Custodiado por unas pesadas puertas de metal, parece una base secreta en el corazón de Tokio. Dentro de un típico edificio de oficinas en el distrito de Akihabara, se esconde una fábrica de alta tecnología creada para ser utilizada por cualquier persona que tenga una idea innovadora.
Es un makerspace con un equipamiento valorado en 1.000 millones de yenes (US$8,5 millones). Cualquier cosa que necesitas para convertir tu idea en un producto está aquí, incluyendo la última impresora 3D.
DMM Akiba ocupa tres plantas en el edificio, con un espacio total de 2.000 metros cuadrados. Está abierto 24 horas al día y siete días a la semana para sus miembros, quienes pagan una cuota mensual de 30.000 yenes (US$250.000) por utilizar sus instalaciones.
«No sé cómo funcionan las máquinas y estamos perdiendo dinero por ahora», se ríe Keishi Kameyama, presidente de la compañía DMM.com, la cual está detrás de la inversión.
«Pero quería ofrecer este espacio a los jóvenes ingenieros para que puedan centrarse en crear los productos que deseen», añade.
Para los no iniciados, un makerspace es un área física en un edificio (podría ser una biblioteca o un centro comunitario, por ejemplo) que proporciona tecnología, equipación y/o oportunidades de formación al público.
Inventos japoneses famosos
- Tren bala (1964)
- Los fideos instantáneos (1958)
- Máquina de karaoke (1971)
- Walkman (1979)
- Consola PlayStation (1994)
¿Falta de ideas o falta de marketing?
Japón es un país conocido por sus innovaciones.
Tras décadas de grandes invenciones como el tren bala, el Walkman o, mi invento favorito, el inodoro con chorro de agua de Toto, el juego cambió y se hizo más difícil encontrar grandes aportaciones japonesas.
¿Es que la innovación ha muerto en Japón? «Hemos estado innovando grandes productos pero no somos buenos comercializándolos en el extranjero», se justifica Kameyama.
Crecí en Tokio usando teléfonos móviles de NTT DoCoMo, que me permitían enviar mensajes de correo electrónico años antes de que aparecieran los teléfonos inteligentes Blackberry o el iPhone de Apple.
Y, sin embargo, cuando me mudé a Singapur para unirme a la BBC, me tomó dos años descubrir que ese servicio con el que yo estaba familiarizado -llamado imode– también estaba disponible allí. Recuerdo que pensé: «Si no se puede comercializar el producto a alguien que lo conoce, ¿cómo se supone que vas a atraer a usuarios en el extranjero que no han oído hablar de él?» Es un problema que todavía persiste.
Mejorar un producto o inventar uno nuevo
Estrategias de marketing a un lado, ¿puede llegar desde Japón una gran innovación que atraiga a los clientes de todo el mundo como lo ha hecho Apple y Samsung con sus dispositivos?
«Existen compañías con habilidades para producir algo innovador», asegura Takuma Iwasa, fundador de la start-up Cerevo, uno de los principales inquilinos delmakerspace en Akihabara.
«Pero la cuestión es si la gestión empresarial permitirá crearlas y presentárselas a la sociedad», reflexiona.
«Sony sacó Walkman cuando la empresa era mucho menor. Exactamente lo mismo que Toto y sus inodoros de alta tecnología. Yo no creo que sea algo que ocurra sólo en Japón, pero cuánto más grandes son las empresas, más les cuesta asumir riesgos», dice Iwasa, que solía trabajar para Panasonic. «Las grandes empresas, japonesas o no, son buenas en lo que yo llamo la innovación en series -crear una mejor versión de un producto actual- porque eso se va a vender, pero no son buenos en crear algo que nunca existió en el mercado».
Otro asunto a evaluar es si el gobierno apoya la innovación, como prometió el primer ministro Shinzo Abe.
Kameyama, de DMM.com, piensa que el gobierno sólo está apoyando a las grandes empresas. «Lo que yo quiero es que el gobierno ayude a los inventores jóvenes que se están reuniendo aquí, porque ellos son el futuro de la innovación de Japón», sentencia.