Canadá presiona por flexibilidad en la producción de transgénicos

Los primeros organismos modificados genéticamente (OMG) fueron aprobados en Canadá a mediados de la década de 1990, y en la actualidad, es uno de los cinco principales productores de cultivos transgénicos a nivel mundial.

En Canadá, los alimentos genéticamente modificados (GM) están regulados bajo el término“nuevos alimentos”, un término genérico dado a los alimentos que no tienen un historial de uso seguro. Actualmente, el gobierno federal aprobó más de 100 nuevos alimentos cuya gran mayoría son los alimentos transgénicos. Sin embargo, muchos de los productos autorizados aún no se producen ni están disponibles en el mercado canadiense.

Según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-Biotecnológicas (ISAAA por sus siglas en inglés), en 2012 existían 11,6 millones de hectáreas de cultivos transgénicos en Canadá.

Los principales cultivos transgénicos producidos en Canadá incluyen la canola, el maíz, la soja, y en menor medida, la remolacha azucarera.

Entre estos cultivos, la canola es el más rentable para los agricultores canadienses, según Agriculture and Agri-Food Canada. Un estudio realizado por el Consejo de Canola de Canadá muestra que este tipo de cultivo contribuye anualmente con 15,4 mil millones de dólares a la economía canadiense, y más del 90% de los cultivos de canola en Canadá fueron genéticamente modificados.

Canadá también importa variedades modificadas genéticamente de aceite de semilla dealgodón, papayas y calabazas, entre otros.

Actualmente en el país no se permiten productos biotecnológicos de animales con fines comerciales, aunque la Universidad de Guelph en Ontario trabajó para obtener un cerdo transgénico en el marco de un proyecto denominado EnviroPigs. El proyecto quedó en suspenso por falta de financiamiento.

En Canadá, los alimentos transgénicos no requieren etiquetas advirtiendo que el producto contiene OMG, un punto de conflicto para los activistas que quieren saber si el alimento es transgénico o si es un producto derivado de ellos.

Otro tema de actualidad impugnado por los activistas es una solicitud, proveniente de una empresa con sede en Columbia Británica, que busca la aprobación de una manzana diseñada genéticamente, que, de ser aprobada, sería la primera fruta transgénica aprobada para su cultivo en Canadá (la papaya transgénica ya está aprobada en Canadá, pero no se cultiva localmente).

En 2011, el gobierno de Canadá propuso una nueva política llamada “presencia en niveles bajos” (PNB) para permitir pequeñas cantidades de material modificado genéticamente no aprobado en los alimentos importados.

El fundamento de esta política es que los alimentos importados a veces contienen rastros de productos modificados genéticamente autorizados en el país de origen pero no así en Canadá, lo que puede afectar todo el envío y en consecuencia alterar el comercio internacional.

Al adoptar esta política, Canadá espera convertirse en el  primer país en el mundo que permite PNB, y tendría como consecuencia que los demás países lo imiten, evitando así interrupciones en el comercio internacional de Canadá. La propuesta acaba de terminar la fase de consulta de los interesados.

¿Son los transgénicos necesarios en Canadá?

Canadá, un país vasto y rico en recursos, es uno de los mayores exportadores agrícolas del mundo. Según Agriculture and Agri-Food Canada, la agricultura y la industria agroalimentaria contribuyen anualmente con 100 mil millones de dólares al producto interno bruto de Canadá.

Para los agricultores canadienses los beneficios del uso de cultivos transgénicos, o subproductos aplicados en cultivos o en la alimentación del ganado, superan los costos o riesgos, de acuerdo con Andreas Boecker, profesora asociada en el departamento de alimentos, agricultura y recursos económicos de la Universidad de Guelph.

Según explicó Boecker en un correo electrónico: “Debido a que los cultivos GM están dirigidos principalmente a la reducción del costo por unidad en la producción, y la alimentación es un costo importante en la producción animal, esta tecnología contribuye a la competitividad de Canadá en los mercados mundiales de productos básicos”.

“Dado que Canadá es un importante exportador de productos agrícolas, desde esta perspectiva, los cultivos transgénicos han sido beneficiosos”, agregó Boecker.

Por el contrario, apuntó Boecker, para los productores orgánicos los transgénicos son malas noticias, ya que, por ejemplo, el tratar de mitigar el riesgo de perder la certificación orgánica debido a la polinización cruzada o la aparición de productos transgénicos en sus producciones, aumentan el costo.

Está también, por supuesto, la preocupación por la seguridad del consumo de OMG.

En una reciente carta abierta, Thierry Vrain, científico investigador para Agricultura de Canadá, quien ya está retirado, dijo no creer en el argumento presentado por las empresas biotecnológicas que los cultivos transgénicos tienen más rendimiento y requieren menos plaguicidas, y que no tienen impacto en la salud ni en el medio ambiente.

