Hoy nadie duda que, como decía Nietzsche, “sin música, la vida sería un error”. Incluso, gracias a la neurociencia y el desarrollo del estudio de nuestra mente, hemos comprobado ya que la música conlleva increíbles beneficios para nosotros (por ejemplo estos). Sin embargo, y aunque tenemos registro de que musicalizaban su existencia, muy poco sabemos sobre las prácticas musicales en las sociedades prehistóricas: sus ritmos y tiempos.
Hace unos años, en una cueva ubicada al sur de Alemania, en Hohle Fels, arqueólogos descubrieron fragmentos de flautas meticulosamente labradas en hueso de mamut y de aves e rapiña. Estos artefactos datan de hace aproximadamente 43 mil años, lo cual nos remite a la Edad de Piedra. Años antes, en 1995, el arqueólogo Ivan Turk descubrió en un campamento Neandertal, en Eslovenia, otro instrumento de viento que podría tener hasta 80 mil años. Y de acuerdo con el musicólogo Bob Fink, los cuatro orificios de la flauta corresponden a la escala Do, Re, Mi… Este instrumento fue replicado y tocado por el músico Ljuben Dimkaroski.
Ambos descubrimientos, además de desmentir la hipótesis de que nuestros distantes ancestros no cultivaban la música, han enriquecido significativamente el mapa de estudio arqueomusical, un campo que, por cierto, aún tiene muchos avances pendientes.
Gracias maestroviejo por compartir, realmente marabilloso, el escuchar estos sonido tan armoniosos me ha producido profundos sentimientos de emosión y paz, tiene un dejo de ansestral.
Una maravilla, muchas gracias.
Si interesados, ver El atributo humano más cercano a la divinidad, en mi blog Filosofía de la Historia. mariagulaboge.blogspot.com
En el más allá hay música maravillosa. Como es arriba es abajo.