Entrevista con Stephen Porges y su teoría polivagal

Entrevista a Stephen Porges, por Ravi Dykema
Stephen Porges

¿Qué pasa si muchos de tus problemas pudieran explicarse por la reacción automática de tu cuerpo a lo que ocurre a tu alrededor? ¿Qué pasa si la cura para los trastornos mentales y emocionales, que van desde el autismo a los ataques de pánico, tuvieran una nueva forma de entenderse y enfocarse desde el propio funcionamiento del sistema nervioso? Stephen Porges, piensa que podría ser así. Porges, es profesor de psiquiatría en la Universidad de Illinois, Chicago, y director del Brain-Body Center de esta misma institución, y ha pasado gran parte de su vida en busca de pistas sobre la forma en que funciona el cerebro, en esta búsqueda ha desarrollado lo que él denomina la teoría polivagal. Se trata de un estudio sobre la evolución del sistema nervioso humano y los orígenes de las estructuras cerebrales, y con ello supone que muchos trastornos de nuestra conducta social y emocional son biológicos, es decir, que hay más «circuito biológico» (hard wired) dentro de nosotros de lo que solemos pensar. Basándose en esta teoría, Porges y sus colegas, han desarrollado técnicas de tratamiento que pueden ayudar a la gente a comunicarse y relacionarse mejor con los demás.

El término «polivagal» combina «poli», que significa «muchos», y «vagal», que hace referencia con un importante nervio llamado «vago«. Para entender esta teoría, debemos ver primero el nervio vago, el componente primario del sistema nervioso autónomo. Esto es el sistema nervioso que no controlamos, que hace cosas de forma automática, como digerir los alimentos. El nervio vago sale del tronco encefálico y tiene ramas que regulan la estructura de la cabeza y de diversos órganos, incluyendo el corazón. La teoría propone que dos ramas diferentes del nervio vago están relacionadas con esa forma única en que reaccionamos ante una situación que percibimos como segura o insegura. También se describen tres etapas evolutivas que tuvieron lugar durante millones de años, con el desarrollo de nuestro sistema nervioso autónomo.

La mayor parte del trabajo Porges se lleva a cabo ahora en el Brain-Body Center, de unos 2.230 metros cuadrados, como centro de investigación interdisciplinario de la Universidad de Illinois. En el Centro, trabajan juntos profesionales del campo de la endocrinología, neuroanatomía, neurobiología, psiquiatría y psicología. Allí estudian modelos de comportamiento social y el desarrollo de tratamientos para trastornos como el autismo y la ansiedad. La teoría polivagal de Porges se está convirtiendo en parte de la formación de los trabajadores, sean terapeutas o educadores. Un ejemplo es la conferencia nacional de Hakomi el pasado verano celebrada en la Universidad de Naropa, donde el Dr. Porges fue orador principal. (Hakomi es a la vez un sistema de trabajo corporal y un sistema de psicoterapia centrada en el cuerpo).

En esta entrevista, Porges habla sobre la teoría polivagal y su importancia, con Ravi Dykema, editor de Nexus.

R.Dykema: Por favor, hábleme acerca de la teoría que ha desarrollado, la teoría polivagal. ¿Es una innovación en la teoría de los dos sistemas nerviosos?

S.Porges: Permítame aclararlo. Históricamente, el sistema autónomo se divide en dos ramas, una se llama el simpático y la otra el parasimpático. Se trata de un modelo organizativo que entró en vigor a finales de 1800 y principios de 1900. Con el paso de los años, este modelo ha adquirido una vida propia, a pesar de nuestro actual mayor conocimiento. Básicamente, el sistema simpático se vincula con la respuesta de «lucha o huida», y el sistema parasimpático con el funcionamiento normal, cuando uno está tranquilo y sereno.

Este modelo del sistema nervioso autónomo ha ido evolucionando en diversas «teorías de equilibrio», dado que la mayoría de los órganos del cuerpo, como el corazón, los pulmones y el intestino, reciben inervación simpática y parasimpática.

La mayor parte de la inervación parasimpática (energía nerviosa) proviene de un nervio, llamado el nervio vago, que sale del cerebro e inerva el tracto gastrointestinal, el tracto respiratorio, el corazón y las vísceras abdominales. Sin embargo, la forma más fácil de imaginar las vías nerviosas que pasan por el nervio vago, es pensar en éste como un tubo o conducto. La conceptualización del vago de esta manera, obligó a los científicos a darse cuenta que varias fibras del nervio provienen de distintas áreas del tronco encefálico. Por ejemplo, las vías nerviosas que pasan por el nervio vago hasta el intestino inferior provienen de un área del cerebro, mientras que los caminos que los nervios que van al corazón y los pulmones vienen de otra área.

R.Dykema: ¿Es eso una información relativamente nueva?

S.Porges: Sí. Pero la teoría es que el sistema reacciona a los desafíos del mundo real de una manera jerárquica, y no de una manera equilibrada. En otras palabras, si estudiamos el camino evolutivo de cómo se desarrolló el sistema nervioso autónomo de los vertebrados, desde los antiguos peces sin mandíbulas hasta los peces óseos, de los mamíferos hasta los seres humanos, nos encontramos con que no sólo existe una complejidad en el crecimiento de la corteza, (la capa exterior del cerebro, que es la parte más grande del cerebro), también hay un cambio en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo. No se trata sólo de un sistema simpático / parasimpático en equilibrio. En realidad, es un sistema jerarquizado.

