Sentado ante la sinrazón de la razón esta me dijo que imposible era una firme palabra para caminar sobre este mundo. Y añadió:
“Sencillamente, hay cosas que no pueden ser, que nunca sucederán, que son sencillamente… imposibles“.
Imposible, por lo tanto, no es solo una palabra, es una actitud de la sinrazón ante la propia vida. Pero no sabe lo que se pierde…
Casi a sabiendas de su respuesta le pregunté por qué, por qué mantiene esa visión limitada y escasa de los aconteceres de la vida y de lo que supone intentar comprenderlos. Me dijo:
“Imposible me otorga seguridad, me muestra un mundo previsible donde no hay sorpresas y en el que el acto de conocer se convierte en una experiencia de puro libro… No hay nada nuevo porque todo es explicable mediante lo conocido”.
Incómodo ante mi postura, aunque intentaba disimular su descontento,añadió:
“Los fenómenos que componen la realidad son previsibles porque están sujetos a ley. Así que una ley no conocida es una ley inexistente y los fenómenos que provoca no deben existir como tales. Si contradice lo conocido se instaura en el ámbito de lo imposible. Y lo imposible, por definición, no puede ser. Mi caballo de batalla es lo indemostrable de una ley que genere o justifique lo imposible y que, por extensión, alimente la magia o el misterio”.
Todos sabemos que lo no previsible lo es tan solo porque desconocemos el comportamiento no al azar que lo genera. Así que lo posible o lo imposible no es finalmente mas que cuestión de horizonte, de abarcar un horizonte más o menos extenso. Considerar lo imposible, primero como una posibilidad y después como una realidad, nos hace pensar en la existencia de leyes aún no conocidas y que, por desconocidas, no dejan de actuar sobre nosotros. Negar los fenómenos porque desconocemos las causas no parece una actitud muy inteligente.
Sentado ante la sinrazón de la razón esta me miraba intentando escudriñar en mis adentros y encontrar dónde reside el secreto de mi certeza absoluta en que la palabraimposible no es mas que un sueño del miedo a descubrir. Y reside sencillamente en el mero hecho de vivir y en reconocer la maravilla sin límites que ello supone.
La vida, lo que conocemos como vida, es fruto de un consenso amplio, generalizado, profundo, entre cada fenómeno que acontece, la causa que lo genera y el sentido que adquiere manifestándose. Y podemos también elegir la actitud que asumimos: ver o sencillamente mirar.
Cada fenómeno, cada acontecimiento, es excepcional en sí mismo y denota una doble naturaleza: física, temporal y sensorial, por un lado. Y espiritual, atemporal y extra o super sensorial por otro. Si bien todo forma parte del Todo, lo que somos en verdad tiene su naturaleza en el ámbito de lo espiritual. Y aquello que llamamos mundo real no es mas que su sombra o, dicho de otra manera, el sueño, la ilusión… que hemos elegido vivir en contraposición a lo que realmente es.
La palabra imposible no hace mas que esconder el miedo a descubrir que no somos lo que creemos ser, porque descubrirlo conlleva el desmoronamiento paulatino del ego y el nacimiento de una transpersonalidad que lo delimita y sitúa en el camino de desaparecer. Y el ego solo quiere prevalecer.
Imposibles…, no hay imposibles. Decir imposible es poner límite a lo que límite no tiene.