En un largo discurso, Francisco valoró el trabajo de las cooperativas y les pidió que encuentren «formas, métodos e instrumentos para combatir la cultura del descarte, cultivada por los poderes que manejan las políticas económicas-financieras del mundo globalizado».
Por ello aconsejó que se conviertan «en el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y de la sociedad civil». Y que, «especialmente piensen a los jóvenes y a tantas mujeres que necesitan entrar en el mundo del trabajo, o a los adultos que pierden el empleo».
También les instó a que se activen «como protagonistas para realizar nuevas soluciones de bienestar social, particularmente en la sanidad, un campo delicado donde tanta gente no pobre no encuentra respuestas a sus necesidades».
«Además de las nuevas empresas, miremos también a las empresas que están en dificultad. A las qe según los viejos padrones conviene dejar morir y que en cambio pueden revivir con las iniciativas que ustedes llaman «Workers buy out«, empresas recuperadas, en mi idioma. Soy un hincha de las empresas recuperadas», sentenció.
El Papa se refirió asimismo a «la economía y su relación con la justicia social, y con la dignidad de las personas» y criticó «un cierto liberalismo que cree que sea necesario primero producir riqueza, no importa cómo, para después promover alguna política redistributiva por parte del Estado».
También invitó a que «el movimiento cooperativo tiene que ejercitar un rol importante para apoyar, facilitar y también dar ánimo a la vida de las familias» y por tanto instó a que se busquen soluciones para «la armonización entre trabajo y familia».
Francisco pidió además que haya más colaboración entre cooperativas bancarias y empresas, para «organizar los recursos para hacer vivir con dignidad y serenidad a las familias; pagar salarios justos a los trabajadores, invertir en las iniciativas que sean realmente necesarias».
El Papa también advirtió contra las falsas cooperativas «que se prostituyen con el propio nombre de cooperativa para engañar a la gente con el objetivo de lucrarse».
Y afirmó que «el dinero es el estiércol del diablo» y que «en una cooperativa auténtica, verdadera, no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital.
Argentina, la cuna de las empresas recuperadas
No es casual que Francisco mencione con tanta insistencia a las empresas recuperadas. Siendo arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, y a causa de la brutal crisis económica que sufrió la Argentina en el 2001, Bergoglio fue testigo privilegiado del nacimiento de este modelo que consiste en la toma del poder por parte de los trabajadores, quienes deciden gestionar la empresa a la fuerza.
Esta polémica modalidad, que se propagó rápidamente en la región y que tuvo al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez como uno de sus mayores impulsores (en 2005 celebró en Caracas el Primer Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas), generó críticas de varios sectores que reprochaban la violencia con la que se llevaban a cabo estas expropiaciones y advertían que provocarían el desincentivo de la inversión extranjera.
Durante sus años al frente de la arquidiócesis porteña, Bergoglio manifestó en reiteradas oportunidades su apoyo al movimiento de recicladores urbanos (son quienes recolectan residuos de la vía pública para luego reciclarlos) y alentó a los trabajadores que recuperaron sus fábricas a que difundan su ejemplo. El año pasado, Francisco invitó al Vaticano varios miembros del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas y otras agrupaciones de trabajadores argentinas en el marco de una serie de charlas sobre el trabajo y la globalización.
http://www.infobae.com/2015/03/01/1671551-el-papa-elogio-las-empresas-recuperadas-y-califico-al-dinero-como-estiercol-del-diablo
Pues el diablo vive en el Vaticano, con sus riquezas él se encontrará muy a gustito.
Con el tan bien llamado estiércol del diablo, muchos franciscos de Asís podrían hacer mucho bien. Pero los adinerados no se encuentran en el grupo.