Una colaboración de lalunagatuna
El Secreto: eres y experimentas lo que piensas por lo bajinis
«El Secreto», en el lenguaje del curso de milagros, se diría de una forma que puede parecer algo misteriosa…:
“las ideas no abandonan su fuente”.
Las ideas crean.
Entonces, como normalmente vibramos en cierto rechazo y no en aceptación…, lo que reforzaremos será la idea subyacente, la idea promotora del rechazo —normalmente será miedo-separación.
Entonces, ese principio, aplicado a este miedo con el cual solemos “vibrar”, desde el cual solemos crear todo en nuestra experiencia… ese principio se diría:
“el miedo no abandona su fuente”.
El miedo-separación… crea.
Y por tanto veremos miedo “fuera”, en ese ilusorio “afuera”, en ese mundo que todas estas nuevas revelaciones —en esta maravillosa época de revelaciones— dicen que en realidad fluye desde nosotros (el mundo… por entero… aunque no lo parezca, aunque decirlo parezca una locura).
Claro, si seguimos reforzando miedo, lo seguimos alimentando, y si hacemos cosas desde ahí (hacer, decir…)…, entonces el miedo no abandona su fuente, y así, con todas las cosas que hagamos —y con cómo las percibamos (interpretemos)—… con todas ellas… seguiremos y seguiremos teniendo miedo, y las cosas seguirán dando miedo (seguiremos haciéndolas reales, no pudiendo interpretar todo más y más con el amor).
Igual que decimos: seguirán “dando miedo”, podríamos decir: dando “carencia”, o “sufrimiento”, etc.
Por eso aceptar será tan importante, o sería “lo único importante” al final —aceptar la abundancia del aquí y ahora real, de nuestra unión.
Un estado de “aceptación fundamental” sería un nombre posible para estar instalados en la unión-con-el-amor, no con el miedo —en unión con esa guía interior que es la mejor manifestación de ese “amor absoluto”, de la Vida, de la única solución real para todo… en este mundo.
Pero quizá por ser tan importante la “aceptación”… textos como Un Curso de milagros eligen no decirlo tan claro desde el principio de este modo —el que se trate de aceptar y más aceptar…, pues no se trataría de simplemente “aceptar” (y podríamos ponerlo con mayúsculas, para distinguirlo: “Aceptar”).
El miedo no podemos simplemente aceptarlo y ya está… habría que ir Aceptando la unidad…, aceptando ese SER que disuelve el miedo de forma natural… esa unión con ese ser que no se ve… y que la gente realiza de muchas maneras con sus “caminos espirituales”, con sus vidas en general… en esa unión con la guía interior que es eso que quiere que hagamos este curso y otros… para así poder realmente “aceptar” el miedo en su propio no-ser-nada y disolverlo, yendo a la causa de nuestra experiencia “normal”: nuestras creencias, no nuestras certezas que provienen de la unión con la guía interior.
El miedo nos hace enroscarnos en más círculos viciosos, como he visto en varias situaciones:
por ejemplo, si seguimos “intelectualizándolo” todo… de forma que tal intelectualización en realidad no nos sirve para “sanarnos” de nada, es decir, para “deshacer nuestro ego”; es decir, para deshacer ese aferramiento a la forma… un deshacer que deje paso a que el Yo-en-unidad se pueda ir expresando con mayor facilidad.
Pero tenemos miedo a simplemente “ser”…, necesitamos seguir inercialmente las mediaciones, sobre todo ”mentales”, en el sentido de “mente intelectual” (es decir, la mente que refleja el apego a la forma)… con la “mente” separada “del corazón”.
Estos principios son tan simples que asustan (al ego), y por eso a menudo nos costaría tantos años el aceptarlos: el “secreto”, el principio de UCDM…, la aceptación cada vez más consciente que podamos conseguir con cualquier experiencia o “camino”, sea o no llamado “espiritual”.
El mundo parece muy complejo, y parece que hay que “hacer” y “hacer”, y como sabemos el ego está encantado de que pensemos —con él— que “hay que hacer” muchas cosas esforzándose para solucionarlo todo. Esto reforzaría el pensamiento del esfuerzo, del más basto esfuerzo, que, como casi siempre tiene por debajo al miedo asomando —como tantas cosas lo tienen.
Nuestro ego se cree que ha logrado tantas cosas “en la vida”… muchísimas cosas… con este tipo de individualización. Y sin embargo, como dice UCDM, lo único que se conserva es lo que procede del amor.