R.Dykema: Así que, ¿sucede una cosa y a continuación otra, después otra y después otra cosa?

S.Porges: Correcto. Esto influye en la forma que reaccionamos ante el mundo. La jerarquía se compone de tres circuitos neuronales. Un circuito puede sustituir a otro. Por lo general, reaccionamos con nuestro más reciente sistema, y ​​si eso no funciona, se prueba con el anterior, y si no, el más antiguo. Comenzamos con nuestros sistemas más modernos, y vamos trabajando hacia atrás.

Asi es como la teoría polivagal considera la evolución del sistema nervioso autónomo y su organización, pero también hace hincapié en que el sistema vagal no es una sola unidad, como se piensa desde hace mucho tiempo. Actualmente hay dos sistemas vagal, uno viejo y uno nuevo. De ahí es donde viene el nombre de polivagal.

La etapa final, la más reciente, sólo aplicable a los mamíferos, se caracteriza por un vago que tiene vías mielinizadas. El vago es el nervio principal del sistema nervioso parasimpático. Tiene dos ramas principales. La más reciente está mielinizada y está vinculada con los nervios craneales que controlan la expresión facial y la vocalización.

R.Dykema: Lo cual es totalmente beneficioso para alguien que nos mira, ¿no?


S.Porges: Sí, o para nosotros mirarlos a ellos, o para la comunicación y la señalización, o incluso la música. Nos olvidamos de que la escucha es en realidad un «motor» de actuación y consiste en tensar los músculos en el oído medio. Los músculos del oído medio están regulados por el nervio facial, que también regula el levantamiento de los párpados. Cuando usted está interesado en lo que alguien está diciendo, levanta los párpados y tensa al mismo tiempo los músculos del oído medio. Entonces está preparado para escuchar su voz, incluso en entornos ruidosos.

R.Dykema: Interesante. ¿Cómo se aplican estos principios o conclusiones en un entorno de tratamiento?

S.Porges: Digamos que usted es un terapeuta, un padre o un maestro, y tiene unos clientes, estudiantes o niños con la cara plana, sin expresión facial. Una cara sin tono muscular, de párpados caídos y mirada esquiva. Es muy probable que ese individuo también tenga hipersensibilidad auditiva y dificultad para regular su estado corporal. Estas son las características comunes de varios trastornos psiquiátricos, como los trastornos por ansiedad, personalidad límite, trastorno bipolar, autismo o hiperactividad. El sistema neuronal que regula tanto el estado del cuerpo como los músculos de la cara, le pondrá fuera de línea. Por lo tanto, las personas con estos trastornos a menudo carecen de afecto en sus caras y están nerviosos, porque su sistema nervioso no provee de información para calmarlos.

R.Dykema: ¿Cuáles son las opciones de tratamiento que la teoría polivagal propone para las personas con estos trastornos?

S.Porges: Una vez que entendemos los mecanismos que condicionan la enfermedad, podremos tratarla. Por ejemplo, ya no vale decir «quédate quieto», o castigar a una persona porque no puede quedarse quieto. Igual que tampoco dirías, «¿Por qué no te ríes?» o «Trate de escuchar mejor» o «Mírame a los ojos», cuando estas conductas están ausentes. A menudo los programas de tratamiento intentan enseñar a los clientes a tener contacto visual. Pero enseñar a alguien a tener contacto visual es, con frecuencia, casi imposible cuando dicha persona tiene un trastorno, como el autismo o el trastorno bipolar, dado que el sistema de control espontáneo de los nervios de sus ojos, se apaga. El más reciente sistema de participación social sólo puede expresarse cuando el sistema nervioso detecta un medio ambiente más seguro.

El concepto de seguridad es relativo. Usted y yo estamos sentados en esta sala de juntos y nada aparentemente nos amenaza. Nos sentimos seguros aquí, pero es posible que no se sienta segura una persona con trastorno de pánico. Algo en este entorno, podría provocar en ella la respuesta fisiológica de moverse y defenderse.

R.Dykema: Así que, si consigue una afectividad plana o está inquieta y nerviosa en esta situación, no cabe otra elección. Es un fenómeno neurológico, ¿verdad?

S.Porges: Así es. En realidad, es un inconsciente o subconsciente del sistema motivacional neurobiológico. La persona no lo hace a propósito. Es una adaptación a una situación que su sistema nervioso ha evaluado como peligroso. La pregunta es, ¿cómo sacarla de sentirse amenazada? Las estrategias tradicionales pasarían por razonar con ella, decirle que no está en una situación peligrosa, negociar con ella, reforzarla, para castigarla después si no responde como se indica. En otras palabras, tratamos de lograr un comportamiento bajo control. Pero este enfoque no funciona muy bien con las conductas de compromiso social, porque parecen que son dirigidas por un estado visceral del cuerpo. Nuestro conocimiento actual, basado en la teoría polivagal, nos lleva a un enfoque más óptimo. De esta forma, para conseguir más calma en la gente, hablamos con ellos en voz baja, modulamos la voz y los tonos para activar comportamientos de escucha, y nos aseguramos que la persona se encuentre en un ambiente tranquilo donde no haya ruidos fuertes de fondo.

