domi El Otro Rostro Del Che Guevara

Ernesto “Che” Guevara ha sido siempre visto con benevolencia y hasta con misticismo por muchas personas debido a la lucha de la cual formò parte en Cuba, pero mucha gente olvida la estela de sangre que dejò a su paso. La gran mentira en la que se sostiene el aura de romántico, soñador y visionario que rodea al sanguinario guerrillero argentino, no se sostiene por ningun lado al revisar la historia y ver que solo era un asesino implacable. Guevara, a inicios de la revoluciòn cubana, fue cabeza visible de muchos de los juicios de los cuales, mas de 500 personas fueron fusiladas. La gente puede olvidar y perdonar, pero la historia no lo hace, solo basta revisarla para ver quien es quien, y Guevara no fue lo que muchos piensan.El pez por la boca muere, famoso dicho que calza con exactitud algunas actitudes de las personas. Al respecto, iniciaremos con algunas frases dichas por el guerrillero Ernesto “Che” Guevara. Con respecto al campesino, Guevara dijo que no importa cuan pequeño o pobre sea, no importa cuánto haya ayudado a la revolución y peleado por ella, si llega a generar capitalismo, debe ser “eliminado”. Para el Che, ese capitalismo era simplemente el defender el pedazo de tierra que los pobres campesinos tenían para vivir, el cual era colectivizado para la Cuba socialista.

En su famoso “Mensaje a la Tricontinental” (publicado con el título “Crear dos, tres…muchos Vietnam, esa es la consigna”) el Che escribió: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tiene que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”.

Se decìa mucho en esos tiempos que Guevara era un tipo muy frìo, de cabeza muy àgil pero a la vez analìtica, pero en casos extremos, actuaba con mucha dureza y tomaba decisiones muy en contra de los derechos humanos. En Sierra Maestra, Guevara también impuso su personalidad al mostrarse estricto frente a los actos de indisciplina, de traición y criminales, no solo en la propia tropa, sino también con respecto a los soldados enemigos y a los campesinos que habitaban la zona. Esta faceta se hizo evidente el 17 de febrero de 1957, cuando descubrieron que uno de los guerrilleros, Eutimio Guerra, era un traidor que había brindado al enemigo la situación del grupo, lo que permitió al ejército bombardear su posición en el pico Caracas y luego emboscarlos en los Altos de Espinosa, poniéndolos al borde de la derrota definitiva. Fidel Castro decidió entonces que sería fusilado por traición, pero sin indicar quienes lo ejecutarían. Ante la indecisión general fue el Che Guevara quien lo ejecutó disparándole un tiro en la cabeza, demostrando una frialdad y dureza frente a los crímenes en tiempos de guerra que lo harían famoso.

En Santa Clara el Che Guevara dio la orden de fusilar al jefe de policía, Cornelio Rojas, entre otros detenidos. El coronel Joaquín Casillas, quien había sido condenado en 1948 por asesinar al sindicalista Jesús Menéndez y luego dejado en libertad, fue detenido y también resultó muerto.

Ernesto Guevara también tomó parte del grupo compuesto por Antonio Núñez Jiménez, Pedro Miret, Alfredo Guevara, Vilma Espin, Oscar Pino Santos y Segundo Ceballos, que operaba desde los inicios de la revolución en el máximo secreto, a espaldas del gobierno excluyendo Fidel Castro. Este grupo se reunía todas las noches en la casa que habitó Guevara en Tarará, un balneario cercano a La Habana. El grupo funcionaba bajo la supervisión de Fidel Castro y tenía como fin elaborar y definir leyes claves, como la de reforma agraria y creación del INRA, actuando como un verdadero gobierno paralelo.

Una de la primeras decisiones del nuevo gobierno, fueron los juicios revolucionarios como parte del proceso conocido como Comisión Depuradora contra personas consideradas criminales de guerra o muy asociadas con el régimen de Batista, y más adelante nuevos opositores como el Comandante del Segundo Frente Nacional del Escambray, Jesús Carreras Zayas, acusado de apoyar una rebelión en 1960. Entre enero y abril de 1959, alrededor de mil fueron denunciados y juzgados por medio de juicios sumarísimos de los cuales 550 fueron fusilados. Ernesto Guevara en su condición de jefe de La Cabaña durante los primeros meses de la revolución, tuvo a su cargo los juicios y ejecución contra los detenidos en la fortaleza. La opinión personal de Guevara sobre los fusilamientos fue expuesta públicamente ante las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964 : “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba”.