El “problema” sería que, si queremos sanar, hay que tocar un núcleo muy profundo de nuestro ser… núcleo del que la gente nos alejamos cuando estamos:
— por ejemplo mucho en “la mente”…, discutiendo… defendiendo posiciones…
— en vez de llevar las cosas más al corazón, permitiéndonos más actuar desde ahí… “siguiendo los sentimientos”… desde el “funcionamiento” unido de corazón y de “mente” —ahora en el sentido “intelectual” de “mente” en tanto que esa entidad apegada a la forma (la forma de nuestros pensamientos usuales, y de las emociones más desintegradas o desintegrantes por el hecho de que responden ante todo a los patrones del pasado…, tan enroscados como están éstos con lo corporal y las formas).
Normalmente nos queremos muy poco, si acaso con esa autoestima inercial del ego…, pero no con realmente amor por nosotros mismos, incluso nos damos asco “por lo que pasó…”, “por lo que no pasó…”, etc.
Como bien “sabemos”, nosotros creamos o fabricamos dependiendo de lo que contengamos dentro, del contenido de la mente (“mente” esta vez en sentido amplio, no la “intelectual-apegada-a-la-forma”). Pero normalmente no queremos mirar adentro o “de frente”, no queremos enfrentarnos a la raíz del asunto.
Será por ello que Un Curso de milagros, o Un Curso de amor (UCDA), etc., invitan a que miremos de otra manera, una y otra vez…, a que cambiemos la identificación, el foco de la identidad… para dejar de comulgar por ejemplo con la simple “mentalización” o intelectualización de todo… y establecer de verdad nuestra identidad en, como lo llama UCDA: el Yo elevado de la forma.
Si quieres algo, seguramente estás siendo “tonto”
En el lenguaje de esa otra revelación, Conversaciones con Dios, se trata de prácticamente lo mismo, claro está. Para hablar de ese principio de UCDM (de “las ideas no abandonan su fuente”…, es decir, de “el Secreto”)… se habla de eso mismo diciendo que:
- cuando QUEREMOS algo, normalmente estamos queriendo, deseando, desde un “Pensamiento Promotor” determinado, que es lo que por tanto
- reforzamos, y que suele tener que ver al final con el miedo: el miedo a carecer… es decir, el simple pensamiento de “carencia”, de escasez… reforzando un principio guía de nuestra sociedad primitiva, el de “no hay suficiente para todos” (por cierto, que también en conversaciones con Dios se dice que al final al final, solo hay o miedo, o amor).
Es decir, si vibramos en la carencia, entonces, el universo, que es “nuestra creación” —pues digamos que somos en gran medida los “jefes interiores” del universo—… el universo… nos responde con esa experiencia una y otra vez, pues es lo que en realidad estamos “pidiendo” en el nivel profundo y creador de la mente —es lo que pedimos si seguimos y seguimos albergando esa idea, y además, tan fuertemente (como lo solemos hacer… si nos lo seguimos creyendo tanto, o tan mal).
Esto tan elemental parece que ya se dijo de muchas maneras en la tierra, y parece que vamos lentamente aceptando estas simples “verdades de la revelación”. Todas parece que “valen”, pues como ya “sabíamos”, la verdad de nuestro ser en el fondo no se puede decir o pensar —o podríamos decir: “no a la manera usual”.
Sentido común: “eres más tonto que Abundio“
Estos “secretos” se podrían decir o sugerir con el lenguaje del “sentido común”. Seguro que hay mil maneras.
Es decir, esta forma usual de ser dentro, de comportarnos interiormente… esa que “luego” produce en nuestra experiencia precisamente todo eso de lo que luego conscientemente queremos huir…, o todo aquello que decimos “no querer”…, todo eso contra lo que nos resistimos… toda esta forma usual de ser tontos “dentro”… podría decirse con aquel dicho de:
“eres tan tonto como Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina”.
Vendemos todo el rato nuestro “ser en unión con el amor”, creyendo y aceptando muy profundamente las ideas de carencia, escasez…, el miedo… y así hemos vendido “el coche” para comprar esa gasolina que ahora no podemos usar realmente para lo que queríamos (estar bien, en paz, “funcionar”…)… la gasolina comprada con nuestro inconsciente “albergar miedo”… ya no nos sirve… no nos sirve para “satisfacernos”…, pues lo que nos satisface realmente es dejar de estar unidos con ese falso principio de la creación, el del miedo, el de la idea de la separación.
Relación
La “creación en unión”, en unidad y relación… es lo único que existe.
