Si bien todos los autores están de acuerdo en que el cultivo de la filosofía trae paz, serenidad y produce los más indescriptibles placeres del espíritu, también es cierto que en la mayoría de los casos no reporta beneficios económicos. Esto le ocurrió a Sócrates, el gran filósofo griego del siglo V a. de C.
Cuando hizo construir su casa, Sócrates debió conformarse con una morada pequeña. Y cuando algunos le hicieron notar que era de dimensiones muy reducidas, Sócrates respondió:
– ¡Quieran los dioses que esté siempre llena de amigos!
Esta expresión, como tantas otras del ilustre filósofo, perduran a través de los tiempos. La amistad es uno de los más puros y nobles sentimientos humanos y generalmente ellos se simbolizan con el corazón. Un corazón generoso, grande, se alegra al compartir con amigos los acontecimientos de la vida diaria; por eso sentimos la profunda verdad que encierra aquella frase de Sócrates: “La casa es pequeña, el corazón es grande”.