Para tal fin Guevara estableció un sistema judicial con tribunales de primera instancia y un tribunal de apelación bajo su presidencia, que desarrollaron su actuación en audiencias públicas, con fiscales acusadores, abogados defensores y testigos. La legitimidad de los juicios revolucionarios y los fusilamientos por el gobierno cubano son objeto de intensos debates que oponen frontalmente a quienes simpatizan con la Revolución Cubana de aquellos que se le oponen

El otro rostro

Desdichadamente, Che Guevara dejó una estela de sangre en Cuba en lo relacionado a sus oponentes. Este rastro de sangre apareció primeramente, en la provincia de Las Villas, región central de Cuba y terminó en la prisión de La Cabaña, en La Habana. La toma de la ciudad de Santa Clara fue sangrienta para sus oponentes. En esta batalla el Che perdió sólo un hombre de su columna, el Vaquerito, joven combatiente que era un protegido de Celia Sánchez, pero tuvo algunos heridos. Durante la batalla, un grupo de militares se atrincheraron en un hotel, en el centro de la ciudad, finalmente, se rindieron. Muchos prisioneros fueron ejecutados sumariamente. Puestos ante el paredón de fusilamientos, sin juicios ni misericordia. Estas ejecuciones se llevaron a cabo frente a fotógrafos, periodistas y cámaras de cine. Los prisioneros, en muchos casos, eran jóvenes campesinos que se habían unido al ejército como último recurso de desempleados y eran conocidos como: “casquitos”.

En La Habana, el Che fue nombrado jefe del campamento militar de La Cabaña. Este antiguo cuartel, era utilizado como prisión desde tiempos en que Cuba era colonia de España. Más que una guarnición militar, era conocido como una prisión. Cuando fue construido en el siglo XVIII, tenía un gran valor estratégico defensivo. En el siglo XX, era más un monumento histórico que una plaza de importancia militar. Los nuevos armamentos y la aviación lo habían convertido en algo obsoleto, desde el punto de vista bélico. La Cabaña, pronto adquirió nefasta fama: Una abarrotada prisión y centro de ejecuciones día y noche.

El “guerrillero heroico”, se convirtió en jefe de la prisión y centro de ajusticiamientos. En los primeros meses del 1959, La Cabaña fue seleccionada para estos fines, por estar bien apartada, aunque en la ciudad de La Habana y no muy accesible al público. Los prisioneros venían de todos los lugares de La Habana y de algunas provincias. El Che, no los había condenado a prisión o muerte. Se limitaba a cumplir las órdenes sin protestas, excusas y orgullo. Un miembro de su columna, de origen estadounidense, conocido por el nombre de Herman, actuaba como jefe de uno los pelotones de fusilamientos. Este individuo usaba un revólver a la forma de los “cowboys” del Oeste estadounidense, y era el encargado de dar el tiro de gracia. Herman, gustaba de hacer girar el arma, macabramente, en su dedo índice y soplar el cañón del revólver después del disparo. Se refería a la Cabaña, “como su coto de caza” o “su campo privado de tiro”. Desconozco cómo y cuándo este cruel sujeto apareció y desapareció de Cuba: un aventurero más. En aquellos meses, Herman era parte de la tropa del Che.

Varias personas que visitaron la oficina del Che, en La Cabaña, desde donde se veía el lugar de las ejecuciones, fueron invitadas por éste, para que lo acompañaran a presenciar las mismas desde su ventana. Paradójicamente, la ejecución del comandante Humberto Sorí Marín, compañero de armas del Che en la Sierra Maestra, fue similar a la de él posteriormente en Bolivia. Sorí Marín, se había separado de la revolución y estaba conspirado contra Castro. Semanas antes del desembarco de Bahía de Cochinos, fue sorprendido, con otros conspiradores en una reunión clandestina. Hubo un encuentro a balazos con la policía secreta de Castro y Sorí Marín cayó mal herido. Inmediata condena de muerte en La Cabaña, Sorí Marín no podía sostenerse en pie por sus heridas. Fue virtualmente acarreado al lugar de la ejecución, lo amarraron a un poste y lo ejecutaron. Al Che no se le puede discutir su valentía en el campo de batalla, ni su crueldad terminada la lucha. Muchos estiman que más de dos mil personas fueron ejecutadas en La Cabaña. Acepto el más conservador de este cálculo y llevo el número a la mitad: 1000 personas.

Cuando el Che fue nombrado Presidente del Banco Nacional de Cuba, circulaba un chiste que a él le gustaba repetir. “Fidel reunió a sus íntimos colaboradores y dijo que necesitaba un economista para dirigir el Banco Nacional de Cuba, y preguntó si había un economista en el grupo. El Che levantó la mano y Fidel lo nombró en el cargo. Terminada la reunión Fidel se acercó al Che y le dijo: no sabía que eras economista. El Che respondió sorprendido, no lo soy, creía que preguntabas si había un comunista en la reunión, por eso levanté la mano”.

Siendo Presidente del Banco Nacional, el Che se mostró altanero, arrogante y despectivo. Recibía a visitantes y funcionarios, vestido en sucios uniformes de combate y ponía las botas sobre el escritorio, mientras hablaba con ellos. En una ocasión dijo a un funcionario que miró con sorpresa y atención las botas del Che sobre el escritorio. “¿Qué miras, que no tengo calcetines? Tampoco uso ropa interior”. Desconozco si lo expresado por el Che era cierto o no. Posiblemente, era una forma teatral de tratar a sus visitantes. En la práctica, las decisiones del Banco Nacional, eran hechas por dos serios economistas del partido comunista cubano: Regino Boti y el profesor Carlos Rafael Rodríguez. Personas capacitadas, respetuosas y muy conservadoras al vestir y hablar.