Cuando uno no está dispuesto a relacionarse, a unirse… parece que evolucionamos “menos”, es decir, parece que nos enroscamos fácilmente más en los patrones, en el pasado…, que paramos la evolución, reafirmándonos más en la “nada” vital.
Pero solo en la relación realmente somos; además, inevitablemente, todo el mundo va seleccionando, más o menos “con el ego”, sus relaciones —con más miedo, con más amor… más desde el ego… más desde su “yo elevado”….
Y en general cualquier relación nos obliga a hacer “la meditación suprema”, por así decirlo, y que es…:
- compartir, comunicarse realmente…, es decir ser co-siendo, con-siendo… con el otro, al escuchar…
- co-sintiendo, con-sintiendo, consintiendo (com-padecer en el buen sentido)…
- tomando puntos de vista “ajenos”, reuniéndolos con los “propios”… para sumar… dando pie a menudo a “algo más”… a algo mayor.
Co-evolucionar, pero desde niveles profundos… por tanto… y no simplemente vernos como separados de cualquier cosa que nos rechine.
Aceptación
Al principio, cuando aún estamos construyéndonos o reforzando nuestro ego… al creer que nosotros, realmente, por nuestra cuenta nos podemos “cuidar”, “salvar”…, somos quizá muy selectivos con las relaciones.
Creemos que podemos separarnos realmente de todo aquello que rechazamos interiormente (por ejemplo: “el capitalismo”…, o en general rechanzando a cualquier situación o persona que refleje cualquier aspecto del ego…, de ese ego que en realidad todos compartimos como sistema de pensamiento de la separación…)… creemos que podemos separarnos… de todo aquello que quizá “los demás” reflejan de nosotros mismos.
Luego, según parece, nos vamos abriendo a aprender con todo… a abrazar toda experiencia como una-con-nosotros, a abrirnos a ese yo del espacio que somos donde cada vez más fácilmente podremos para empezar no condenar, no clasificar o condenar sin más ni más y desde el principio a los demás o lo demás… inmediatamente.
Necesitamos pues aceptar los sentimientos. Pero parece que hay que tener cuidado en esto. Y para tal cuidado estarían los textos que citamos, o una terapia: para el cuidado del Yo frente al mero “ego”.
La aceptación tiene que correr en paralelo a la apertura de la capacidad de expresar el verdadero Ser, el Yo personal, según éste se va librando de las creencias “falsas”, es decir, del ego en tanto creencia en la realidad de la separación.
Tenemos que aceptar no lo de “fuera” en sí —pues no hay “afuera” en sí— sino nuestros sentimientos en el presente… aceptando cómo nos sentimos en el presente —aceptando el presente, por tanto.
Pero aquí parece que también hay que tener mucho cuidado al principio. ¿Por qué? Porque los sentimientos que vienen del miedo se tienen que “transmutar”, y si nos apresuramos a una aceptación plana de lo que en realidad proviene del miedo (que en gran parte serán las identificaciones más bastas, basadas en lo corporal en el más basto sentido de apego a las formas y la forma…)…, podemos estar tapando la expresión del Yo, del verdadero ser.
Por ejemplo, si no vimos esto claro con el curso de milagros (si no nos unimos con nuestra guía interna al practicarlo tal y como pudimos practicarlo)…, entonces, una de dos:
- o bien lo practicamos más, dejándonos de verdad en manos del espíritu interior o guía personal…
- o bien vamos a aclararnos más con el magistral Un Curso de amor, por ejemplo (que podríamos decir que para eso fue dado, al parecer, entre otros mil motivos).
Hay que tener mucho cuidado con el “odio al yo”, que estaría muy generalizado hoy. Yo lo he visto mucho, empezando por mí, y en otros que leían el curso de milagros.
Una aceptación digamos “neutra”… al principio… taparía los sentimientos que vienen de nuestro verdadero Yo de la unión, en la Unidad.
Así, puede que no nos estemos permitiendo ver, aceptar, los sentimientos de nuestro Yo personal, el que se va librando del ego.
Más sobre aceptación y las revelaciones
Debido a nuestro sistemático “no querer entender” el principio (fabricamos nuestra realidad), puede ser que venga bien cambiar de vocabulario.
Por eso sería que “la voz” en Unidad habla de tantas maneras: en conversaciones con Dios, los dos Cursos, Seth, etc.
Ese principio de UCDM (las ideas no abandonan su fuente) sería lo mismo que decir que todo nos lo hacemos a nosotros mismos debido a que estamos en realidad causando nuestra experiencia desde esas ideas (al final solamente 2 ideas-emociones).
