«Mido 1,70 m. , peso unos 20 kilos y en este punto ningún hospital quiere aceptarme. Hay un hospital de la otra costa que puede ayudarme y no tengo muchas posibilidades. Necesito su ayuda».
Con este llamado, Rachael Farrokh, una actriz estadounidense de 37 años, pidió ayuda a finales de abril en internet para tratar de salvar su vida.
Menos de un mes después, esta mujer que lleva diez años sufriendo un tipo severo de anorexia nerviosa, ha conseguido reunir más de US$115.000 con los que pretende pagar su tratamiento.
«Estoy lista para mejorar, para salvar mi vida», le dice la actriz a BBC Mundo desde su casa de San Clemente, California, desbordada por la ayuda y los mensajes de apoyo recibidos desde que dio a conocer su historia a través de la plataforma de financiación colectiva GoFundMe.
Un paso que no fue fácil -Rachael no quería pedir ayuda por vergüenza y para no preocupar a su entorno- y en el que tuvo mucho que ver su esposo Rod Edmondson, de 41 años, quien le ayudó a poner en marcha la iniciativa «Rachael’s Road to Recovery» («El largo camino de la recuperación de «Rachael»).
«Rachael es una mujer encantadora, el tipo de mujer increíble que siempre ha puesto a otros por delante de sí misma. Los que han tenido la oportunidad de conocerla te dirán que es brillante, cariñosa y que tiene un corazón de oro», explica Edmondson en la web de la campaña.
«Siempre ha sido una mujer destacada en todo lo que ha hecho, pero esta batalla todavía tiene que ganarla», apunta. «Le quedan pocos días de vida si no hace algo».
«No es una elección. Las cosas se salen de control»
Más de una década de anorexia nerviosa ha hecho que Rachael pasara de ser una mujer bonita, simpática y exitosa, como la describen quienes la conocen, a estar postrada en una cama, luchando por su vida con sólo 20 kilos de peso y numerosos problemas de salud.
Todo se empezó a torcer cuando la joven fue rechazada para un trabajo y perdió a un ser querido. Por entonces, Farrokh estaba tratando de perder algo de peso para mejorar los abdominales.
Pesaba 56 kilos antes de que la enfermedad le llevara a una pérdida de peso progresiva que ha tratado de combatir con diferentes tratamientos, en los que le han hecho múltiples transfusiones de sangre y ha sufrido de edemas, fallos cardiacos, renales y de hígado.
«No es una elección. Las cosas se salen de control», le dice Farrokh a BBC Mundo. «Hay una cuesta muy resbaladiza y es muy fácil caer en ella», explica la actriz que recomienda a la gente que padece esa enfermedad pedir ayuda «cuanto antes».
«Cuanto más tiempo estés en esa cuesta más difícil es salir», sentencia.
En su caso, ha contado con su esposo en todo momento, que se vio obligado incluso a dejar su trabajo en un gimnasio para poderla cuidar las 24 horas del día porque ni los hospitales, ni las enfermeras domésticas, ni los fisioterapeutas querían atenderla para no tener que asumir responsabilidades por su precario estado de salud.
«Mi sueño es ayudar a los demás»
Precisamente por su situación tan delicada, Farrokh y su esposo sólo han encontrado un hospital que se atreva a tratar su caso en la costa este, al que ahora pretende ingresar con el dinero recaudado.
«Alguien con un peso tan bajo necesita tratamiento médico hospitalizado en un centro con experiencia en volver a alimentar a individuos con anorexia nerviosa severa y extendida», le explica a BBC Mundo la doctora Cynthia Bulik, profesora de Desórdenes Alimenticios en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Pero Farrokh sabe que el proceso no será fácil.
«Será un proceso muy lento. Han sido diez años (…) No se trata solo de comer y no puedo hacerlo porque, si de repente ingiero muchas calorías, mi metabolismo se acelerará tanto que comerá a mis órganos y moriré. Tengo que incrementar las calorías poco a poco cada día», explica la actriz.
Y, como apunta la doctora Bulik, la restauración del peso es un primer paso esencial pero no el único. A su juicio, debe ir acompañado de «una atención escrupulosa a los problemas médicos y psicológicos asociados al desorden alimenticio».
Por el momento, los mensajes de apoyo recibidos son una primera inyección de ánimo para Farrokh que quiere recuperarse para volver a actuar y para poder ayudar a los demás con su experiencia.
«Estoy tan agradecida por todo el apoyo. Nunca he sentido algo así. A mi siempre me ha gustado ayudar a los demás, así que eso de pedir ayuda ahora es una sensación muy rara. Estoy muy agradecida y la cosa es que no se trata solo de ayudarme a mi, sino también de ayudar a otra gente», concluye.
Pues no quiero ser aguafiestas ni parecer insensible pero con los datos biométricos en la mano: 37 años, 1’70 m de altura y 20 kg de peso y el hecho de ser resultado de un proceso de progresivo deterioro por espacio de 10 años. Tiene muy pocas probabilidades de recuperación.
El cuerpo humano tiene una gran capacidad de plasticidad y recuperación. Pero también tiene unos límites. Unos puntos de no retorno. Y creo que en este caso han esperado demasiado. ojalá me equivoque.