Una colaboración de Josemi Frechina
Aún quedan misterios por resolver sobre pirámides, pero en 1927 el físico francés Antoine Bovis descubrió que dentro de la Gran Pirámide de Gizhe los gatos y ratas muertas no se pudrían, sino que se momificaban. Le costó asimilar que los supuestos constructores de pirámides no supieran que si dejaban allí el cadáver del faraón, se momificaría sin necesidad de extraer vísceras, y el difunto pasaría al mundo de los muertos con su cuerpo completo, de modo que si volvía a vivir, realmente pudiera hacerlo, cosa imposible con un cuerpo incompleto.
Bovis construyó pirámides a escala de la Gran Pirámide en Francia y comprobó los efectos de deshidratación de la materia inerte y las mejoras biológicas de los seres vivos (plantas y animales)… Los constructores conocían “algo” que nada tenía que ver con la muerte, sino más bien con la vida. Fue el primer investigador que tras diez años de experimentos y repasos a la bibliografía, dijo que “las pirámides nunca fueron tumbas”. Hoy lo afirmamos rotundamente, aunque los estamentos académicos se encuentren censurados por sus mismos intereses. Esta afirmación, harto demostrada y sin un solo cadáver encontrado en ninguna pirámide del mundo obligaría a reescribir toda la historia. Miles de libros quedan obsoletos y tendrán que abandonar o cambiar sus cátedras miles de académicos que repiten teorías de hace dos siglos.
Los faraones fueron sólo depositarios de una herencia de la que recién hoy podemos interpretar su legado. La física cuántica, geodesia, ingeniería y otras disciplinas exactas y prácticas, nos revelan la verdadera naturaleza de esas magníficas construcciones, superiores a las más avanzadas de la actualidad. Veamos algunos hechos que muchos académicos insisten en considerar “casualidades”.
1) Las pirámides fueron orientadas en Egipto, América y China (en China hay cientos, algunas más grandes que las egipcias y pueden verse en Google Earth), con precisos criterios geodésicos, con conocimiento de las diferencias entre el Norte Magnético y el Norte Real. En América estaban bien orientadas cuando se construyeron, lo que ha cambiado según la deriva continental y declinación magnética.
2) Todas las antiguas pirámides no demasiado derruidas producen los efectos conocidos: Deshidratación, barrido de radicales libres y por tanto antioxidante, reestructuración molecular (al principio de los líquidos y con más tiempo de los sólidos), prolongación de la vida celular, efecto bacteriostático, orgánicamente sedante, miorrelajante, revitalizante y un largo etcétera. En conjunto de efectos, la materia inerte se momifica o se conserva inalterada (miel, leche, yogurt, etc.), pero la materia viva mejora en todas sus condiciones.
3) La Gran Pirámide está sobre una de las dos “isógonas cero”, donde no hubo ni habrá variación de la brújula por milenios, divide casi con exactitud las tierras y los mares. Hay unas diez “casualidades” más, pero el tema es demasiado extenso.
4) Posee exactamente las proporciones de la molécula de agua perfecta, que es [5 H2O)]. Un solo H2O no es agua, se precisan cinco para formar una molécula. Y aquí está la clave fundamental: La pirámide replica el efecto revitalizador del agua. Lo descubrimos usando un sistema de conteo de neutrinos. Lo confirmamos con microscopios electrónicos de barrido. ¿Es casualidad que la Gran Pirámide tenga la proporción de 51º 51’ 14” como la molécula de agua y produzca a macroescala sus mismos efectos de acumulación de neutrinos y otros?
El número de “casualidades” es demasiado extenso para este artículo y los misterios tecnológicos de la construcción apenas están siendo descubiertos. En las webs de Piramicasa se encuentra disponible abundante material científico sobre la historia y aplicaciones modernas de las Pirámides.
Gabriel Silva
Polifacético investigador, explorador, psicoantropólogo, esoterista, empresario, cantante, pintor y escritor. Destaca su trabajo con pirámides y desarrollos en metafísica. Vocero de la Orden Templaria Votivvm Hermeticvs y Primer Maestre de la Orden Templaria Trifolium Templis Ordo.
Temáticas de sus libros: Metafísica avanzada, Piramidología, Política y pseudonovelas (conocimientos disfrazados de ciencia-ficción).
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