Todo el rato estamos ahí, en una u otra:
— o Dios o el ego…
— o la Vida o la ilusión…
— O BIEN elegir que nuestro ser sea, en el momento de ahora… la Versión más grandiosa de la Idea más elevada de nosotros mismos… O BIEN no hacerlo
(lo cual se consigue (el “sí hacerlo”) supongo que haciendo aparentes “tonterías” o nimiedades…, al menos “para empezar”).
Cuando deseamos o queremos algo…, por ejemplo…, como ya decíamos… lo normal es que estemos alimentando y creando (fabricando) ese mundo que precisamente no nos dará “lo que queremos”… pues estamos en realidad incubando la falsa idea de la carencia, la escasez, precisamente en el “aparato creador”, en la mente —esas ideas que claro, son resumidas en UCDM con “la separación-miedo”.
Esto tan simple sería todo “el secreto”… nada más… ese secreto que, cuando lo vamos de verdad comprendiendo con todo nuestro ser, integralmente… se supone que entonces “despertamos” “individualmente”, y, en el lejano ilusorio futuro… “colectivamente”…, colectivamente en o hacia esa “etapa de luz y vida”, a la que al parecer “finalmente” llegan los planetas habitados —no sé si todos (esta es al parecer una etapa en donde no necesariamente vamos a tener que “estar”… o que no vamos a tener que “esperar”).
Así que debemos aprender a rendirnos, rendirnos a ese principio… el que hemos comentado, el que a menudo tratamos demasiado “teóricamente”.
En realidad se trata de ampliar la “práctica”, más que nada.
Como decíamos, si uno rechaza algo, normalmente está reforzando la idea de miedo bajo ese rechazo; normalmente.
Para realmente poder negar algo paradójicamente primero hay que “abrazarlo”, en el concepto que da el curso de amor; debemos dejar que nos atraviese (este es el tema de UCDA, explicitando así el tema de la relación con el mundo, que evitamos a toda costa para así no expandir nuestra consciencia y que el mundo no se vea como el cielo que puede ser).
— Esa idea, miedo, no abandona su fuente…,
— y nuestra mente es la fuente de todo,
— el mundo fluye de ahí, de nuestra mente…,
— así que la idea parece verse “fuera”…
— sentirse “dentro”…
— padecerse en esa “mitad del camino” que sería “el cuerpo”…,
— y reciclarse vete a saber cómo… pero una y otra vez…
— y así…, dale que te pego.
Los lenguajes de estas revelaciones nos pretenden presentar esencialmente “las mismas cosas”… pero cada una a su manera…, y para poder quizá animarnos a desatascarnos… para quizá ayudar y animar facilitando la evolución de la propia consciencia en cuanto que se amplía para acoger la experiencia de la luz, disolviendo así “la otra experiencia”…
En realidad la meta nada tiene que ver al final con palabras, pues como sabemos “la verdad es”……, y sí que tiene que ver con ese “resultado” que en realidad no debemos esperar ansiosos… sino aceptar en cada Ahora… pidiendo ese “instante santo” —que dice UCDM—, al aceptar nuestro verdadero ser; nada más.
Si creemos en la realidad de las consecuencias del miedo (sufrimiento, etc.), es decir, si “aceptamos mal” el miedo, entonces no aceptamos en ese mismo instante nuestro verdadero ser.
De esto trataría “la aceptación”; por ello habría que “aceptar” el sufrimiento en el sentido de no darle poder sobre nuestro ser…… para poder realmente Aceptarlo (“borrarlo”).
Por eso tenemos pues esta paradójica “aceptación”: la aceptación de lo que vemos delante… dejarse atravesar por ello… en ese gesto “sutil” pero que a los niños se les daría mejor.
Reforzamos pues la idea de miedo-separación si rechazamos hacer ese gesto básico de Aceptación con mayúsculas…, ese gesto primero o inmediato, interior… el gesto de abrazar el sufrimiento “fuera”… o en nuestro cuerpo, etc.… tal y como diríamos que un niñito observaría, sin juzgar, lo que le gusta o le disgusta… guiándose por sus sentimientos y, digamos, retirándose sin resistir ni luchar…, si puede…
Y así todo el rato, muy simple.
Disfruto mucho de los artículos de selenitaconciente, es más prácticamente estoy solo leyendo lo que ustedes escriben, ya creo que no podrè dejar de leerlos nunca más, los felicito.