Desde una perspectiva concluyente, sólo existe la consciencia o atención pura. La consciencia admite todas las pautas, toda la experiencia. En cuanto las “experiencias” se filtran por los sentidos y empiezan a acumularse pautas de percepción, todas las imágenes, recuerdos y representaciones forman lo que llamamos “consciencia”. Esto no significa que aparece una consciencia substancial, original o específica. Creemos que hay una consciencia, pero ésta es tan sólo una colección de pautas que se han acumulado como el polvo: esta acumulación es lo que llamamos “yo”. Si pudiéramos barrer todas estas pautas como si de vaciar la mente se tratara, no encontraríamos absolutamente consciencia alguna. Sólo queda la consciencia, la consciencia presente, que siempre se halla disponible en el interior de nuestro cuerpo, el interior de nuestra energía.
Alumno: ¿Cómo sé que me encuentro en un estado de atención consciente? ¿Me lo dirán mis sensaciones?
Rimpoche: No. Las sensaciones están en la consciencia. Cuando somos conscientes de algo, esto tiene lugar dentro de la consciencia –percibimos conscientemente la existencia de árboles y montañas, y así sucesivamente-. Organizamos en abstracto nuestra experiencia según determinadas pautas por medio de palabras y conceptos, imágenes e ideas, pero el elevado estado meditativo de consciencia no existe dentro de la consciencia misma. Va más allá del conocimiento sensorial, más allá de los símbolos, conceptos, ideas. Sin esta más profunda consciencia, y aunque puede que en la meditación experimentemos sensaciones positivas, de mucho júbilo, seguimos estando bajo el dominio de nuestras acciones habituales.
Alumno: Estoy algo desconcertado, entonces, con respecto a la meditación que se concentra en algo en particular, como en el caso de la visualización o las instrucciones de un maestro de meditar de cierta manera.
Rimpoche: La visualización es una manera de meditar, y muy útil al principio. Sin embargo, los meditadores avanzados se dan cuenta de que nadie hace nada. Esto es lo que señalan las instrucciones, y cuando nos damos cuenta de ello, ya no hay necesidad de instrucciones porque ya estamos “ahí”.
Alumno: ¿Cuál es la relación entre “concentración”, “consciencia” y “atención consciente”?
Rimpoche: Puede que cuando nos concentramos estamos en una cierta consciencia pero no estemos en el estado de atención consciente. La consciencia sin este estado es como la leche sin nata o una naranja sin jugo.
Alumno: ¿Puede uno estar en el estado de atención consciente sin concentración?
Rimpoche: Sí. Es lo que estamos tratando de poner en práctica. Primero nos concentramos; después, percibimos conscientemente, y después de eso, nuestra atención consciente aumenta y se prolonga hasta que, por último, es ilimitada. Es muy importante derribar nuestros bloques conceptuales porque, en cierto modo, la concentración forma un caparazón alrededor de la meditación… algo tangible o substancial con lo cual podemos tratar. La consciencia directa trata de penetrar el caparazón.
Alumno: ¿Cómo podemos renunciar a la consciencia y, no obstante, seguir siendo conscientes?
Rimpoche: Debemos desprendernos de cualquier idea, cualquier posición, cualquier logro al que estemos aferrándonos. Escondiéndonos en los pensamientos limitamos la atención consciente. Existe el peligro de que todas las imágenes y los pensamientos que aparecen en la meditación se vuelvan tan fascinantes que no queramos renunciar a ellos, permaneciendo en su ámbito, creemos ser muy poderosos y tenerlo todo bajo control –la mente, los pensamientos, la meditación-. Ciertas visualizaciones y algunos mantras tienden un puente entre la consciencia y la atención consciente: ayudan a dejar ese tipo de meditación consciente. También podemos purificar el cuerpo, el habla y el corazón actuando de manera positiva.
Alumno: ¿Puede ser la concentración una manera de aumentar la atención consciente?