R.Dykema: Esto es porque es difícil para ellos escuchar una voz humana con ruidos de fondo?

S.Porges: No, se trata de apagar los sistemas, y los fuertes ruidos de fondo provocan estados fisiológicos y comportamientos defensivos.

R.Dykema: Así que si alguien está en un estado reactivo grave, puede no captar una voz humana contra el ruido de fondo.

S.Porges: Exacto. Se ha llevado a estas personas en estos estados, para unas pruebas de audición, y las pruebas son perfectas en una sala insonorizada. La razón de esto es que, las personas cuyo sistema nervioso funciona correctamente, tienen ciertos mecanismos neurales para oir más allá del ruido de fondo. Estos mecanismos atenúan los sonidos de fondo de baja frecuencia, lo que les permite escuchar las voces humanas con mayor claridad, incluso en entornos con mucho ruido de fondo.

Estos mecanismos no están disponibles para personas con ciertos trastornos. Por ejemplo, un niño con autismo tienen dificultades para diferenciar las voces con ruido de fondo, las voces humanas aumentan o disminuyen en función del sonido de fondo. La voz empezará a «desaparecer». Es por eso que las personas con autismo o diversos trastornos psiquiátricos en general, no quieren ir a los centros comerciales, o no quieren estar donde hay sistemas de alta ventilación. Para ellos, el ruido de fondo distorsiona la voz humana.

R.Dykema: ¿Y qué pasa con el neurótico normal, aquellos de nosotros que no tenemos un trastorno diagnosticable o identificable, pero que padecemos períodos de estrés o ansiedad? ¿Qué sugiere la teoría polivagal para su tratamiento?

S.Porges: En gran parte, de la misma manera que podríamos tratar a alguien con un trastorno más grave. Por ejemplo, cuando estamos estresados, estamos inmersos en un ejercicio de alta intensidad. Pero esta realidad produce un retroceso mayor en el sistema de participación social, nos sitúa en un estado de analgesia para no sentir el estrés, en lugar de estimular un sentido de seguridad y protección. La teoría polivagal sugiere algunas estrategias para crear esa sensación de seguridad, como la retirada a un entorno tranquilo, tocar instrumentos musicales, cantar, hablar en voz baja, o incluso escuchar música. Piense en lo que hacemos cuando estamos estresados, nos expulsa de las relaciones interpersonales, en lugar de refugiarnos en ellas. Pero es natural que los seres humanos a utilicen a otras personas para ayudarse a regular sus propios estados mentales y emocionales. Así que, si usted pregunta, «¿Cómo podemos usar este conocimiento», la respuesta es que tenemos que volver a entender lo que significa ser humano.

Forma parte del ser humano el ser dependiente de otro ser humano. No todo el tiempo, por supuesto. Igual que la mayoría de los mamíferos, venimos al mundo con una gran dependencia de nuestros cuidadores, y eso nos conecta a los demás el resto de nuestras vidas. A medida que maduramos, tenemos que encontrar un ambiente seguro donde podamos dormir, comer, defecar y reproducirnos. Creamos un entorno seguro mediante la construcción de paredes para crear nuestros límites y nuestra privacidad. O bien, tenemos un perro que nos guarda, para que podamos dormir. El objetivo de estas estrategias es crear un entorno en el que ya no necesitemos estar hipervigilantes, y que nos permita participar en los procesos de la vida que requieren ambientes «seguros». Las conductas de participación social, de creación de contacto visual, de escuchar a la gente, requiere abandonar nuestra hipervigilancia.

Volviendo a la cuestión de las aplicaciones clínicas: cuando vemos a la gente con afecto plano, con igual tono muscular, párpados caídos, esas personas que hablan sin entonación de voz o tienen dificultad para oír lo que dice la gente, esas personas que se mantienen en una especie de estado de nervios, no relajados, podemos ver cómo esos estados fisiológicos pueden tener funciones adaptativas relacionadas con la protección. Sin embargo, estas funciones adaptativas no encajan bien con el contexto social en el que la persona está viviendo.

R.Dykema: ¿Significa eso que ellos piensan que viven en un mundo inseguro?

S.Porges: No está relacionado con un proceso cognitivo. Es una reacción fisiológica que afecta al sistema nervioso. No es una reacción consciente, la mayoría de estas personas les gustaría sentir de otra manera. Simplemente, no puede desconectarlo. Debemos entender que estos sentimientos son eventos fisiológicos, provocados por determinados circuitos neuronales, y necesitamos averiguar la manera de preparar a los circuitos neuronales para que promuevan el comportamiento social. Esa es la parte importante de la investigación, podemos preparar a estos circuitos neuronales a través de una variedad de técnicas: la entonación, la reducción de la cantidad de estimulación del medio ambiente, la música y la presentación de rostros familiares.

