Es el décimo de los doce pares de nervios craneales, también llamado “Nervio vago” o “Nervio de la Compasión” y envía continuamente información sensorial sobre el estado de nuestros órganos al cerebro. Es uno de los nervios más largos del cuerpo, ya que va desde el cerebro hasta el colon.
Los nervios craneales están relacionados con actividades motoras y sensoriales de la cabeza.
Funciones del Nervio Vago
El nervio vago ayuda a regular los latidos del corazón, controla el movimiento muscular, mantiene nuestra respiración y transmite una variedad de sustancias químicas a través del cuerpo. Es responsable de mantener el tracto digestivo en buen funcionamiento, contrayendo los músculos del estómago y los intestinos para ayudar a procesar los alimentos, envía información sobre lo que se digiere y lo que sale del cuerpo.
Este nervio hace que podamos relajarnos después de un estado de alteración, tener una buena digestión o recuperar el sueño. En el intestino tenemos el mayor número de células del sistema inmunitario, por eso la activación de este nervio aumenta las funciones inmunitarias y también las antiinflamatorias, reduce la frecuencia cardíaca por la liberación de la acetilcolina, que fue el primer neurotransmisor reconocido por los científicos a principios del siglo pasado.
Este neurotransmisor es un tranquilizante natural que podemos gestionar sencillamente respirando intensamente con exhalaciones largas.
El nervio vago, es un nervio craneal que tiene varios brazos que se separan en dos ramas:
Nervio vago izquierdo y Nervio vago derecho, que bajan hacia las vísceras del abdomen pasando por los diferentes órganos que halla en el camino.
Envía información sensorial del estado de los órganos al cerebro.
Ayuda la comunicación y asimismo está relacionado con un neurotransmisor que interviene en la confianza y el vínculo materno.
Los mensajes que envían los neurotransmisores también van de la mente a través del nervio vago hacia los órganos para indicarles que estamos en calma o en una situación de peligro, para prepararnos para afrontar o huir de la situación.
Nuestro sistema nervioso autónomo está formado de dos sistemas opuestos que envían información constantemente a nuestra mente.
El sistema nervioso simpático se alimenta de adrenalina y cortisol y es parte de la respuesta de lucha o huida. nos prepara para la acción. Estimula las glándulas suprarrenales y la sudoración.
El sistema nervioso parasimpático, regula los órganos internos del descanso, de la digestión y de lo que nos pasa cuando nuestro cuerpo está tranquilo.
Cómo estimular el nervio vago
Si bien no podemos controlar el nervio directamente, sí hay muchas maneras que ayudan a estimular el nervio y que son:
-Aguantar la respiración.
-Ponernos un paño húmedo y fresco en la cara.
-Presionarnos vigorosamente sobre los ojos.
-Beber un vaso de agua fría deprisa.
-Tumbarnos con la cabeza hacia abajo.
-Contraer el abdomen.
-Inspirar profundamente hinchando el vientre para oxigenar la sangre.
-La relajación y la meditación.
Los resultados de esta estimulación pueden ser asombrosos si lo practicamos cuando nos sentimos estresados o en un momento de agobio.
Además la estimulación a largo plazo del nervio vago consigue reparar algunos órganos, disminuye la presión arterial, mejorando el ritmo cardíaco aumenta el volumen del cerebro, mejora la función inmune, arregla el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión.
Cuando envejecemos, nuestro sistema inmune causa más inflamaciones y el sistema nervioso genera estrés, es la forma en que el sistema inmune responde a la mente.
El sistema inmune y el nervio vago
Nuestro sistema inmune es controlado por el nervio vago.
El nervio vago controla las células de nuestra médula que pueden convertirse en células del hígado, el intestino, los pulmones o la piel.
Trabajar nuestra mente y emociones con prácticas positivas, como la meditación o equivalentes, ayudan a la salud y la longevidad de la vida.
Nuestro cuerpo tiene la capacidad de autorregularse, repararse, regenerarse y prosperar, siempre y cuando aprendamos a trabajar con nuestro cuerpo y no contra él.
La estimulación “selectiva” del nervio vago se utiliza en algunos tratamientos médicos, para personas que tienen depresiones, o en algunos casos para tratar la epilepsia.
Si sentimos una ansiedad aguda o tenemos mucho estrés, aprender técnicas de estimulación del nervio vago nos puede ser de mucha ayuda.
Como que el nervio vago pasa por la garganta, si el nervio se daña puede producirnos problemas para hablar y tragar. También nos puede causar problemas digestivos, perdida del apetito o su contrario, sentirnos por poco que comamos.
Si el nervio vago se inflama, podemos tener, náuseas, ardor de estómago, mareos, dolor de cabeza, taquicardia, dolor y rigidez en el cuello, vómitos o lo que se llama “crisis vagal”, que se exterioriza con síntomas como, una gran sudoración, tez pálida, malestar general, e incluso, desmayos.
Cada trastorno, necesita un cuidado concreto.
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Josep Masdeu
www.naturopatamasdeu.com