domi Y si solo estamos nosotros… ¡Cuánto espacio desaprovechado!

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A primera vista esta pequeña tabla puede que no nos diga gran cosa. Apenas unas anotaciones que relacionan los planetas de nuestro Sistema Solar con unos porcentajes y unas mediciones en grados. Nada llamativo, nada que nos haga pensar que su comprensión puede hacer que un leve escalofrío recorra nuestra espalda…

Desde hace mucho tiempo que los ojos de nuestra especie miran al cielo, quizás una de las primeras cosas que nuestra conciencia se preguntó estuvo relacionada con todos aquellos brillantes puntos que adornaban las noches de nuestro mundo.

Hace no muchos años nos sobraba un dedo de las dos manos para contar los planetas de los que teníamos constancia, luego pasaron a sobrarnos dos dedos cuando destronamos a Plutón de su condición planetaria… Hoy en día necesitamos una base de datos con miles de entradas para catalogarlos.

Gran parte de culpa en esta “explosión cámbrica planetaria” la tiene la misión del Telescopio Espacial Kepler, un satélite artificial lanzado el 6 de marzo de 2009 con el objetivo de buscar planetas extrasolares (ubicados fuera de nuestro Sistema Solar) a través del método del tránsito planetario, una técnica consistente en observar el brillo de una estrella con fotómetros muy sensibles, cuando el candidato a exoplaneta pasa por delante de su estrella bloquea parcialmente la luz que llega al telescopio, creando una curva de luz parecida al gráfico siguiente.

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La intensidad y duración de esa mínima disminución en el brillo de la estrella es la que usamos para conocer el tamaño del objeto que realiza el tránsito (se supone que un planeta aunque otras veces puede ser, por ejemplo, otra estrella dentro de un sistema doble o binario) y la distancia a la que se encuentra de su estrella.

Los hallazgos de Kepler han supuesto una revolución dentro del campo de la astronomía, con 242 planetas confirmados y 3538 planetas candidatos hasta la fecha, han cambiado nuestra visión del cosmos para siempre.

La misión nos ha mostrado a nuestra Vía Láctea como un hervidero de sistemas planetarios alrededor de todo tipo de estrellas imaginables. Nos está dando una nueva lección de humildad frente a lo poco especial que puede ser nuestro planeta. Los planetas pequeños y rocosos son comunes en nuestro vecindario cósmico. Y todo esto solo observando una minúscula parte de nuestro firmamento y obteniendo datos positivos en los planetas que se sitúan debidamente alineados entre la estrella a estudiar y el ya malogrado telescopio (cesó sus actividades el pasado Mayo).

Inferir los datos que nos ha mostrado Kepler durante el periodo que ha estado activo significa que, solo en nuestra galaxia, existen de 20.000 a 30.000 millones de planetas sin contar las lunas que probablemente los orbiten. Pensad que hablamos de datos obtenidos a partir de la observación de “apenas” 150.000 estrellas, mirad la cantidad y diversidad de mundos que hemos encontrado en una pequeña y minúscula porción del firmamento, desde gigantes gaseosos que duplican o triplican el diámetro de nuestro Júpiter orbitando a distancias menores a las que lo hace nuestro Mercurio, hasta planetas ligeramente mayores que nuestra Tierra navegando por la zona de habitabilidad de sus soles, aquella región donde la luminosidad y el flujo de radiación incidente permitirían la presencia de agua en estado líquido sobre la superficie del planeta, aquella zona donde deberíamos buscar vida.

… Y es aquí donde volvemos a nuestra tabla…

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Imaginad una sonda con la misma precisión y los mismos instrumentos que la sonda Kepler, imaginad que no la hemos construido nosotros, astrónomos y astrofísicos de otra civilización han conseguido convencer a sus gobiernos para lanzarla y buscar planetas fuera de su sistema planetario. En una de esas observaciones sus giroscopios la llevan a apuntar a una pequeña estrella de unos 4.500 millones de años de edad, está en la mitad de su ciclo vital y los estudios previos muestran metales y calcio en su espectro (además de hidrógeno y helio). Imaginad que el sistema solar que estudian está orientado al azar con respecto al telescopio… como ya habréis podido imaginar nos apuntan a nosotros, el objetivo es nuestro propio sistema solar, el único que conocemos donde la vida ha surgido.

Ahora podemos dar sentido a los números de la tabla, corresponden al porcentaje de probabilidades para cada planeta de nuestro vecindario de estar correctamente alineado y así poder ser detectado por un Kepler alienígena. Hablamos de solo un 0.30% de probabilidades de que vieran nuestro planeta pasar por delante del Sol, un 0.18% para Marte, un 0.056% para nuestro gigante Júpiter (debido a al tiempo que necesita para realizar una sola órbita al Sol). Podemos seguir observando la tabla y solo obtendremos porcentajes terriblemente bajos. Lo más probable es que catalogaran a nuestra estrella como un astro sin planetas alrededor. Estarían analizando los datos de otras miles de estrellas donde su telescopio si habría encontrado mundos, pero quizás la pequeña y solitaria estrella amarilla debería esperar a otros instrumentos más sensibles para decidir sobre su posibilidad de albergar un mundo con vida.

Estos datos dan una nueva dimensión a los impresionantes números de nuestro Kepler. La misión nos cuenta una hermosa historia de una galaxia inundada de planetas de todo tipo, pero lo mejor es que esos datos son una estimación a la baja de lo que realmente existe ahí fuera.

Recreación de los descubrimientos de la sonda Kepler
Recreación de los descubrimientos de la sonda Kepler

El número de planetas orbitando estrellas solo en nuestra galaxia puede ser de hasta una magnitud mayor del estimado hasta ahora, y eso si dejamos a un lado mundos que no orbitan ninguna estrella. A nuestro Universo le gustan los planetas, es un paso más de su natural evolución. Además, nos damos cuenta que los forma con una facilidad asombrosa, son tan comunes como lo puede ser la formación de galaxias o el estallido de supernovas, solo que hay procesos en el cosmos que nos es más fácil de observar.

La nueva generación de telescopios está llamada a arrojar un poco más de luz sobre el tema, consolidando algunas de las teorías que hoy damos como válidas y maltratando otras. Solo tenemos unos pocos conceptos claros por ahora, al universo le encanta formar planetas, le encanta crearlos de todas los tamaños y a todas las distancias de varios tipos de estrellas, quizás al universo le gusta formar vida.

La frase de Carl Sagan que da título a este post adquiere cada vez más sentido. Ya sería demasiado espacio desaprovechado…

http://naukas.com/2014/02/03/y-si-solo-estamos-nosotros-cuanto-espacio-desaprovechado/

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