Lo que a menudo hacemos cuando estamos estresados o ansiosos es distraernos o crear una novedad. Solemos decir: «¡Vamos a este sitio o al otro. Vamos a hacer algo diferente!» Pero lo que tenemos que entender es que el sistema nervioso está, en realidad, interesado en la familiaridad y lo predecible, que es una metáfora de la seguridad.

R.Dykema: Esto podría explicar por qué algunos neoyorquinos no dejaron Manhattan después del 11/9.

S.Porges: Correcto. Es familiar. Es el hogar. Y «hogar» es una muy poderosa metáfora de seguridad.

R.Dykema: He escuchado que la mente humana es descrita como un instrumento paranoico. La premisa es que cuando vivimos con nuestros sentidos, en el aquí y ahora, por lo general nos sentimos seguros, pero nuestra pensamiento a menudo proyecta impresiones terroríficas frente a nosotros, como si tratara de anticipar alguna amenaza.

S.Porges: Voy a tratar de describirle una parte de nuestro sistema nervioso que está totalmente centrado en responder a otras personas, incluso a otros mamíferos, como perros y gatos. Esta no es la misma parte del sistema nervioso que nos coloca en un estado de iluminación o de éxtasis. En cierto sentido, esto es un componente subterráneo a nuestro sistema nervioso. Su actividad es contactar con ciertos niveles de sentidos que no son los que usted describe. Es el lugar donde sentimos la información de nuestro cuerpo, desde el interior de nuestros órganos. Esta información del cuerpo viaja a través de los nervios y del tronco encefálico y se irradia hacia arriba, hacia nuestra corteza. Esta es la parte del sistema nervioso que nos proporciona un contacto con la realidad, regula nuestro estado corporal, por lo que nos volvemos alertas y participativos. Eso no incluye toda la experiencia humana, pero sí la mayor parte de lo que llamamos interacciones sociales. Podemos decir que las interacciones sociales son un componente muy importante de nuestra experiencia psicológica como seres humanos. Y este sistema, el sistema de participación social, es lo que determina la calidad de esas interacciones, las características que mostramos a los demás, la expresión facial, la entonación de nuestra voz, los movimientos de cabeza, incluso los movimientos de las manos, son parte de esto. ¿Y si vuelvo la cabeza a un lado mientras te estoy hablando, si hablo con voz monótona, sin entonación, o se me caen los párpados, tendrás tú una respuesta visceral? ¿Cómo te sientes cuando hago eso?

R.Dykema: Pues, se siente como si no estuvieras presente, como si estuvieses de retiro o desconectado.

S.Porges: Desconectado, lo que puede ser interpretado por otra persona como evaluativo, que no le gusta, que no está motivado a participar, condescendiente o sospechoso. Así que estos gestos faciales, que para algunas personas son puramente respuestas fisiológicas, son interpretados con una moral o, cuando menos, con una superposición de motivaciones. Esto puede o no ser cierto. El compromiso social es un componente único y muy poderoso de nuestras interacciones.

Ahora, ¿cómo valorar este conocimiento? Tenemos tres tipos distintos de poblaciones clínicas. Una, los bebés quisquillosos o con cólicos, que lloran en exceso. Dos, los niños con trastorno por déficit de atención. Y tres, los sujetos cercanos al espectro del autismo. ¿Cómo se sienten los padres de estos tres tipos de niños? ¿Sienten que sus hijos los aman? ¿Es fácil para ellos amar a sus hijos? O, ¿se sienten engañados y disgustados por sus hijos? ¿Cómo se sienten? Con el bebé que llora, los padres sienten a menudo que sus proposiciones de amor y cuidado están siendo rechazados. Con el niño hiperactivo, sienten que sus gestiones de captación se ven rechazadas. Se sienten de la misma manera con los niños autistas. Ellos están respondiendo a una característica común expresada en estos tres tipos de niños, y su sistema nervioso interpreta las características de su hijo como que el niño no está motivado hacia ellos.

¿Dónde está el poder del conocimiento y de la ciencia para ayudar a estas familias? ¿Dónde y cómo puede ser utilizado este conocimiento? Podemos enseñar a los padres a entender que las conductas del niño no están motivadas ni dirigidas a ellos. Podemos enseñar a los padres que necesitan ayuda para aliviar y calmar a sus hijos. ¿Qué sucede generalmente en estas tres condiciones? Los padres se sienten muy contrariados, y estos sentimientos aumentan la intensidad de sus interacciones con el niño, lo que empeora aún más el comportamiento del niño.

R.Dykema: ¿Ellos no pueden dejar de mostrar su ansiedad por el comportamiento del niño?

S.Porges: Eso es, y la ansiedad le da más pistas al niño, que a menudo se traduce en el niño como ira. Los padres pueden sentirse justificados, porque piensan que el niño no le ama a él o a ella. Es trágico.

R.Dykema: ¿Usted ha utilizado estos principios para tratar el autismo?

S.Porges: Sí, pero lo he enfocado a un nivel muy diferente. De hecho, he intentado activar los mecanismos neurales del niño autista de forma que le permita crear mejores señales de contacto visual y facial. Fue a través de la forma en que ellos escuchan la información acústica, y de hecho, creamos un programa de intervención que estimula la escucha activa para los sonidos modulados.