Lo que muchos vieron como el colmo de la arrogancia fue que Guevara firmó los billetes de Banco de Cuba con su alias: “Che”. No obstante, si el Che se conducía de esta forma, Castro lo permitía. Pero, los comunistas de la vieja guardia y sus aliados soviéticos, no compartían su pensar y forma de actuar.

Todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías

Guevara fue nombrado por Castro jefe militar de la fortaleza de La Cabaña en La Habana, después de que Batista huyera de Cuba, cargo que ocupo desde enero hasta septiembre de 1959, y también responsable de la Comisión Depuradora, con el fin de implantar el terror revolucionario. En una comparecencia por el canal 6 de la TV en febrero de 1959, el Che declaraba que “en La Cabaña todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías.” Aquí él presidió sobre centenares de ejecuciones en juicios sumarios que incluso un biógrafo comprensivo como Jorge Castañeda, en su libro “Compañero: Vida y Muerte del Che Guevara”, dice que “se llevaron a cabo sin el respeto por el buen hacer de la justicia.”

Luis Ortega, en su libro ¡Yo soy el Che! relata lo que el Che le dice a Duque Estrada: “Hay que trabajar de noche, el hombre ofrece menos resistencia de noche que de día. En la calma nocturna la resistencia moral se debilita. Haz los interrogatorios de noche. No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es sí es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele siempre al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas.”

Napoleón Vilaboa, miembro del Movimiento 26 de Julio y asesor del Che en La Cabaña, relata la ejecución de José Castaño Quevedo, director del Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), contra el cual no pesaban acusaciones criminales y al que llevo a la oficina del Che: “Mientras daba vueltas alrededor de su mesa y de la silla donde estaba el militar, Che sacó la pistola 45 y lo mató allí mismo con dos balazos en la cabeza.”

Escalofriante relato del ex preso político Pierre San Martín, testigo presencial del asesinato a sangre fría de un niño entre 12 y 14 años de edad llevado a cabo por el Che Guevara en la fortaleza de la Cabaña en 1959: “…el crujiente sonido de la puerta de hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado calabozo…. ¿Y tú que hiciste?, preguntamos casi al unísono. Con la cara ensangrentada y amoratada nos miró fijamente, respondiendo: por defender a mi padre para que no lo mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron los muy hijos de perra. Cerca del paredón donde se fusilaba, con las manos en la cintura, caminaba de un lado al otro el abominable Che Guevara. Dio la orden de traer al muchacho primero, y lo mandó a arrodillarse delante del paredón… El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió al infame personaje: “si me has de matar tendrás que hacerlo como se mata a los hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas.”

Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: “con que sois un pibe valiente”…Desenfundando su pistola le dio un tiro en la nuca que casi le cercenó el cuello.”

Ajusticiamientos

Guevara a los 15 años

Durante los tres primeros meses de la revolución cubana tuvieron lugar 568 ejecuciones por fusilamiento. Incluso el New York Times lo admite, según la periodista de dicho diario Hart Phillips, unos “400 en los dos primeros meses”. El periodista Tetlon del London Daily Telegraph escribe lo siguiente, “en ocasiones funcionaban cuatro tribunales simultáneamente, sin abogados ni testigos de descargos, llegando a juzgarse, contemplando la pena capital, hasta 80 personas en juicios colectivos”. Los procesos judiciales fueron farsas desvergonzadas que espantaron y repugnaron a todos aquellos que los presenciaron.

Jorge Castañeda en su biografía sobre Guevara, menciona que el fallecido padre Iñaki de Aspiazu, un vasco católico simpatizante de la revolución, habló de 700 víctimas. Luis Ortega escribe en su libro “Yo soy el Che” que Guevara envió a 1,897 hombres al pelotón de fusilamiento. En su libro “Che Guevara: una Biografía,” Daniel James escribe que el Che admitió haber ordenado “varios miles” de ejecuciones durante los primeros años del régimen castrista. Félix Rodríguez, un exagente de la CIA, que participo en la captura del Che en Bolivia, le contó a Vargas Llosa que se enfrentó al Che tras su captura recriminándole las “más o menos 2,000″ ejecuciones de las que fue responsable a lo largo de su vida. “Me dijo que eran todos agentes de la CIA y no discutió la cifra.” Como contraste en los Juicios de Nurenberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, de los 24 líderes nazis acusados de crímenes de guerra solamente se aplicó la pena de muerte a 11 de ellos.

