Resulta curioso y enriquecedor contemplar una noticia desde las dos caras o posiciones. Estamos acostumbrados a la versión de los telediarios y es bueno también ver otros puntos de vista.
Al final ustedes tienen la palabra y la decisión.
Probadamente, en Siria, el terror de los tanques gubernamentales vence a la acción psicológica contagiante de la CIA y enfría la sedición proimperial emboscada en las «protestas populares». Boicoteado por China y Rusia, el proyecto del consorcio imperial USA-UE para aislar y tomar medidas contra Siria no prospera en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Por IAR Noticias
En la última semana de abril pasado, el régimen sirio, aliado de Irán y sostén de Líbano y Gaza, decidió cortar de raíz la sedición que había cobrado una dimensión inusitada mientras los sublevados pedían «ayuda» militar a EEUU y la Unión Europea y prometían abiertamente derrocar al gobierno del presidente Bashar el Asad.
Sorpresivamente el ejército sirio desplegó tropas y tanques por las ciudades semi-tomadas por los golpistas y los servicios de inteligencia, y las fuerzas de seguridad comenzaron a barrer las zonas infiltradas en una razzia masiva contra los instigadores y responsables.
Finalmente (y para evitar una rebelión al estilo libio), las operaciones militares se concentraron en la región tribal del este, donde se produce la totalidad de los 380.000 barriles diarios de petróleo del país, mientras se despliegan tanques y vehículos blindados en las localidades de Deir al Zor y en Albu Kamal, en la frontera con Irak.
En este escenario, los grupos sediciosos y los civiles que los apoyan huían el el martes de la histórica ciudad de Maarat al Numaan para escapar de las tropas que iniciaron una ofensiva con blindados en el norte del país, en una campaña militar que busca sofocar las crecientes protestas contra el presidente Bashar el Asad.
Las fuerzas sirias llegaron a Maarat al Numaan después de arrestar a cientos de implicados en pueblos cercanos a Jisr al Shughur, según relatan agencias internacionales citando fuentes golpistas.
Grupos sirios de «derechos humanos» (usinas de la CIA) dicen que 1.300 civiles han muerto desde el inicio de la revuelta en marzo. Un grupo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, afirma que más de 300 soldados y policías también perdieron la vida.
La televisión estatal por su parte informa que las fuerzas del Gobierno «siguen llevando a cabo su misión de perseguir y cazar a miembros de organizaciones terroristas en los alrededores de Jisr al-Shughur, a fin de permitir que los residentes regresen a sus barrios».
El Gobierno sirio señala que las protestas iniciadas hace tres meses son parte de una «violenta conspiración» apoyada por potencias extranjeras para desatar un conflicto sectario.
El martes las operaciones represivas y de «limpieza» continuaban y los testimonios en terreno de los sediciosos en fuga siguen relatando una feroz «masacre», sin corroboración efectiva, dado que Siria cerró sus fronteras impidiendo que los corresponsales de la prensa internacional registren su propia versión de lo que está sucediendo en el país.
El consorcio imperial EEUU-Reino Unido-Francia, lidera una operación para que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condene la represión desatada por Asad, pero Rusia y China utilizan su poder de veto para frustrar cualquier resolución contra Siria.
El régimen sirio por su parte, al mejor estilo de Kadafi y de los ayatolas iraníes, dejó de jugar a los buenos modales y a la «democracia» imperial, cerró sus fronteras, amordazó la bocota de la prensa capitalista en el teatro de operaciones, desplegó sus tanques, tiró a matar, procedió a la cacería sistemática de los grupos opositores golpistas, y enfrió de un plumazo el desarrollo de la «revuelta popular» instigada por los operativos de la CIA infiltrados en las manifestaciones.
A diferencia del resto de los procesos de «protesta popular en el mundo árabe islámico» infiltrados por la CIA y las inteligencias «aliadas» en Africa, Libia y Siria se inscriben en los patrones operativos de las «revoluciones naranja» en el espacio soviético, o en los «golpes budistas» del Tibet o Birmania, o en la rebelión «reformista» para derrocar a los ayatolas en Irán, encuadrados en la nueva «guerra fría» por áreas de influencia (militar y comercial) que mantiene el eje capitalista Rusia-China con el eje capitalista USA-UE-Israel.
En este escenario diferencial, hay que leer esos procesos que la prensa internacional (interesada en deformar y mezclar los acontecimientos) define en masa como «revueltas populares en el mundo árabe».
Las operaciones son convergentes y se llevan a cabo con la utilización de los mismos patrones.
Primero la «revuelta popular» contagiada masivamente por Internet y los celulares, y retroalimentada por las campañas de la prensa internacional, cuya única «fuente» son los voceros de los movimientos sediciosos infiltrados en las organizaciones de «derechos humanos» financiadas por las distintas caras empresariales de la CIA.
Un informe de New York Times publicado el lunes corrobora que EEUU está utilizando Internet para desestabilizar a los gobiernos «enemigos» y darle cobertura y consenso social a los grupos sediciosos armados, financiados y entrenados por la CIA, con intervención del Mossad israelí y de los servicios «occidentales» aliados.
Segundo (y en forma convergente) grupos operativos de la «revolución democrática» infiltrados que disparan en las manifestaciones para obligar a las fuerzas de seguridad a reprimir sangrientamente las protestas. Lo que alimenta simultáneamente las campañas mediáticas internacionales con el «asesinato de civiles» endilgados a los gobiernos sometidos a la operación de conquista. Y que sirven como argumento justificativo de una intervención militar imperial sobre el país elegido como blanco y objetivo.
En un tercer paso (y como ya está sucediendo en Libia), ya legitimada una acción de intervención militar por la ONU, mediante la convergencia operativa de un «bombardeo humanitario» por el aire, y una rebelión armada por tierra se procede al derrocamiento del «dictador» sin ocupación militar, y a gozar del petróleo y del nuevo posicionamiento geopolítico y militar estratégico en el control regional.
En Siria, y por la utilización del poder de fuego indiscriminado contra los golpistas y sus sostenes civiles, esas operaciones no pudieron superar ni siquiera la primera fase.
Probadamente, en Siria, el terror de los tanques gubernamentales vence a la acción psicológica contagiante de la CIA y enfría la sedición proimperial emboscada en las «protestas populares».
A su vez, boicoteado por China y Rusia, el proyecto del consorcio imperial USA-UE para aislar y tomar medidas contra Siria no prospera en el Consejo de Seguridad de la ONU.