Este sistema de intervención funciona muy bien, y rápidamente, en unas pocas horas. De un 60 a un 80 por ciento de los niños tratados demuestran cambios en la mirada contemplativa, en la actividad cardíaca, en su estado visceral y en la capacidad de procesar el lenguaje. El cambio de la mirada y de la expresividad facial de un niño autista cambia toda la interacción con los padres. Es increíble. Lo que quizás es más interesante, es que muchos padres ni siquiera saben lo que está pasando, porque es un proceso natural.

Si te estoy mirando, y nuestro contacto los sentimos seguro y apropiado, y nuestro sistema nervioso está en sintonía, te sentirás incómodo si me doy la vuelta. Pero entonces, si yo me vuelvo, tú te darás la vuelta hacia otro objetivo y te olvidarás del hecho de que me di la vuelta. Lo mismo sucede con los padres de niños autistas. Una vez que el niño participa, se olvidan que el niño ha tenido problemas en esos niveles. Nuestro sistema nervioso espera esa expresividad facial y el diálogo. Cuando tal expectativa no se cumple, nos sentimos mal. Cuando se cumple de nuevo lo realizamos, es natural.

R.Dykema: ¿Puedes decirme acerca de la teoría polivagal en cuanto a nuestra necesidad de seguridad y nuestras reacciones cuando aún no somos conscientes de estar aquí?

S.Porges: Si empezamos a pensar en términos de lo que sucede a través de las etapas de la evolución, del mucho requerimiento evolutivo de los mamíferos para su crianza. Cuando nacemos, no somos capaces de cuidar de nosotros mismos. A diferencia de los reptiles que nacen y ya corren fuera del agua, los mamíferos deben ser amamantados. Así que, junto con esta evolución fisiológica, también evolucionaron nuestras señales sociales, la expresividad facial, el llanto, las vocalizaciones, los movimientos de succión, todos estos tipos de comportamientos de regulación neural del rostro proporcionando señales conmovedoras, forman parte del repertorio de los mamíferos para el comportamiento y el estado regulatorio.

Todavía usamos la misma «señal» de un sistema de comunicación para testear las interacciones sociales. La regulación neural de los músculos faciales proporciona una manera de reducir la distancia psicológica antes de hacer frente al riesgo inherente a moverse físicamente más cerca. Este sistema de compromiso social permite a las personas tocarse unos a otros. No basta con tocar a alguien, hay una interacción total entre la cara, las vocalizaciones y otras señales corporales, para ver si nos sentimos seguros con los demás. Entonces podemos tocar. Por lo tanto, los comportamientos sociales preceden al desarrollo de los lazos sociales. Las conductas de compromiso social ofrecen una opción para testear las interacciones en un «espacio psicológico» con muy bajo riesgo, antes de la prueba «física» de proximidad. La teoría Polivagal muestra que, desde que los reptiles evolucionaron hasta mamíferos, la regulación neural del corazón y los pulmones cambió. Llegando a ser regulados por un área del cerebro que también controla los músculos faciales. Después de eso, la expresividad emocional, la ingestión de comida, la música y las interacciones sociales estuvieron siempre relacionados con la forma en que se regulan nuestros cuerpos. Estos componentes nos tranquilizó. Por tanto, el comportamiento social puede ser utilizado para calmar a la gente y apoyar la salud, el crecimiento y la restablecimiento.

Todo el mundo sabe que el apoyo social es bueno. ¿Pero cuáles son las características del apoyo social y por qué funciona? En general, opera a través de los mecanismos que estamos hablando, se activa el sistema compromiso social, que está relacionado con el nervio vago mielinizado que nos calma y apaga nuestra respuesta al estrés. Es auto-sedante y tranquilizante, y nos hace mucho más eficientes metabólicamente. La teoría incorpora los sistemas complejos de vinculación: La manera en que los nervios que regulan el corazón y los pulmones están relacionados con los nervios que regulan la musculatura estriada de la cara y la cabeza, y la forma en que la regulación cortical de las áreas del tronco encefálico, que hacen posible esta regulación, nos permite a su vez las estrategias defensivas. Aquí hay algo que no se discute: ¿cómo distinguir entre amigos o enemigos? Hay un área del cerebro que recoge los movimientos biológicos y las intenciones. Esta zona detecta las caras conocidas, voces y movimientos familiares. Así pues, los gestos con las manos, las expresiones faciales y las vocalizaciones que parecen «seguras» apagarán el tronco encefálico y las áreas límbicas que incluyen las respuestas de lucha, huida y paralización.

R.Dykema: ¿El sistema nervioso simpático?

S.Porges: En realidad es mucho más que eso. El sistema límbico se «aferra» al sistema nervioso simpático (igual que el llamado eje hipotálamo-pituitario-adrenalino), para activar los sistemas de defensa, que incluye el sistema de movilización de lucha o huida y el sistema de inmovilización.

R.Dykema: ¿Dónde está la respuesta de «congelación» en todo esto?