Homofòbico

El Che tuvo un rol principal en el establecimiento del primer campo de trabajos forzados en la península de Guanahacabibes en el oeste de Cuba, que se puso en marcha a finales de 1960, para confinar personas que no habían cometido delito sujeto a castigo por la ley, revolucionario o de otro tipo. Che defendió dicha iniciativa diciendo: “Nosotros solamente enviamos a Guanahacabibes aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros que deban ser encarcelados…. Nosotros mandamos a Guanahacabibes a la gente que no debería ir a la cárcel, gente que ha cometido crímenes contra la moral revolucionaria, en mayor o menor grado,…”

“Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, católicos, Testigos de Jehová, sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Hacinados en autobuses y camiones, los “desadaptados” serían transportados a punta de pistola a los campos de concentración organizados sobre la base del modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la mayoría quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor documental de Néstor Almendros, “Conducta Impropia”, se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.”

La homofobia del Che se manifiesta en el cartel colocado a la entrada del campo de trabajos forzados, donde confinaron a los homosexuales, donde se leía “El trabajo os hará hombres”, replica del lema “El trabajo os hará libres” utilizado en los campos de concentración nazis. Pretendía corregir el comportamiento homosexual aplicando castigos rigurosos con el objeto de modificar dicha desviación social, la cual no constituye un delito castigado por la ley.

Intransigente y cruel

Guevara a los 18 años

Al instinto asesino sigue la cobardía, como lo demuestran los incidentes con el guerrillero Jorge Sotús y el comandante Carreras. La conducta intransigente y cruel que siempre mostró Ernesto Guevara durante su vida, chocó en ocasiones con su actitud un tanto vacilante y flojona durante determinada confrontación personal en que su pellejo corría peligro. Así fue cuando provocó que Sotús se le insubordinara, y Carrera lo retara a duelo. El Che se redujo a la mínima expresión. Con el último se desquitó presenciando su fusilamiento en la Cabaña, donde tuvo lugar el reto.

Confesó también: “Yo en realidad no soy un economista”. Su intervención al frente del Banco Nacional y el Ministerio de Industrias, fue un total desastre. Lo fue también de guerrillero, como quedó demostrado en Africa y Bolivia. Su reacción cuando lo apresaron, fue la de una rata, no la de un héroe. Al final no libera a sus hombres del compromiso de resistir hasta la muerte. El, en cambio, decide rendirse y no morir peleando como cuadra a un héroe, al tratar de convencer a sus captores diciéndoles que valía más vivo que muerto.

El Guevara traidor

Mario Vargas Llosa, en un artículo sobre Ernesto Guevara, dice: “Un ser que de histórico pasa a ser mítico no es juzgado con criterios racionales sino mediante actos de fe y de ilusión. Es el caso de Ché” . Se sabe de su traiciòn en México, cuando los futuros expedicionarios son arrestados, informa a sus captores los nombres de todos los que se encuentran en el campamento, en marcado contraste con el coronel Albeto Bayo quien, ante igual pretensión, respondió: “Yo no me presto ni me prestaré a señalar nombres…a acusar a ninguno, ni que hurguen ustedes sobre nuestro movimiento, que es el de toda la nación cubana”.

El periodista cubano en el exilio José Ignacio Rasco dice que la relación entre Castro y el Che es la misma que él presenció en Cuba: “Me consta del miedo que sentía ante Fidel Castro. Cuando fui a Palacio para protestar del cierre de la Universidad de Villanueva -por la ley 11- presencié la escena donde Castro lo trataba con altanería implacable y como él, tímidamente, se le sometía. Castro lo enviaba a expediciones, como la del Congo o la de Bolivia, para alejarlo del poder y hacerlo fracasar. Ni en Venezuela ni en Guatemala tuvo ninguna participación revolucionaria en sus días juveniles, sino más bien se convirtió en un terrible burguesito bohemio de correrías propias de jóvenes malcriados, de pandillitas de barrios en varios países de América Latina. Fue su primera esposa, Hilda Gadea, la que le contagió el virus marxista, más achinado que soviético, siempre sediento de sangre ante su altar de paredón en La Cabaña. Era sádico en su conducta con sus víctimas y los familiares de ellas, gozaba divirtiéndose con la tragedia ajena de esposas e hijos de presos políticos o fusilados con burlas hirientes y sangrientas”.

La ironìa de la foto

La famosa fotografía de Guevara fue tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda el 5 de marzo de 1960. El editor italiano Gian Giacomo Feltrinelli la descubrió en uno de sus viajes a La Habana. Alberto Korda se la obsequio.

Tras la muerte de Guevara, Feltrinelli -al fin empresario- imprimió millones de carteles. La foto recorrió el mundo y fue el símbolo de los movimientos juveniles del 68 y posteriormente de toda la izquierda asi como de grupos delictuales.

Pero las ganancias fueron para Feltrinelli, ni Korda ni Cuba obtuvieron beneficios. Feltrinelli -quien murió a principios de los años setenta, obtuvo algo mas de 5 millones de dólares por la venta de carteles del Che. Ahora el control sobre esa imagen emblemática se ha perdido: cualquiera la usa y explota comercialmente. Es la ironìa de alguien que luchò contra el capitalismo pero al final su imagen se hizo parte del sistema que deseaba erradicar.

