Lagardé llama a no permitir que los recortes públicos frenen a la economía mundial

Las turbulencias que viven los mercados actuales y la debilidad manifiesta de la economía mundial tiene al mundo al borde de una nueva recaída. Los gobiernos no han escatimado recursos para rescatar al sistema financiero pero el profundo cáncer de este sistema ha seguido su avance hacia la economía real. Por eso no hay recuperación a la vista y los datos de desempleo son el mejor indicador de un estancamiento en ascenso. Y si a esto añadimos los recortes presupuestarios que exige el BCE para la consolidación fiscal, la contracción y el agravamiento de la crisis será inevitable.

De ahí la importancia de las palabras de Christine Lagardé, la nueva directora del FMI, quien ha llamado a todos los gobiernos del mundo, y en especial a los de las economías avanzadas, a no asfixiar el crecimiento económico por una preocupación excesiva por la deuda pública. Los recortes desmedidos y aplicados con rigor exacerbado sólo van encaminados a hundir más a la economía y generalizar el estancamiento. Para Lagarde, “el mercado ha socavado la confianza en la economía mundial y ha llevado a muchos a concluir que todas las posibilidades políticas se habían agotado, pero esta impresión es falsa y podría conducir a la parálisis”.

En este artículo para Financial Times, Lagardé expresa una idea mucho más cercana a la de Joseph Stiglitz que a la de Jean-Claude Trichet o Angela Merkel:

“La consolidación fiscal tiene que resolver una ecuación delicada. No se puede ir ni demasiado rápido ni demasiado lento… Se requiere un enfoque dual que que de estabilidad para el mediano plazo, y políticas a corto plazo que ayuden al crecimiento y a la creación de empleo… ¿Quien puede creer que los compromisos de recortes presupuestarios pueden sobrevivir a un largo período de estancamiento, un largo desempleo y una alta insatisfacción social?”.

Tras la crisis desatada en 2008, las autoridades actuaron para evitar una segunda Gran Depresión, como la de 1929, y para ello inyectaron cuantiosos recursos al alicaído sistema financiero, pensando que se trataba de un problema puntual de liquidez. Pero el problema no era de liquidez, sino de solvencia, y los recursos no fueron suficientes porque el sistema financiero está sobreapalancado y sobreendeudado. Esto hizo que toda la liquidez inyectada se desvaneciera a gran velocidad y no hiciera nada por la recuperación económica. Al contrario, toda la basura financiera que tenían los bancos privados pasaron a engrosar los pasivos de los gobiernos y trasladaron el problema de la banca a los déficit públicos. Fue una trampa mortal.

Ahora que el problema son los déficit públicos, la banca privada resulta incapaz de ayudar a la economía porque sigue estando sobreapalancada demostrando que el sistema financiero, tras el quiebre del patrón oro que ofrecía Bretton Wood, se hizo corrupto, fraudulento y poco transparente. Y las instituciones que debían velar por la exigencia de transparencia a las entidades financieras no fueron capaces de enfrentarse a la arrogancia de Estados Unidos.

El mensaje de la actual directora del FMI da continuidad al mensaje de su predecesor, Dominique Strauss-Kahn, quien sostuvo que los países avanzados, que han visto cómo sus deudas se disparaban con la crisis financiera, debían poner en práctica estrategias de consolidación de las finanzas públicas que facilitaran el crecimiento económico, y no solo recortes presupuestarios.

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