S.Porges: La lucha y la huida están programadas en diferentes áreas en el cerebro. Pese a que generan las mismas respuestas autonómicas, como manos sudorosas y aumento del ritmo cardíaco, en realidad, son programas diferentes de movimiento, y están programados en diferentes áreas del cerebro. Pero la respuesta de congelación es totalmente distinta, ahí donde la lucha y la huida suponen la movilización, la congelación es una inmovilización, y la inmovilización es potencialmente letal para los mamíferos.

R.Dykema: Es como tener miedo a la muerte …

S.Porges: Exactamente. La metáfora sería como el juego del gato y el ratón. Cuando el ratón se enfrenta a un gato, la congelación es como una entrega a la muerte, donde la flexibilidad ya no tiene respuesta. En realidad, alrededor del 20 por ciento de los pequeños mamíferos que utilizan esta estrategia de fingimiento de la muerte, morirán, sólo por entrar en ese estado. No es un comportamiento voluntario, en el que están pretendiendo morir. Es una respuesta reflexiva, de adaptación. Están, literalmente, en un estado disociativo. Sus umbrales de dolor están en la cima.

R.Dykema: ¿Esto sucede en los seres humanos?

S.Porges:  Bueno, esto puede ser parte de un síndrome de trastorno por estrés post-traumático (TEPT). El TEPT puede elevar los umbrales de dolor, ya que parece ser una preparación para la muerte. Muchos mamíferos tienen este mecanismo. En cierto sentido, no es una mala estrategia, si vas a morir, aumentas tu umbral de dolor y dices adiós. Hay otro tipo de inmovilización, una inmovilización sin miedo, que es positiva y agradable. A menudo, esta inmovilización sin miedo es necesaria para disfrutar del sexo. Este estado es común en las hembras de los mamíferos. En realidad, los hombres se pueden inmovilizar después de la actividad sexual. Existe un vínculo importante entre la inmovilización sin miedo y el estar en un ambiente seguro. ¿Cuál es el dicho? ‘Si quieres robarle algo a un hombre, hazlo después de tener sexo. Es cuando está totalmente indefenso’. Y para disfrutar realmente del sexo, las mujeres, en cierto sentido, tiene que sentirse seguras con el hombre y surge la inmovilización sin miedo.

R.Dykema: ¿Cómo se relaciona la teoría polivagal con todo esto?

S.Porges: La teoría tiene dos partes importantes. La primera es la relación entre los nervios de la cara y los nervios que regulan el corazón y los pulmones. La segunda, es la jerarquía filogenética que describe la secuencia evolutiva de un nervio vago primitivo, no mielinizado, relacionado con la conservación de los recursos metabólicos, a un sistema simpático-adrenalino que desarrolla estrategias de movilización, y a un vago mielinizado relacionado con la modulación de los estados de calma corporales y las conductas de compromiso social. La jerarquía prioriza el que los nuevos «circuitos» inhiban a los más viejos. Utilizamos el circuito más nuevo para promover estados de calma, autosedación y compromiso. Cuando esto no funciona, se utiliza el sistema simpático-adrenalino para movilizar las conductas de lucha y huida. Y cuando eso tampoco funciona, se utiliza el sistema vagal más antiguo, la congelación o el sistema de apagado. Así que la teoría dice que, nuestras respuestas fisiológicas están organizadas jerárquicamente en la forma en que reaccionamos al desafío, y esta jerarquía de reacciones siguen la secuencia de evolución de los sistemas. Además, la conexión entre los nervios que regulan la cara y los que regulan el corazón y los pulmones implica que podemos usar los músculos faciales para tranquilizarnos. Piense en esto: Cuando uno está estresado o ansioso, usamos nuestros músculos faciales, incluyendo los oídos. Comemos o bebemos, escuchamos música y hablamos con la gente para calmarnos.

R.Dykema: Así que, ¿podemos hacer uso de las expresiones faciales para calmarnos?

S.Porges: Por supuesto. Piense acerca de cómo funciona el pranayama (una técnica de respiración yóguica). Al hacer estos ejercicios de respiración, en realidad estás «ejercitando» tanto los nervios sensoriales como los nervios motores que regulan los músculos faciales, de forma que estás controlando la respiración y maniobrando el motor de la cavidad oral. Es una forma muy eficiente de trabajar sobre el sistema. A mucha gente no le gusta enseñar el pranayama porque piensan que es demasiado poderoso. La teoría polivagal explica cómo puede funcionar el pranayama y otros métodos de estimulación del mismo sistema, incluyendo las interacciones sociales, y que pueden resultar en beneficios similares para nuestra salud y estado mental. El sistema de compromiso social incluye los nervios que regulan la cara y el nervio vago mielinizado que regula el corazón y los bronquios. El poder del sistema de participación social es impresionante, tanto por sus efectos sobre el comportamiento y el estado mental, como por la velocidad con la que trabaja.

R.Dykema: Así ocurre con los que tienen la capacidad de acceder conscientemente nuestro más reciente desarrollo del sistema neurológico, en lugar de volver automáticamente a nuestros sistemas reactivos. Si esto es así, ¿podemos utilizarlos para reemplazar esa ambigua ansiedad con la que muchos de nosotros vivimos?