Ernesto “Che” Guevara ha sido siempre visto con benevolencia y hasta con misticismo por muchas personas debido a la lucha de la cual formò parte en Cuba, pero mucha gente olvida la estela de sangre que dejò a su paso. La gran mentira en la que se sostiene el aura de romántico, soñador y visionario que rodea al sanguinario guerrillero argentino, no se sostiene por ningun lado al revisar la historia y ver que solo era un asesino implacable. Guevara, a inicios de la revoluciòn cubana, fue cabeza visible de muchos de los juicios de los cuales, mas de 500 personas fueron fusiladas. La gente puede olvidar y perdonar, pero la historia no lo hace, solo basta revisarla para ver quien es quien, y Guevara no fue lo que muchos piensan.El pez por la boca muere, famoso dicho que calza con exactitud algunas actitudes de las personas. Al respecto, iniciaremos con algunas frases dichas por el guerrillero Ernesto “Che” Guevara. Con respecto al campesino, Guevara dijo que no importa cuan pequeño o pobre sea, no importa cuánto haya ayudado a la revolución y peleado por ella, si llega a generar capitalismo, debe ser “eliminado”. Para el Che, ese capitalismo era simplemente el defender el pedazo de tierra que los pobres campesinos tenían para vivir, el cual era colectivizado para la Cuba socialista.

En su famoso “Mensaje a la Tricontinental” (publicado con el título “Crear dos, tres…muchos Vietnam, esa es la consigna”) el Che escribió: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tiene que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”.

Se decìa mucho en esos tiempos que Guevara era un tipo muy frìo, de cabeza muy àgil pero a la vez analìtica, pero en casos extremos, actuaba con mucha dureza y tomaba decisiones muy en contra de los derechos humanos. En Sierra Maestra, Guevara también impuso su personalidad al mostrarse estricto frente a los actos de indisciplina, de traición y criminales, no solo en la propia tropa, sino también con respecto a los soldados enemigos y a los campesinos que habitaban la zona. Esta faceta se hizo evidente el 17 de febrero de 1957, cuando descubrieron que uno de los guerrilleros, Eutimio Guerra, era un traidor que había brindado al enemigo la situación del grupo, lo que permitió al ejército bombardear su posición en el pico Caracas y luego emboscarlos en los Altos de Espinosa, poniéndolos al borde de la derrota definitiva. Fidel Castro decidió entonces que sería fusilado por traición, pero sin indicar quienes lo ejecutarían. Ante la indecisión general fue el Che Guevara quien lo ejecutó disparándole un tiro en la cabeza, demostrando una frialdad y dureza frente a los crímenes en tiempos de guerra que lo harían famoso.

En Santa Clara el Che Guevara dio la orden de fusilar al jefe de policía, Cornelio Rojas, entre otros detenidos. El coronel Joaquín Casillas, quien había sido condenado en 1948 por asesinar al sindicalista Jesús Menéndez y luego dejado en libertad, fue detenido y también resultó muerto.

Ernesto Guevara también tomó parte del grupo compuesto por Antonio Núñez Jiménez, Pedro Miret, Alfredo Guevara, Vilma Espin, Oscar Pino Santos y Segundo Ceballos, que operaba desde los inicios de la revolución en el máximo secreto, a espaldas del gobierno excluyendo Fidel Castro. Este grupo se reunía todas las noches en la casa que habitó Guevara en Tarará, un balneario cercano a La Habana. El grupo funcionaba bajo la supervisión de Fidel Castro y tenía como fin elaborar y definir leyes claves, como la de reforma agraria y creación del INRA, actuando como un verdadero gobierno paralelo.

Una de la primeras decisiones del nuevo gobierno, fueron los juicios revolucionarios como parte del proceso conocido como Comisión Depuradora contra personas consideradas criminales de guerra o muy asociadas con el régimen de Batista, y más adelante nuevos opositores como el Comandante del Segundo Frente Nacional del Escambray, Jesús Carreras Zayas, acusado de apoyar una rebelión en 1960. Entre enero y abril de 1959, alrededor de mil fueron denunciados y juzgados por medio de juicios sumarísimos de los cuales 550 fueron fusilados. Ernesto Guevara en su condición de jefe de La Cabaña durante los primeros meses de la revolución, tuvo a su cargo los juicios y ejecución contra los detenidos en la fortaleza. La opinión personal de Guevara sobre los fusilamientos fue expuesta públicamente ante las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964 : “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba”.

