domi La sinceridad es la clave – Adyashanti

Lo verdaderamente importante es que seas sincero contigo mismo. Si puedes serlo, puedes serlo con cualquiera. No resulta realmente útil centrarse por completo en ser sincero con los demás. Aunque eso es necesario, el lugar por el que tienes que empezar eres tú mismo. ¿Puedes ir a ese lugar que está más allá de la culpa, más allá del juicio, más allá del “debería” o del “no debería”?
En realidad es una cuestión de sinceridad. Inicialmente, ser así de sincero contigo mismo puede no resultar fácil. Es posible que veas cosas de ti que no quieres ver. Es posible que contrasten agudamente con toda tu realización.
Salir completamente del escondrijo, estar dispuesto a ver cada uno de los puntos de fijación te permite seguir adelante en el viaje.
La sinceridad es la clave. Tienes que estar dispuesto, tienes que querer verlo todo. Cuando quieras verlo todo, lo verás todo.
Muchos tienen una idea inconsciente de que la iluminación es felicidad total, dicha total y libertad total en cualquier situación. Es otra percepción errónea. La iluminación no nos permite evitar nada. No podemos dar la espalda a ningún aspecto de nuestra vida.
Por supuesto la mayoría de seres humanos tienen miedo al cambio. Es posible que queramos cambiar, pero el cambio siempre conlleva cierta incertidumbre; nunca sabes cómo va a salir. Tememos que si salimos del escondrijo -si salimos de la negación- podríamos perder un amante, un amigo, una pareja. Lo cierto es que podríamos. Nunca se sabe.
Digo constantemente que la iluminación no es una garantía de que tu vida vaya a ir como tienes planeado. Tu existencia será mucho mejor de lo que era, pero eso no significa que vaya a ir por donde tú quieres. Al final todo tiene que ver con la verdad, con ser sincero en todos los aspecto en todos los niveles de nuestro ser.
Si tratas de esconderte de algo -si estás en una relación decepcionante, o en un trabajo tremendamente insatisfactorio, y eliges no lidiar con ello- la consecuencia de esa negación es que no estarás verdaderamente liberado. Nunca podrás ser completamente libre porque cualquier área en la que elijamos mantenernos inconscientes acabará teniendo un impacto en nosotros, y también en los demás.
Despertar llama a una transformación en nuestra vida interna y externa. Por favor, no pienses que esta transformación tiene que ver con tener la vida, el trabajo, la pareja, el matrimonio o la amistad perfectos. Esto no tiene que ver con la perfección; tiene que ver con la plenitud, con la totalidad. Aceptar las cosas exactamente como son.
Si estamos dispuestos a mirar, veremos que la vida siempre está en proceso de despertarnos. Si no estamos en armonía con la vida, el viaje suele ser duro y la vida incrementará la intensidad hasta que estemos dispuestos a ver lo que tenemos que ver. En este sentido la vida es nuestra mayor aliada. Pero sólo podemos saber lo que esto significa cuando hemos pasado por ello. Lo cierto es que casi todos los que dicen que quieren despertar, en realidad no lo desean. Quieren su propia versión del despertar. Lo que realmente buscan es ser muy felices dentro del sueño. Y eso está muy bien, si es hasta ahí hasta donde uno ha evolucionado.
No obstante, el impulso sincero y real hacia el despertar es algo más allá del deseo de hacer nuestro sueño mejor. El auténtico impulso es esa oración interna que pide cualquier cosa que nos lleve a un despertar completo, independientemente de si acaba siendo maravilloso o terrible. No pone condiciones.
Este verdadero impulso puede ser atemorizante. Cuando has soltado cómo quieres que sea tu propio despertar, como quieres que sea tu viaje, has soltado la ilusión de controlar.
De hecho, debemos estar dispuestos a perder todo nuestro mundo. Esto puede sonar romántico cuando lo oyes por primera vez: «¡Oh, sí, firmo! Estoy dispuesto a perder mi mundo». Sin embargo cuando todo tu mundo empieza a venirse abajo y comienzas a emerger de estados de negación increíblemente profundos, la cosa cambia. Es algo por lo que algunos están dispuestos a firmar y otros no.
¿Cuántos de nosotros queremos entrar en la incertidumbre, en lo desconocido, en lo incontrolable?
Este viaje no tiene que ver con llegar a ser algo. Tiene que ver con no convertirnos en lo que no somos, con dejar de engañarnos a nosotros mismos. Finalmente, el proceso es paradójico. Acabamos donde siempre hemos estado, sólo que percibimos ese lugar de un modo completamente diferente. Nos damos cuenta de que el cielo es donde siempre hemos estado. Ya somos todo lo que podemos llegar a ser. Ahora la pregunta es: ¿lo sabemos? ¿lo hemos realizado? ¿si no lo hemos realizado, qué es lo que nos hace percibir  de otra manera? Y si lo hemos realizado, ¿estamos viviéndolo? ¿plasmándolo? ¿está funcionando en nuestras vidas?

 

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