S.Porges: Vamos a tomar un punto de vista optimista. Digamos que algunos de estos comportamientos, por lo menos que el cierre del compromiso social que facilita los comportamientos defensivos, no sean opciones voluntarias. Sin embargo, a menudo cuando esto ocurre, es como si el sistema nervioso nos hubiera traicionado.

Para hacer frente a estas aparentes traiciones, debemos reconocer que nuestro sistema nervioso está fallando e intentar aprender a compensar con conductas voluntarias. ¿Qué significa esto? Pues que si estoy en un estado de activación y excitación, cuando mi sistema nervioso detecta que estoy en peligro, puedo usar el comportamiento voluntario, me voy a un cuarto tranquilo o irme a lo que percibo como un medio ambiente seguro.

Algunas personas creen que no tienen esta opción, si uno está en el trabajo, y tiene que realizarlo, incluso en los momentos en que su sistema nervioso quiere escaparse. Por ejemplo, tienes que dar una conferencia, enseñar o ver a unos clientes. Y uno no puede salirse de la situación, porque existen unas responsabilidades que te definen como un profesional ¿Cuáles son tus alternativas?

En primer lugar, escucha a tu cuerpo. Tu cuerpo te está diciendo que está en un estado poco saludable. Que no está bien adaptado para los períodos prolongados de estrés y ansiedad. Y aunque no se pueda controlar todos el entorno, algunas cosas si se pueden controlar. También tenemos que reconocer y honrar nuestras diferencias individuales. Sólo porque podamos disfrutar de una fiesta ruidosa, no significa que nuestro sistema nervioso puede manejarlo. Si entendemos este hecho, podemos organizar nuestras vidas para que nuestro entorno sea más armonioso y pacífico, y para que nuestros circuitos neuronales no se disparen.

R.Dykema: Así que llego a una fiesta donde no conozco a nadie, y me doy cuenta que voy mal vestido para la ocasión. Me da vergüenza, pero tengo una función importante de negocio y no me puedo salir. ¿Cómo puedo utilizar el enfoque de ‘escuchar a mi cuerpo’ para calmarme y se sentirme seguro?

S.Porges: Yo creo que la esencia de lo que estás describiendo es la sensación de sentirse atrapado. No puedes dejarlo. Es como estar en una situación donde hay demasiado ruido, demasiado calor, una conversación ida y abusiva, y por cualquier razón, no puedes salir. Pues tienes un problema; pero, en general, tenemos que aprender a navegar por las situaciones y encontrar la manera de sentirnos seguros.

En este caso, todavía puedes hacer algo; tu estado visceral ha cambiado a causa de algo que cognitivamente no es muy importante, la ropa, pero que tu cuerpo ha reaccionado de manera que desestabiliza tu capacidad social. Lo que estoy diciendo es que tenemos que respetar eso. No podemos minimizar eso porque nos parezca insignificante.

R.Dykema: Así que, la estancia en la fiesta, que empuja toda la situación, ¿no es la solución?

S.Porges: En absoluto. La solución está en respetar y honrar las respuestas del cuerpo. Cuando esta sensación de estar atrapado aparece, tenemos que sintonizar con él y decir: «¿Cómo puedo modular esto?» Los niños, igual que los niños autistas que se sienten atrapados todo el tiempo, dada su fisiología dicen, «¡Vete de aquí!». Y se ven forzados a sentarse, a crear contacto visual, a hacer cosas que son aterradoras para ellos. Para tratarlos, los primero que tenemos que respetar es lo que sus cuerpos están diciendo.

La conclusión es que nuestro sistema nervioso evalúa el riesgo y la seguridad del medio ambiente. Lo hace de forma automática todo el tiempo. Es como un sistema de radar, constantemente detectando si  estamos a salvo o no. Podemos utilizar muchas metáforas. Por ejemplo, alguien puede decir: «No me gusta la energía de esta sala». Investiga lo que eso significa. Puede ser que la gente no está haciendo contacto visual, que no se siente atractiva o puede haber una gran cantidad de ruido de fondo. Hay muchas características que podemos descifrar.

R.Dykema: Pero en un orden secuencial, si sentimos que el ambiente no es seguro, entonces la interacción social podría hacer que nos sintamos seguros o hacernos sentir amenazados, ¿correcto?

S.Porges: Así es. Pero no hacemos tal determinación. La persona participante es la que realmente, de u otra manera, provoca el sistema, . Supongamos que entras en una habitación extraña. No conoces a nadie. Estás hipervigilante. Tu cuerpo te está diciendo: «Yo no estoy a gusto aquí, porque no conozco a nadie». No hay ninguna cara conocida, no hay ninguna voz familiar, así que no eres capaz de desactivar las estructuras cerebrales que regulan las estrategias de defensa. Entonces alguien se acerca y hace contacto visual contigo y te dice: «Oh, he oído hablar mucho de ti. Tengo su revista». Y continúa, «¿Podemos sentarnos y hablar, tengo algunas ideas que podríamos comentar». Y entonces vais a un sitio más tranquilo, te tomas un trago, y de repente, te sientes bien. Ahora bien, si alguien no te involucra, y te quedas ahí, en la periferia, y continúas ahogándote, necesitas reformular una estrategia para salir de ese infierno, que pasa por salir de allí lo antes posible.