Para tal fin Guevara estableció un sistema judicial con tribunales de primera instancia y un tribunal de apelación bajo su presidencia, que desarrollaron su actuación en audiencias públicas, con fiscales acusadores, abogados defensores y testigos. La legitimidad de los juicios revolucionarios y los fusilamientos por el gobierno cubano son objeto de intensos debates que oponen frontalmente a quienes simpatizan con la Revolución Cubana de aquellos que se le oponen

El otro rostro

Desdichadamente, Che Guevara dejó una estela de sangre en Cuba en lo relacionado a sus oponentes. Este rastro de sangre apareció primeramente, en la provincia de Las Villas, región central de Cuba y terminó en la prisión de La Cabaña, en La Habana. La toma de la ciudad de Santa Clara fue sangrienta para sus oponentes. En esta batalla el Che perdió sólo un hombre de su columna, el Vaquerito, joven combatiente que era un protegido de Celia Sánchez, pero tuvo algunos heridos. Durante la batalla, un grupo de militares se atrincheraron en un hotel, en el centro de la ciudad, finalmente, se rindieron. Muchos prisioneros fueron ejecutados sumariamente. Puestos ante el paredón de fusilamientos, sin juicios ni misericordia. Estas ejecuciones se llevaron a cabo frente a fotógrafos, periodistas y cámaras de cine. Los prisioneros, en muchos casos, eran jóvenes campesinos que se habían unido al ejército como último recurso de desempleados y eran conocidos como: “casquitos”.

En La Habana, el Che fue nombrado jefe del campamento militar de La Cabaña. Este antiguo cuartel, era utilizado como prisión desde tiempos en que Cuba era colonia de España. Más que una guarnición militar, era conocido como una prisión. Cuando fue construido en el siglo XVIII, tenía un gran valor estratégico defensivo. En el siglo XX, era más un monumento histórico que una plaza de importancia militar. Los nuevos armamentos y la aviación lo habían convertido en algo obsoleto, desde el punto de vista bélico. La Cabaña, pronto adquirió nefasta fama: Una abarrotada prisión y centro de ejecuciones día y noche.

El “guerrillero heroico”, se convirtió en jefe de la prisión y centro de ajusticiamientos. En los primeros meses del 1959, La Cabaña fue seleccionada para estos fines, por estar bien apartada, aunque en la ciudad de La Habana y no muy accesible al público. Los prisioneros venían de todos los lugares de La Habana y de algunas provincias. El Che, no los había condenado a prisión o muerte. Se limitaba a cumplir las órdenes sin protestas, excusas y orgullo. Un miembro de su columna, de origen estadounidense, conocido por el nombre de Herman, actuaba como jefe de uno los pelotones de fusilamientos. Este individuo usaba un revólver a la forma de los “cowboys” del Oeste estadounidense, y era el encargado de dar el tiro de gracia. Herman, gustaba de hacer girar el arma, macabramente, en su dedo índice y soplar el cañón del revólver después del disparo. Se refería a la Cabaña, “como su coto de caza” o “su campo privado de tiro”. Desconozco cómo y cuándo este cruel sujeto apareció y desapareció de Cuba: un aventurero más. En aquellos meses, Herman era parte de la tropa del Che.

Varias personas que visitaron la oficina del Che, en La Cabaña, desde donde se veía el lugar de las ejecuciones, fueron invitadas por éste, para que lo acompañaran a presenciar las mismas desde su ventana. Paradójicamente, la ejecución del comandante Humberto Sorí Marín, compañero de armas del Che en la Sierra Maestra, fue similar a la de él posteriormente en Bolivia. Sorí Marín, se había separado de la revolución y estaba conspirado contra Castro. Semanas antes del desembarco de Bahía de Cochinos, fue sorprendido, con otros conspiradores en una reunión clandestina. Hubo un encuentro a balazos con la policía secreta de Castro y Sorí Marín cayó mal herido. Inmediata condena de muerte en La Cabaña, Sorí Marín no podía sostenerse en pie por sus heridas. Fue virtualmente acarreado al lugar de la ejecución, lo amarraron a un poste y lo ejecutaron. Al Che no se le puede discutir su valentía en el campo de batalla, ni su crueldad terminada la lucha. Muchos estiman que más de dos mil personas fueron ejecutadas en La Cabaña. Acepto el más conservador de este cálculo y llevo el número a la mitad: 1000 personas.

Cuando el Che fue nombrado Presidente del Banco Nacional de Cuba, circulaba un chiste que a él le gustaba repetir. “Fidel reunió a sus íntimos colaboradores y dijo que necesitaba un economista para dirigir el Banco Nacional de Cuba, y preguntó si había un economista en el grupo. El Che levantó la mano y Fidel lo nombró en el cargo. Terminada la reunión Fidel se acercó al Che y le dijo: no sabía que eras economista. El Che respondió sorprendido, no lo soy, creía que preguntabas si había un comunista en la reunión, por eso levanté la mano”.

Siendo Presidente del Banco Nacional, el Che se mostró altanero, arrogante y despectivo. Recibía a visitantes y funcionarios, vestido en sucios uniformes de combate y ponía las botas sobre el escritorio, mientras hablaba con ellos. En una ocasión dijo a un funcionario que miró con sorpresa y atención las botas del Che sobre el escritorio. “¿Qué miras, que no tengo calcetines? Tampoco uso ropa interior”. Desconozco si lo expresado por el Che era cierto o no. Posiblemente, era una forma teatral de tratar a sus visitantes. En la práctica, las decisiones del Banco Nacional, eran hechas por dos serios economistas del partido comunista cubano: Regino Boti y el profesor Carlos Rafael Rodríguez. Personas capacitadas, respetuosas y muy conservadoras al vestir y hablar.

