domi Elogio de la perversidad

El perverso es el eterno paria en busca de un alma gemela, nos dice el autor de este artículo, pero también es un reo de su propio estereotipo, un siervo bajo el yugo de una extraña o delirante puesta en escena, donde el objetivo no es el placer sino el suplicio de la carne

 

La perversidad es una vocación difícil. Un auto de fe que en aras de sublimar la simpleza, el caos y la vulgaridad de un erotismo limitado, se convierte en una elección que tiraniza: el perverso es un reo de su propio estereotipo, un siervo bajo el yugo de una extraña o delirante puesta en escena, donde el objetivo no es el placer sino el suplicio de la carne. Egoísta, patético e irreductible, el perverso nunca llega a comprender que su búsqueda sensual violenta al otro, y en el telúrico trayecto que recompone a su figura, el perverso olvida que el sexo no es individualidad, es alteridad.
En El viento paráclito, Michel Tournier describe así los defectos de la perversidad: “La desgracia habitual de las perversiones es que esas salidas fuera de las roderas de la sexualidad, la única considerada «normal», se estabilizan en formas y rituales todavía más empobrecedores y esclavizantes que la «norma». Como la «norma» parece ser en resumen la perversión de todo el mundo, ofrece aparentemente a los que se someten a ella un «juego» más amplio, menos tiránico que esa «norma» estrictamente individual que es la perversión.”
La norma consiste en asumir que la unión carnal sólo autoriza fantasías que se comprenden y, sobretodo, se comparten. La norma dicta que el erotismo es la liberación y redención delser cuando procede de un amor genuino y, más aún, la norma rechaza al sexo como subterfugio para conjurar la vacuidad de un ego torcido. Entonces, el verdadero perverso, dice Tournier, “encuentra su culpabilidad y su castigo en la pobreza del único gesto tiránicamente estereotipado cuyo cumplimiento se impone a sí mismo.”

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