Hoy volvemos a dejar constancia de la huella que el dios Lug dejó en la toponimia ibérica. En este caso nos acercamos a Llugás –Lugás en castellano-, parroquia perteneciente al concejo asturiano de Villaviciosa, del que dicen debe su nombre a este importante dios del panteón céltico. Ya sabemos que muchos de los cultos manifestados actualmente a través del cristianismo se realizan en enclaves que ya eran sagrados con anterioridad a la existencia de esta religión. Quizás nos encontremos ante uno de ellos, pues no sólo la sacralidad del topónimo nos pone tras esta pista, sino la existencia de un Santuario -el Santuario de la Virgen de Llugás– que es calificado como el segundo santuario asturiano en importancia, tras el de Covadonga. Incluso Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico, afirmaba que eran más los peregrinos que se acercaban, en aquellos años -mediados del siglo XIX-, a este santuario que al de Covadonga. El propio santuario se encuentra sobre un altozano, con amplias vistas, divisándoseVillaviciosa y el Mar Cantábrico, que se dice ocupa el emplazamiento de un antiguo castro prerromano; así estamos ante un nuevo caso de antiguo poblamiento cristianizado con posterioridad. Aunque quién sabe si, además de poblamiento, fue un antiguo santuario o lugar de culto. La posible conexión del nombre de la población con el dios Lug podría constituir un indicio, además de las peregrinaciones y de la existencia de exvotos actualmente en este santuario mariano, pues tiene fama de lugar con poderes curativos, ofrendas que encuentran, en muchos casos, su génesis en tiempos muy lejanos.
Santuario de la Virgen de Llugás – juansalmohotmail.blogspot.com |
*Fuente: Eduardo García, selenitaconsciente.com
No está Lugás en el Camino de Santiago, pero le coge cerca y quizá algún ramal conectara el santuario con la «autopista» piadosa que pasaba por Asturias con destino a Compostela. La historia religiosa de Lugás viene de lejos, iglesia parroquial desde el siglo XIV y complejo de peregrinos con el cabildo más amplio del concejo (para que las gentes se resguardaran del frío), un púlpito externo, junto al pórtico, para las misas de multitud, una casa de novenas y una hospedería de peregrinos.
Lo que hoy es el santuario de Lugás albergó una construcción prerrománica y muy probablemente un castro anterior. La iglesia que hoy se puede visitar, con todos los añadidos que se quiera, es del siglo XII (1180), pero la gran eclosión de las peregrinaciones surge en el XVII, así que en 1690 no quedó otro remedio que ampliar el templo. En el XVIII se instala el retablo barroco, obra de Manuel Martínez Manjoya, el mismo autor del retablo mayor de Santa María de Valdediós.
[…] El interior del templo genera emociones encontradas. Hay demasiadas cosas en ella, a gusto de algunos. Ese aparente recargamiento tiene que ver con la historia ligada a las peregrinaciones como lo prueban los dos paneles de exvotos colgados en la nave principal. Los hay de mediados del siglo XIX. Ortopedias de mentira, fotografías llenas de buenos deseos, amuletos de ofrenda y agradecimiento… Hay dos vestidos de niña: «Son de la misma familia. Uno lo trajo una mujer para agradecer la curación de su hija, y cuando esa niña creció y se hizo madre, también trajo un exvoto de su pequeña», cuenta Agustín Hevia, párroco de la localidad.
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