Dejame vivir como yo quiera..que sera mejor que lo que la sociedad me obligue… juan carrasco 2:08 Conservar este mensaje en la parte superior de la bandeja de entrada viernes, marzo 13 MARCOS RODRIGUEZ PANTOJA EL NIÑO DE LOS LOBOS

“Me encontré a unos cachorritos y me quedé jugando con ellos. Cuando se hizo de noche se metieron en la cueva, y yo con ellos porque tenía frío, y allí me quedé dormido. Cuando desperté estaba allí la loba, mirándome fijamente, pero no me hizo nada. Empezó a partir trozos de carne de la presa que traía y se los daba a los cachorros. Pero como yo tenía mucha hambre, le quité un trozo a uno de los cachorros y entonces la loba me “sacudió” fuerte. Con mucho miedo, porque creía que iba a comerme, me acurruqué en el fondo de la cueva. La loba me volvió a mirar fijamente, cortó un trozo de carne y me lo acercó con el hocico y yo me lo comí. Después me lamió los restos de sangre que yo tenía alredodor de la boca y se restregó contra mí, como “dándome cariño”. A partir de ese día me quedé con los lobos, y ellos eran mis amigos”.
     Con estas sencillas y a la vez impactantes palabras nos cuenta hoy, a sus 68 años, Marcos Rodriguez Pantoja su encuentro con los lobos, a la edad de 7 años, y el inicio de su sorprendente aventura, en la que pasó su infancia, adolescencia y primera juventud.
     Su madre murió siendo él apenas un bebé, y su padre se casó con otra mujer que también tenía ya otro hijo de un matrimonio anterior, y que según parece no le dió muy buena vida. “Me pegaba todos los días”, cuenta. Como producto del entorno cultural y la extrema pobreza de esa zona (Sierra Morena) en la España de aquellos años, su padre le vendíó a un cabrero, con el que vivió en una cueva, y del que aprendió lo más indispensable para la supervivencia, como la construcción de pequeñas trampas para animales, o cómo hacer fuego. Poco después el cabrero murió, alguien vino y se llevó las cabras, y el pequeño, a sus 7 años se quedó solo en medio de una naturaleza hostil. Pero pese a todo pronóstico sobrevivió, aprendiendo a relacionarse con los animales que le rodeaban, y en especial con una serpiente (una culebra), un hurón y un águila. “Yo les entendía, y ellos me entendían a mí”. Aprendió los sonidos del bosque y poco a poco fue abandonando el lenguaje y las maneras humanas.

     El caso ha sido estudiado en su tesis doctoral por el antropólogo Gabriel Janer Manila, y llevado al cine (“Entrelobos”) por el director Gerardo Olivares. Y es precisamente éste último el que en su documental sobre la preparación de la película, investigación y búsqueda del paradero actual del personaje, encuentra y enseña su partida de nacimiento en la que figura: “nacido el 8-6-1946 a las 11 horas (GMT+2) en Añora (38:25 N – 4:54 W), Córdoba. Así pues, ésta es su carta natal:

     El antropólogo destacó que la clave para su supervivencia estuvo en el aprendizaje de las destrezas básicas adquiridas en la etapa previa a su abandono, pero sobre todo en su “extraordinaria inteligencia natural” que le permitió aprender los ruidos y reglas de su entorno, necesaria para convivir con los animales. Sol, Nodo, Mercurio y Urano, todos ellos en casa 11ª y en Géminis. Esta claro que inteligencia y capacidad de adaptación no le faltan. Va sobrado.
     La pérdida tan temprana de la madre la vemos reflejada en la estrechísima conjunción entre la Luna y Neptuno, regente de 8ª. Tengamos en cuenta que, al contrario de como sucede en otros casos por todos conocidos, de niños criados con animales, él nunca perdió su identidad básica. Aunque de forma un tanto rudimentaria, con 7 años la consciencia del “yo” ya está formada. Ni consideraba a la loba como su madre, ni los otros lobos eran sus hermanos. Él no era parte de la manada. Los lobos eran sus amigos, y “compañeros y colaboradores” de caza, que luego repartía con ellos.
     Pero para mí, la clave de su supervivencia está en Plutón angular en el Asc, donde también está presente Marte. Sí. En esa posición Plutón suele darnos gente que, de una u otra forma, vive rodeada de peligros o situaciónes límite. Es por tanto el responsable directo de lo que le ocurrió. Pero es igualmente cierto que aporta al sujeto el coraje, la fuerza interior y la capacidad para enfrentarse a cosas y circunstancias en las que cualquier otro fracasaría. Es el superviviente. Y es evidente que en un caso como éste, en el que no interfieren las culpas, los remordimientos, las ambiciones, las ansias, los tabúes propios de la socialización, Plutón nos ofrece su mejor versión.


     En 1965, doce años después, fue encontrado y capturado por la Guardia Civil de la que se defendió a “dentelladas” (Marte). Para entonces el Asc progresado había llegado a Marte, regente del MC y tuvo que enfrentarse a su mayor reto: volver a la sociedad. Iba vestido con pieles, abundante pelo, encorvado puesto que estaba acostumbrado a correr a cuatro patas, con callos en los pies que le imposibilitaban absolutamente utilizar calzado, y sin entender nada de lo que ocurría a su alrededor. Durante un tiempo estuvo bajo la custodia de un sacerdote que le enseño a hablar de nuevo, y una vez que volvió a tener una apariencia “mas humana”, lo primero que se les ocurrió a las autoridades de la época fue mandarle a hacer el “sevicio militar”. (Sin comentarios.)
     Su vuelta a la sociedad no ha sido nunca fácil, ni tampoco feliz. Incapaz de dormir en una cama, sin entender el valor del dinero ni las actitudes y dobleces humanas, le han engañado y estafado unas cuantas veces, y le han convertido, con razón, en un ser muy desconfiado. Pese a todo salió adelante. La fortaleza interna de Plutón siguió funcionando. Actualmente vive al cuidado de una finca en Galicia, propiedad de alguien que se compadeció de él y se propuso ayudarlo, lo que al menos le permite estar en contacto con la naturaleza, que es donde realmente él se considera en casa.
     Un ser muy especial que, tras toda una vida, sigue recordando con añoranza la que fue la época más feliz de su vida. Aquella que transcurrió entre sus fieles amigos. Los lobos.
Gracias, Pedro Jiménez Sanmillán

 

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