R.Dykema: Eso es exactamente lo que siento cuando empiezo a establecer un negocio y no conozco a nadie. Después, tan pronto como alguien se me arrima, todo el mundo parece ser más amigable.

S.Porges: ¡Ah! Ahora ha planteado usted una característica muy interesante, porque cuando estás en un estado de la excitación o de evaluación de peligro …

R.Dykema: … todo el mundo parece que me está juzgando.

S.Porges: Ya, pero no necesariamente. Usted está malinterpretando sus señales.

R.Dykema: Pero eso es lo que estoy sintiendo.

S.Porges: Por supuesto, porque lo que pasa cuando estás en ese estado fisiológico, es que los rostros neutrales parecen estar enojados, por lo que malinterpreta todo a un nivel conservador relacionado con la supervivencia. En ese estado conservador, su sistema nervioso evalúa todo lo que puede ser neutral como peligroso, en lugar de agradable. Pero una vez que se calma y participa, las caras neutrales vuelven a ser neutrales en la medida que participa con la gente y ellos empiezan a reaccionar con usted.

R.Dykema: Parece una contra-adaptación. Si entro en un ambiente así y mi bienestar depende de causar una buena impresión, podría hacerlo explotar.

S.Porges:  No, porque usted es demasiado inteligente para ir en esa dirección. Ha estado en situaciones similares y sabe qué puede esperar y cómo regularse a través de conductas apropiadas. Lo que realmente estamos hablando es de cómo el sistema de los mamíferos evolucionaron para maximizar la supervivencia. Realmente sólo queremos estar con los grupos de personas que conocemos. Si consideramos su conducta desde un modelo motivacional en el que su éxito y supervivencia profesional depende de la creación de conexiones. Este modelo motivacional implica mucho a las estructuras cerebrales superiores que pueden modular a la más «primitivas» estrategias de defensa.

R.Dykema: Tal vez, pero es la gente la que está dispuesta y capaz de entrar en esos ambientes amenazantes una y otra vez, y están liderando corporaciones y gobiernos.

S.Porges:  Quizá, pero esa gente también pueden tener algunas características que no se traduzcan en fuertes relaciones interpersonales. Pueden empezar a virar hacia lo que podríamos llamar sociopatía. Ellos no pueden discriminar entre los que les gusta o no interactuar, ya que siempre están socialmente comprometidos. Es posible que estas personas no desarrollen bien una estrecha relación.

R.Dykema: ¿Algunas palabras de conclusión?

S.Porges:  Sí, creo que es importante recordar que podemos usar nuestros procesos cognitivos superiores para ayudar a mantener conexiones importantes y positivas con las personas, incluso durante las situaciones estresantes. Cuando estamos en un estado ansioso y movilizado y queremos comunicarnos o relacionarnos a un nivel personal más calmado, debemos poner el freno a nuestro sistema simpático-adrenalino y capturar el circuito neural que promueve los comportamientos sociales. Podemos hacer esto usando los músculos faciales, tomando contacto visual, modulando la voz y escuchando a los demás. El proceso de usar los músculos de la cara y la cabeza para modular nuestro compromiso social activará un cambio en nuestro estado fisiológico, mediante el aumento de la influencia vagal sobre el corazón y podrá mitigar el sistema simpático-adrenalino. Esto nos permitirá estar más en contacto con la realidad, más alertas y comprometidos. El circuito neuronal social también soporta nuestra salud.

Un comentario en “Entrevista con Stephen Porges y su teoría polivagal

  1. Muy interesante la entrevista,realmente el aprender a escuchar nuestro cuerpo,es algo muy importante para mantener la salud.La respiracion es algo que tuve que aprender en yoga pues cuando me ponia nerviosa respiraba mal,tragaba aire y me hinchaba de gases.Pues respiraba por la boca.Y la verdad que con aprender a respirar echandonos en la cama en boca arriba,si ponemos una mano encima de la barriga e inspiramos el aire por la nariz y expiramos o lo soltamos por la boca,veremos que la mano que ponemos en la barriga sube y baja.Esa es la respiracion correcta.Si hacemos eso con una musica de relajacion pues lo mas probable es que teminemos dormidos zzz.Y tambien se puede sustituir la mano por un cojin encima de la barriga notaremos como sube y baja.Al regular la respiracion el cuerpo se relaja y se oxigena,por eso despues de un rato estaremos mas descansados y llenos de energia.El silencio para mi es fundamental,por eso en los supermercados ponen musica para que compremos y nos vayamos.Disfrutar del silencio a las 5 de la mañana y sentarnos a meditar un poco nos recarga de energia,para empezar un nuevo dia.Los padres y madres de niñ@s autistas se sienten todo el dia estresados pues estos niñ@s no paran de moverse de forma repetitiva,necesitan un apoyo para aprender a educar al niñ@,y un apoyo psicologico para que lo acepten sin sentirse culpables.Pues cuando una madre esta nerviosa le pasa su energia al bebe.Por eso creo que hay que cultivar la meditacion y los paciencia y los ruidos..Pues es malo estar siempre en alerta pues nos agota el s.nervioso

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