Lo que muchos vieron como el colmo de la arrogancia fue que Guevara firmó los billetes de Banco de Cuba con su alias: “Che”. No obstante, si el Che se conducía de esta forma, Castro lo permitía. Pero, los comunistas de la vieja guardia y sus aliados soviéticos, no compartían su pensar y forma de actuar.

Todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías

Guevara fue nombrado por Castro jefe militar de la fortaleza de La Cabaña en La Habana, después de que Batista huyera de Cuba, cargo que ocupo desde enero hasta septiembre de 1959, y también responsable de la Comisión Depuradora, con el fin de implantar el terror revolucionario. En una comparecencia por el canal 6 de la TV en febrero de 1959, el Che declaraba que “en La Cabaña todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías.” Aquí él presidió sobre centenares de ejecuciones en juicios sumarios que incluso un biógrafo comprensivo como Jorge Castañeda, en su libro “Compañero: Vida y Muerte del Che Guevara”, dice que “se llevaron a cabo sin el respeto por el buen hacer de la justicia.”

Luis Ortega, en su libro ¡Yo soy el Che! relata lo que el Che le dice a Duque Estrada: “Hay que trabajar de noche, el hombre ofrece menos resistencia de noche que de día. En la calma nocturna la resistencia moral se debilita. Haz los interrogatorios de noche. No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es sí es necesario fusilarlo. Nada más. Debe dársele siempre al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndeme bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas.”

Napoleón Vilaboa, miembro del Movimiento 26 de Julio y asesor del Che en La Cabaña, relata la ejecución de José Castaño Quevedo, director del Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), contra el cual no pesaban acusaciones criminales y al que llevo a la oficina del Che: “Mientras daba vueltas alrededor de su mesa y de la silla donde estaba el militar, Che sacó la pistola 45 y lo mató allí mismo con dos balazos en la cabeza.”

Escalofriante relato del ex preso político Pierre San Martín, testigo presencial del asesinato a sangre fría de un niño entre 12 y 14 años de edad llevado a cabo por el Che Guevara en la fortaleza de la Cabaña en 1959: “…el crujiente sonido de la puerta de hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado calabozo…. ¿Y tú que hiciste?, preguntamos casi al unísono. Con la cara ensangrentada y amoratada nos miró fijamente, respondiendo: por defender a mi padre para que no lo mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron los muy hijos de perra. Cerca del paredón donde se fusilaba, con las manos en la cintura, caminaba de un lado al otro el abominable Che Guevara. Dio la orden de traer al muchacho primero, y lo mandó a arrodillarse delante del paredón… El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió al infame personaje: “si me has de matar tendrás que hacerlo como se mata a los hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas.”

Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: “con que sois un pibe valiente”…Desenfundando su pistola le dio un tiro en la nuca que casi le cercenó el cuello.”

Ajusticiamientos

Guevara a los 15 años

Durante los tres primeros meses de la revolución cubana tuvieron lugar 568 ejecuciones por fusilamiento. Incluso el New York Times lo admite, según la periodista de dicho diario Hart Phillips, unos “400 en los dos primeros meses”. El periodista Tetlon del London Daily Telegraph escribe lo siguiente, “en ocasiones funcionaban cuatro tribunales simultáneamente, sin abogados ni testigos de descargos, llegando a juzgarse, contemplando la pena capital, hasta 80 personas en juicios colectivos”. Los procesos judiciales fueron farsas desvergonzadas que espantaron y repugnaron a todos aquellos que los presenciaron.

Jorge Castañeda en su biografía sobre Guevara, menciona que el fallecido padre Iñaki de Aspiazu, un vasco católico simpatizante de la revolución, habló de 700 víctimas. Luis Ortega escribe en su libro “Yo soy el Che” que Guevara envió a 1,897 hombres al pelotón de fusilamiento. En su libro “Che Guevara: una Biografía,” Daniel James escribe que el Che admitió haber ordenado “varios miles” de ejecuciones durante los primeros años del régimen castrista. Félix Rodríguez, un exagente de la CIA, que participo en la captura del Che en Bolivia, le contó a Vargas Llosa que se enfrentó al Che tras su captura recriminándole las “más o menos 2,000″ ejecuciones de las que fue responsable a lo largo de su vida. “Me dijo que eran todos agentes de la CIA y no discutió la cifra.” Como contraste en los Juicios de Nurenberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, de los 24 líderes nazis acusados de crímenes de guerra solamente se aplicó la pena de muerte a 11 de ellos.

