
Indy tuvo que verse las caras con este siniestro personaje en Indiana Jones y el templo maldito (1984).
Sin embargo, la secta de los estranguladores sobrevivió en la literatura, en obras comoConfessions of a thug de Philip Meadows Taylor y la serie de novelas de Sandokán por Emilio Salgari. En el cine aparecieron, entre otras películas, en Gunga Din (1939), Los estranguladores de Bombay (1960), Indiana Jones y el templo maldito (1984) y en algunas de las adaptaciones de la obra de Salgari citada.