Rimpoche: Gradualmente sí, pero lleva mucho tiempo establecer firmemente la concentración, y dar lugar a una intensa concentración no significa necesariamente que también estemos dando lugar a una atención consciente.
Alumno: ¿Cómo podemos saber cuando estamos meditando correctamente?
Rimpoche: El nivel inferior de meditación tiene una base dualista, con un “yo” que es consciente de algo; el nivel superior de meditación va más allá de la consciencia. Aún estando meditando percibimos pensamientos, imágenes y objetos, todavía estamos aferrándonos a las percepciones sensoriales. Y mientras estemos en el ámbito de la consciencia, experimentaremos distintas sensaciones físicas, emociones e interpretaciones: arriba, abajo; alegre, triste; equilibrado, desequilibrado.
Es posible que cuando meditemos, a menudo nos parezca tener menos trastornos emocionales, perturbaciones o distracciones. Pero esto no significa que estemos trascendiendo el nivel ordinario, pues aún quedan pautas negativas. Observar nuestros pensamientos, y concentrarnos en refinar nuestras percepciones son herramientas transitorias que pueden ponernos alegres y contentos. Pero si queremos llegar al estado de consciencia meditativa debemos trascender la percepción sensorial o intelectual, que se centra en los objetos. En otras palabras, debemos ir más allá de la consciencia.
Alumno: ¿Cómo se va más allá de la consciencia?
Rimpoche: ¡Con la consciencia directa! Sin embargo, parece que al meditar siempre queremos estar haciendo algo –entrar en contacto con algo sustancial-. Siempre queremos resultados…. De otra manera nos parece que nuestra experiencia no vale la pena. Podemos meditar durante cuatro o cinco años sin encontrar nada tangible, y la meditación puede parecernos obscura, soñolienta y aburrida. Es posible que nos desilusionemos y dejemos de meditar. De modo que nos encontramos en una difícil situación: ¡lo que estamos buscando es lo que estamos dejando!
Alumno: ¿Quiere decir que lo que aprendemos con la meditación podría inducirnos a dejar la práctica?
Rimpoche: Lo que dejamos son las expectativas. Esto puede desconcertarnos, ya que habitualmente creemos que si no poseemos algo, ese algo no tiene nada que ver con nosotros.
Alumno: ¿Cuáles son entonces los beneficios de la meditación, si esta no tiene nada que ver conmigo?
Rimpoche: Los beneficios no son tangibles. Se encuentran al no adoptar posturas y al trascender el ego al máximo posible. La atención consciente no es nada tangible, y este “nada” no puede sostenerse ni señalarse. La atención consciente no es un ente. Si hablamos de él, no es más que ruido. Si nos damos cuenta de esto, puede que pensemos: “¿qué estoy haciendo? Estar aquí no tiene ningún valor claro”. Pero tal actitud sería negativa.
Alumno: ¿Le parece así a usted?
Rimpoche: Menciono esto porque a menudo la gente pregunta “¿ha tenido alguna ‘experiencia’?”. Creemos que es muy importante tener una ‘experiencia’, y continuamente juzgamos nuestra meditación, insistiendo en tener una ‘experiencia’. Puede convertirse en un deseo que nos agobie. Queremos estar alegres y tranquilos. Algunas personas creen que es importante ver visiones, llegar a otros dominios o comunicarnos con espíritus invisibles.
Alumno: Es mucho más agradable, digamos, que estar deprimidos.
Rimpoche: Es cierto. Pero cuando profundizamos en la meditación y más experimentamos los niveles superiores, estas sensaciones ya no están presentes y nos convertimos en atención consciente –la experiencia no nos distrae-. No la atraemos hacia nosotros, ni la apartamos.
Alumno: Pareciera que usted está diciendo que si una persona se iluminara, se desilusionaría.
Rimpoche: Exactamente. Eso creo. Nos desilusionamos porque no se cumplen nuestras expectativas. Hemos creado increíbles fantasías –todo lo que pudiéramos imaginar o esperar-, pero cuanto más desarrollamos una atención consciente, más nos damos cuenta de que estas suposiciones, sueños y fantasías, no existen.
