Será el mismo día que en otra capital del mundo, Bruselas, se escuchen los pasos y las voces de los caminantes indignados. #occupywallstreet (ocupemos Wall Street) el 17 de septiembre. La iniciativa lanzada por la combativa revista Adbusters va tomando fuerza. El proyecto dice inspirarse en las “revoluciones” de Egipto y España. Mañana mismo han quedado en el toro para los preparativos.
Objetivo: 20.000 ciudadanos tomando Wall Street semana tras semana y decididos a resistir a la policía y a la Guardia Nacional, llegado el caso. Dicen los combativos publicistas de la “revolución del 17-S” que es la hora de la limpieza de la corrupción en Washington. Algo que todos los estadounidenses, a derecha e izquierda, anhelan.
Si resistimos, dicen, será imposible que Obama nos ignore. “Nuestro gobierno se vería obligado a elegir entre la voluntad del pueblo (la democracia) o las corporaciones (corporatocracia)”. Por ello defienden, además de recuperar el espíritu de la Ley Glass-Steagall una demanda básica: Barack Obama debe poner en marcha una Comisión Presidencial encargada de poner fin a la influencia del dinero de las corporaciones entre los políticos de Washington. Esos “representantes” que hacen constantes transferencias de dinero público a las cuentas de las entidades financieras (Véase en España el modelo “sanear las cajas” de Rubalcaba/Rajoy/CiU).
Adbusters no es una revista cualquiera. Es la plataforma mediática (puro marketing político radical) de una potente asociación en red que cuenta con la colaboración de eminentes juristas, brillantes publicistas y magníficos diseñadores gráficos. Su marketing de guerrilla es elogiado incluso por sus enemigos. Su editor y fundador, Kalle Lasn, explica que el presidente Obama no ha sido capaz de romper la servidumbre hacia la banca, pero considera que “miles de personas congregadas en Wall Street marcarán la diferencia”. “Hay que llevar ante la justicia a los tipos que nos han metido en la crisis”, remata.
La iniciativa #occupywallstreet ya está lanzada. Ya no es de Adbusters. Ni un anuncio.