Homofòbico

El Che tuvo un rol principal en el establecimiento del primer campo de trabajos forzados en la península de Guanahacabibes en el oeste de Cuba, que se puso en marcha a finales de 1960, para confinar personas que no habían cometido delito sujeto a castigo por la ley, revolucionario o de otro tipo. Che defendió dicha iniciativa diciendo: “Nosotros solamente enviamos a Guanahacabibes aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros que deban ser encarcelados…. Nosotros mandamos a Guanahacabibes a la gente que no debería ir a la cárcel, gente que ha cometido crímenes contra la moral revolucionaria, en mayor o menor grado,…”

“Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, católicos, Testigos de Jehová, sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Hacinados en autobuses y camiones, los “desadaptados” serían transportados a punta de pistola a los campos de concentración organizados sobre la base del modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la mayoría quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor documental de Néstor Almendros, “Conducta Impropia”, se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.”

La homofobia del Che se manifiesta en el cartel colocado a la entrada del campo de trabajos forzados, donde confinaron a los homosexuales, donde se leía “El trabajo os hará hombres”, replica del lema “El trabajo os hará libres” utilizado en los campos de concentración nazis. Pretendía corregir el comportamiento homosexual aplicando castigos rigurosos con el objeto de modificar dicha desviación social, la cual no constituye un delito castigado por la ley.

Intransigente y cruel

Guevara a los 18 años

Al instinto asesino sigue la cobardía, como lo demuestran los incidentes con el guerrillero Jorge Sotús y el comandante Carreras. La conducta intransigente y cruel que siempre mostró Ernesto Guevara durante su vida, chocó en ocasiones con su actitud un tanto vacilante y flojona durante determinada confrontación personal en que su pellejo corría peligro. Así fue cuando provocó que Sotús se le insubordinara, y Carrera lo retara a duelo. El Che se redujo a la mínima expresión. Con el último se desquitó presenciando su fusilamiento en la Cabaña, donde tuvo lugar el reto.

Confesó también: “Yo en realidad no soy un economista”. Su intervención al frente del Banco Nacional y el Ministerio de Industrias, fue un total desastre. Lo fue también de guerrillero, como quedó demostrado en Africa y Bolivia. Su reacción cuando lo apresaron, fue la de una rata, no la de un héroe. Al final no libera a sus hombres del compromiso de resistir hasta la muerte. El, en cambio, decide rendirse y no morir peleando como cuadra a un héroe, al tratar de convencer a sus captores diciéndoles que valía más vivo que muerto.

El Guevara traidor

Mario Vargas Llosa, en un artículo sobre Ernesto Guevara, dice: “Un ser que de histórico pasa a ser mítico no es juzgado con criterios racionales sino mediante actos de fe y de ilusión. Es el caso de Ché” . Se sabe de su traiciòn en México, cuando los futuros expedicionarios son arrestados, informa a sus captores los nombres de todos los que se encuentran en el campamento, en marcado contraste con el coronel Albeto Bayo quien, ante igual pretensión, respondió: “Yo no me presto ni me prestaré a señalar nombres…a acusar a ninguno, ni que hurguen ustedes sobre nuestro movimiento, que es el de toda la nación cubana”.

El periodista cubano en el exilio José Ignacio Rasco dice que la relación entre Castro y el Che es la misma que él presenció en Cuba: “Me consta del miedo que sentía ante Fidel Castro. Cuando fui a Palacio para protestar del cierre de la Universidad de Villanueva -por la ley 11- presencié la escena donde Castro lo trataba con altanería implacable y como él, tímidamente, se le sometía. Castro lo enviaba a expediciones, como la del Congo o la de Bolivia, para alejarlo del poder y hacerlo fracasar. Ni en Venezuela ni en Guatemala tuvo ninguna participación revolucionaria en sus días juveniles, sino más bien se convirtió en un terrible burguesito bohemio de correrías propias de jóvenes malcriados, de pandillitas de barrios en varios países de América Latina. Fue su primera esposa, Hilda Gadea, la que le contagió el virus marxista, más achinado que soviético, siempre sediento de sangre ante su altar de paredón en La Cabaña. Era sádico en su conducta con sus víctimas y los familiares de ellas, gozaba divirtiéndose con la tragedia ajena de esposas e hijos de presos políticos o fusilados con burlas hirientes y sangrientas”.

La ironìa de la foto

La famosa fotografía de Guevara fue tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda el 5 de marzo de 1960. El editor italiano Gian Giacomo Feltrinelli la descubrió en uno de sus viajes a La Habana. Alberto Korda se la obsequio.

Tras la muerte de Guevara, Feltrinelli -al fin empresario- imprimió millones de carteles. La foto recorrió el mundo y fue el símbolo de los movimientos juveniles del 68 y posteriormente de toda la izquierda asi como de grupos delictuales.

Pero las ganancias fueron para Feltrinelli, ni Korda ni Cuba obtuvieron beneficios. Feltrinelli -quien murió a principios de los años setenta, obtuvo algo mas de 5 millones de dólares por la venta de carteles del Che. Ahora el control sobre esa imagen emblemática se ha perdido: cualquiera la usa y explota comercialmente. Es la ironìa de alguien que luchò contra el capitalismo pero al final su imagen se hizo parte del sistema que deseaba erradicar.

http://elsecretodezara.blogspot.com.es/

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