¿No es peligroso descartar nuestras más apreciadas ilusiones? Puede que hayamos estado meditando una o dos horas diarias durante seis o siete años, y hayamos creído que estábamos consiguiendo algo, pero ahora nos damos cuenta de que no hay nada que conseguir.
Podrías preguntar “¿por qué debo molestarme en meditar? Si la meditación no es provechosa para mis sentimientos, mis percepciones, mi estado físico o mental, ¿de qué sirve?”.
Alumno: ¿No sirve para algo?
Rimpoche: Nos puede ayudar a estar contentos y relajados. Pero al ir experimentándola más a fondo, comprendemos que este tipo superior de meditación simplemente “es”; no tiene ninguna finalidad en sí misma.
Alumno: ¿Por qué enseña usted meditación, entonces?
Rimpoche: La finalidad de enseñar es decepcionar a la gente. ¡La gente necesita decepción! Siempre hay decepción si esperamos algo.
Alumno: Yo espero una decepción -¡pero no la deseo!-.
Rimpoche: Es la única manera de que despiertes. En cuanto hay más decepción, puedes despertar.
Alumno: Yo debiera estar muy despierto. Me parece que una vida llena de aventuras amorosas sería más fácil que la meditación. La vida nos proporciona ya bastante decepción.
Rimpoche: Es cierto. Un buen meditador siempre aprende y trabaja con la decepción. Sabe cómo enfrentarse con el mundo y con todas las experiencias con que se topa en la vida; ése es el verdadero proceso de aprendizaje. La manera inteligente de meditar es realmente dirigir nuestra atención a nuestra vida, pues de otra manera simplemente vivimos sin aprovechar nuestro conocimiento espiritual.
Estoy diciendo, entonces, que la meditación nos devuelve a la vida. Puede que tengamos que luchar, pero si estamos resueltos a atravesar obstáculos en lugar de tratar de escapar de ellos o eludirlos, podremos experimentar todo –ver, oír, oler- y participar ágilmente en cada situación en lugar de tener que escondernos o protegernos. Cuando gozamos de una consciencia meditativa sabemos abordar cada experiencia directamente y, por consiguiente, no somos atraídos y atrapados por expectativas, decepciones o desilusiones. Cuando vivimos de esta manera, comprobamos que la vida tiene mucho sentido y valor.
Sin embargo, generalmente nos parece que la tristeza y la intranquilidad son negativas, mientras que la dicha y la jovialidad son positivas. Siempre asumimos posturas. No obstante, la atención consciente no es alegre ni triste, no es positiva ni negativa. La atención consciente no adopta ninguna postura más que el equilibrio. Por ejemplo, podemos aprender a pasar muy rápido de un estado emocional a otro. Podemos estar enojados durante dos minutos y jubilosos durante otros dos, cambiando muchas veces de negativo a positivo, de positivo a negativo. Gradualmente llegamos a tener tal adaptabilidad que podemos estar en cualquiera de los dos estados sin dificultad. Podemos cambiar. Antes no teníamos la libertad de elegir cómo ser. Ahora tenemos una opción.
Alumno: ¿Quién tiene una opción?
Rimpoche: La mente tiene una opción. Si estamos enojados, deprimidos, o en algún otro estado emocional, y podemos cambiarlo de inmediato, de pronto empezamos a tener adaptabilidad y equilibrio. Por lo general simplemente expresamos las emociones y nos encerramos en una determinada o en una serie específica de acontecimientos. Luego nos lleva mucho tiempo calmarnos, analizar o digerir la situación, y transformar la experiencia en algo más aceptable. Pero la atención consciente es rápida. Es como una carga eléctrica. Podemos cambiar al instante cualquier situación.
Alumno: ¿Está usted diciendo, entonces, que cuando se presenta una situación, en lugar de sólo reaccionar ante ella debiéramos hacer experimentos con ella? ¿Qué cuando alguien dice algo podemos enojarnos o estar contentos? ¿Qué podemos hacer experimentos?
