Un conjunto esplendoroso de civilizaciones de la Edad de Bronce Tardía en las tierras del sector oriental del Mediterráneo se derrumbó hace 3.200 años, y las causas de esa súbita decadencia han constituido uno de los mayores misterios de la arqueología desde que la comunidad científica comenzó a estudiar las ruinas de esas civilizaciones a finales del siglo XIX.
El equipo de David Kaniewski, de la Universidad Paul Sabatier – Toulouse 3, en Francia, estudió granos de polen extraídos de los sedimentos de un antiguo lago enclavado en la región, y sus hallazgos respaldan la hipótesis de que esas grandes civilizaciones de la antigüedad sucumbieron por culpa de un cambio climático.
Los cambios en los isótopos de carbono en el Mediterráneo Oriental y en especies locales de plantas sugieren que este lago fue una vez un puerto floreciente que gradualmente se fue secando hasta convertirse en un lago de agua salada rodeado de tierra sin acceso al océano. El fenómeno que desecó al lago también debió causar estragos en muchas otras partes. Los resultados del análisis, combinados con evidencias arqueológicas de tablillas cuneiformes y de la correspondencia con misivas entre reyes, permiten vislumbrar el devenir de los acontecimientos. El fracaso de las cosechas llevó a las hambrunas, eso a su vez promovió movimientos de población en forma de invasiones, desde las tierras más castigadas a las menos desfavorecidas de la zona, y al final terminó en el colapso político y económico de las civilizaciones del Mediterráneo Oriental a finales de la Edad de Bronce Tardía.
La crisis que condujo a la caída, hasta hace poco inexplicable, de esas grandes civilizaciones del pasado, surgió por tanto de un único fenómeno, un cambio climático, aunque sus ramificaciones fueran muchas: sequías, cosechas arruinadas, hambrunas, guerras para apoderarse del control de los menguantes recursos, y caos.
El alcance de aquella crisis subraya la vulnerabilidad de estas sociedades fundamentalmente agrícolas frente a los embates de un cambio climático.
En la investigación también han trabajado Elise Van Campo, Sabine Le Burel y Thierry Otto, de la Universidad Paul Sabatier – Toulouse 3, en Francia, así como Joël Guiot de la Universidad Aix-Marsella, también en Francia, y Cecile Baeteman del Servicio Belga de Prospección Geológica.
Somos muy pequeños frente a Gaia, sus cambios climáticos ganaron la partida…¿Y pretendemos someterla?