Científicos de la costa del golfo de México expresaron su preocupación por el descubrimiento de un considerable número peces con problemas de salud, que incluyen lesiones en la piel, en las escamas, manchas y coágulos hepáticos. Los investigadores temen que esos hallazgos sean el preludio de una situación que empeorará con el tiempo.
«Es una gran bandera roja», advierte Richard Snyder, director del Centro de Diagnóstico Ambiental y Bio-remedios de Universidad de Florida Occidental (UWF) en Pensacola. El equipo de científicos, del que forma parte el biólogo de la UWF, William Patterson III, colega de Snyder, investiga los efectos crónicos en los peces causados por el derrame de petróleo de BP ocurrido el año pasado.
Patterson halló indicios que coinciden con la exposición al petróleo: lesiones, parásitos externos, patrones de pigmentación anormal, insuficiencia hepática y ovárica, que podrían significar un sistema inmunológico estresado que trata de combatir las toxinas del petróleo, explicó, informó Marco Island Florida.
El arenque estudiado después del derrame de petróleo del Exxon Valdez, ocurrido en 1989 en Alaska, mostró lesiones en la piel y otros problemas de salud similares a los que sufren los peces del golfo de México y sus aguas interiores. La pesquería de arenque colapsada todavía está recuperándose.
Patterson realiza los estudios con un subsidio de USD 600.000 que recibió la UWF luego de que BP aportó USD 10 millones al Instituto de Oceanografía de Florida de Tampa, Florida. El científico recolecta muestras de las especies que se capturan el golfo de México y también recibe las que recogen los pescadores comerciales. Estas últimas muestras son las que revelaron más signos de enfermedades.
Con todo, Patterson destaca que este tipo de análisis tan amplio y minucioso del ecosistema del golfo no tiene precedentes, lo que puede significar que los signos problemáticos son nuevos o que no habían sido detectados hasta ahora. Según el investigador, los peces afectados aparecieron en las aguas de altura y de bajura, desde el noroeste de Florida hasta Louisiana.
Científicos de la facultad de veterinaria y biología marina de la Universidad Estatal de Louisiana (LSU) y Heather Reed, bióloga marina y asesora ambiental de Gulf Breeze, llevarán a cabo otros estudios sobre el pargo colorado determinar qué microorganismos pueden estar causando las enfermedades. Para ello, utilizarán métodos de análisis más extensivos que los empleados por el Gobierno de Estados Unidos.
«Examiné distintos órganos de pescados que me trajeron los pescadores deportivos y veo hidrocarburos del petróleo en los órganos», dijo Reed.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos sistemáticos de muchos científicos, Reed y Patterson coinciden en que es bastante difícil determinar la cantidad de peces enfermos porque hay pescadores comerciales que dudan en informar sus observaciones a los funcionarios estales y federales, por temor a que puedan cerrarse sus pesquerías y se queden sin trabajo.
Patterson opina que los hallazgos científicos implican que será necesario realizar estudios durante al menos la próxima década.