Rimpoche: Exactamente. Haz experimentos con tus pensamientos y reacciones. A veces esto te alegrará y otras veces te desconcertará. Es posible que estés aferrándote a cierta imagen que tienes de ti mismo, o que no quieras reconocer honestamente una verdad acerca de ti. Puedes descubrir que cuando pasas rápidamente de un estado a otro te intranquilizas. Tal vez te cuesta tranquilizarte y luego cuando lo haces puede resultarte muy difícil enojarte y muy difícil volver a tranquilizarte. De modo que a veces debes ser firme para horadar tu resistencia. Observa atentamente quién es el que se refrena y cuál es el origen del bloqueo. Practica cambiar muy rápidamente de un estado a otro, y explora el lado opuesto.
Alumno: ¿Pero qué sucede con el proceso de toma de decisiones? ¿Qué haré de mi vida? ¿Cuál es la mejor acción en una situación?
Rimpoche: Confía en tu estado de atención consciente, y tu cuerpo y tu mente se ocuparán de sí mismos.
Alumno: ¿Quiere decir que no importa qué hace uno, ni en qué tipo de trabajo participa?
Rimpoche: No puedes extraviarte ni ser perjudicado, porque la atención consciente es como el sol, que siempre da la luz… nunca oscuridad. ¿Por qué es tan importante poner el énfasis en la atención consciente? Porque no recoge emociones ni ofuscaciones, no acumula pautas de carácter, no crea sufrimiento. La atención consciente es como el loto: tiene sus raíces en el cieno, pero la flor es siempre pura. Por lo tanto, prolonga todos los días el estado de atención consciente tanto como puedas.
Para que nuestra atención consciente se prolongue, primero debemos saber meditar adecuadamente. En segundo lugar, debemos saber ir más allá de la meditación. Y en tercer lugar, ¡saber dejarla! Cuando digo “dejarla” me refiero a que tal vez tengas una idea conceptual de la meditación. Eso es lo que debes abandonar. No estoy diciendo que no has de meditar. Debes abandonar el concepto en sí de la meditación pero continuar en el estado de atención consciente. Es posible que con anterioridad hayas meditado treinta minutos o una hora –mañana y noche-, pero ahora debes meditar todo el tiempo.
Alumno: ¿Está diciendo que posiblemente debiéramos renunciar a otro tipo de práctica de meditación?
Rimpoche: Sí, en cualquier momento en el que te identifiques con “tu” meditación. Cuando tengas sentimientos, nociones, ideas, o conceptos con respecto a la meditación, debieras renunciar a ellos. La meditación no tiene configuración –no es “tuya”-. En otras palabras, cuando prolongas el estado de atención consciente ya no hay ningún “tú”. ¿Comprendes? Tu atención consciente está desconectando a tu ego.
Éste es el reto. No es necesario que realices un esfuerzo extra. Sólo permanece completamente equilibrado en mente y cuerpo, y al mismo tiempo ejercita la atención consciente. La meditación no es una mera idea. La cabeza sólo crea ideas…. Nada más. En este nivel de atención consciente las ideas que perpetúan al “yo” no tienen valor porque uno está dentro del pensamiento; uno se convierte en el estado de atención consciente. Uno continúa percibiendo las cosas de manera constante y atenta, pero ni siquiera de eso se percata necesariamente. Por lo tanto, siéntate a meditar, pero tienes que renunciar al concepto o idea de la meditación. Después de renunciar a ello, desarrolla todo lo que queda, pero sin poseerlo. Eso es el estado de atención consciente. Mantén la atención consciente viva practicando con esmero y destreza todos los días. Al prolongarse ese estado, nada puede limitarte, ni siquiera la meditación. De esta manera llegarás a ser completamente abierto y equilibrado.
Ref.: Teoría y Práctica del equilibrio, Árbol Editorial.
http://senderodelmago.blogspot.com.es/2014/08/equilibrio.html
¡Qué instructivo! Gracias Maestroviejo.
Muchas Gracias…