Vrain dijo que hay una serie de estudios que muestran que los ratones y las ratas de laboratorio desarrollan serios problemas de salud después de consumir maíz o soja transgénica.

“Todos debemos tomar en serio estos estudios y exigir que las agencias del gobierno los repliquen ellos mismos, en lugar de confiar en estudios pagados por las empresas de biotecnología”, dijo Vrain en su carta.

El prominente académico canadiense, locutor y activista ambiental David Suzuki, también dice que no está probado que los cultivos resistentes a pesticidas y herbicidas aumenten los rendimientos y reduzcan los costos, pero si hay una creciente preocupación por su impacto en la salud y el medio ambiente.

“La seguridad de los alimentos transgénicos no está probada, y un cuerpo creciente de investigación conecta estos alimentos con problemas de salud y daños al medio ambiente”, dijo Suzuki en un artículo publicado en la página web de la Fundación David Suzuki.

“Debido a que no estamos seguros de los efectos de los OMG, debemos tener en cuenta uno de los principios rectores de la ciencia, el principio de precaución. En virtud de este principio, si una política o acción pudiera dañar la salud humana o el medio ambiente, no debemos continuar hasta que sepamos a ciencia cierta cuál será el impacto”.

Boecker dijo que todos los expertos están de acuerdo en que no hay una garantía del 100% sobre la seguridad de los transgénicos. Sin embargo, agregó: “Tenemos que aceptar que las nuevas tecnologías tienen riesgos, pero no podemos bloquearlas simplemente porque algo puede ir mal en el futuro”.

“Dado que no puede haber un 100% de certeza en cuanto a la seguridad de los nuevos productos y tecnologías, es importante que la tecnología se pueda monitorear en todos los aspectos para que las políticas puedan ser adaptadas para gestionar riesgos emergentes. Veo que esto sucede porque hay agricultores, consumidores y científicos preocupados”, agregó Boecker.

Blossom Leung, un vocero de Health Canada, dijo en un correo electrónico que el enfoque de evaluación de seguridad del gobierno aborda cualquier riesgo posible en los alimentos derivados de la biotecnología.

Estudios realizados en Canadá sobre los efectos en la salud de los OMG

Uno de los más conocidos estudios canadiense sobre los efectos a largo plazo de los transgénicos en los seres humanos, y según algunos el único, es un estudio publicado en 2011 por investigadores de la Universidad de Sherbrooke.

En él, los investigadores encontraron rastros de pesticidas tóxicos que son implantados en los cultivos transgénicos en el 93% de madres embarazadas y en el 80% de los cordones umbilicales, lo que sugiere que los químicos estaban entrando al cuerpo por el consumo de productos ganaderos alimentados con maíz transgénico, lo que contradice la afirmación de la industria de que los productos químicos nocivos presentes en los cultivos no afectan al cuerpo humano y son eliminados por éste.

Leung, de Salud Canadá, dijo que el departamento no considera que se necesiten estudios a largo plazo para los productos transgénicos creados con las tecnologías actuales.

“Muchas de las cuestiones planteadas por la aplicación de la biotecnología en los alimentos son igualmente aplicables a los alimentos producidos por medios convencionales”, dijo Leung.

Según Leung, “Teniendo en cuenta que la aplicación de la modificación genética no introduce riesgos únicos, el potencial de efectos a largo plazo de estos alimentos no es diferente a la de los alimentos convencionales, que han sido parte de la dieta canadiense de manera segura por un largo tiempo. Por lo tanto, no hay evidencia actual que indique que se necesitan estudios a largo plazo que garanticen la seguridad de los alimentos producidos usando esta tecnología”.

Uno de los estudios a largo plazo más citados por los activistas en Canadá, es el estudio publicado por un grupo de investigadores franceses liderados por Gilles-Eric Seralini en 2012, que afirma que las ratas alimentadas con maíz genéticamente modificado eran propensas a desarrollar tumores y morir prematuramente.

Después de revisar el estudio, Salud Canadá y la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos, dijo que el estudio tiene “deficiencias significativas”, haciendo que la “validez de los resultados del estudio sean difíciles de determinar”. Cierto número de otras agencias gubernamentales de seguridad alimentaria en Europa, Australia y Nueva Zelanda también llegaron a conclusiones similares.

Lucy Sharrat, coordinadora del grupo anti-OMG, Red de Biotecnología Canadiense en Acción, afirma que dado que Salud Canadá ya aprobó muchos alimentos modificados genéticamente, por lo general son “reacios a tomar en serio una nueva investigación si señala posibles problemas”.

http://www.lagranepoca.com/28939-canada-presiona-flexibilidad-produccion-transgenicos

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