Publicó Adriana Babè
No es lo mismo religión que espiritualidad. La primera es un conjunto de creencias dirigidas por una institución jerarquizada basada en principios tan poco sagrados como la doble moral y la connivencia con los poderes económicos para asegurarse prebendas y buenos negocios. En cambio, la espiritualidad se basa en la conciencia crítica activa, y en el libre albedrío. La espiritualidad está por encima de las religiones externas, y quien vive de esta manera no es una persona religiosa. Una persona espiritual tiene una relación íntima con el mundo divino y no precisa intermediarios para hablar con Dios ni precisa templo alguno, ya que cada uno es un templo del Espíritu. En cambio una persona religiosa tiene necesidad de templos y de intermediarios entre ellos y el mundo espiritual: tienen la espiritualidad secuestrada y dominada.
Muchas personas en todo el mundo se encuentran divididas a causa de la religión: católicos, judíos, cristianos, musulmanes, se hallan en guerra todavía igual que siempre sucedió, pues la religión se ha convertido en primer lugar en un mecanismo de control de la espiritualidad de las gentes ( pues todos somos seres espirituales aunque no creamos en ello), y en segundo lugar en una excusa perfecta para los juegos sucios de la política, el poder y todo eso. De ahí que lo menos importante en cualquier religión es la espiritualidad, el trabajo interior para acercarse a Dios mediante formas de pensar, sentir y vivir acorde con Sus leyes. Por esta causa, los asuntos religiosos, como asuntos políticos, se discuten en la palestra política. Así, se habla de tener o no libertad religiosa, del derecho a tenerla o no, de apostasía, herejía, y otras formas de conflicto en las instituciones religiosas y en la sociedad.
Sin embargo, la espiritualidad es un asunto de conciencia: un canto libre del alma que no quiere someterse a cleros, jerarquías dogmas, tradiciones, convencionalismos y cosas por el estilo. Así que , como portadores de alma, una espiritualidad libre es posible si así lo queremos y necesaria para tener una conciencia sin ataduras religiosas ni políticas.
La palabra “religión” tiene mala prensa entre las personas de espíritu libre, y los menores responsables son los periodistas. “Dios” también es palabra con mala prensa, y los menores responsables son los ateos. Entonces, ¿quiénes son los verdaderos responsables? Los mismos que se proclaman religiosos y teístas se han encargado de alejar de la religión y de Dios a muchas personas de noble corazón, infundiendo con su mal ejemplo el desprecio a lo sagrado, y dando lugar a la formación de infinidad de malentendidos, miedos y prejuicios culturales y religiosos acerca de Dios y de la verdadera religión que siempre es asunto interno, íntimo, como vemos en el misticismo.
Este proceso de descrédito de las religiones por parte de amplios sectores no es de hoy, pues se originó hace casi dos mil años con la traición de la Iglesia al cristianismo originario. La Iglesia habla de un dios lejano, que guarda silencio si se enfada, que castiga y otras idioteces. Pero… “Cuando te hablo de Dios, no pienses que te hablo de un objeto cualquiera de oro o plata. El Dios de que te hablo lo sientes en tu alma, lo llevas en ti mismo…Acordémonos, pues, de Dios, pensemos en Él y hablemos de Él lo más a menudo posible” .- (EPICTETO).
¿Cómo terminar con los prejuicios culturales y religiosos de moda tantos años?
Cedamos la palabra a Tolstoi:
“Para que esto se realice, es menester que por un lado los sabios comprendan que la fraternidad universal y el precepto de hacer a a los otros lo que quisiéramos que se nos haga, no son de esas razones fortuitas del hombre que pueden ser sometidas a otras consideraciones de cualquier índole, sino que es una proposición indiscutible, superior a toda otra consideración, que se desprende de la relación inmutable entre el hombre y el infinito (Dios), y que esa es la única religión.
Por otra parte, que los hombres que consciente o inconscientemente, bajo la capa del cristianismo, proponen groseras supersticiones, comprendan que todos los dogmas, misterios y ritos que sostienen y propagan, no son solo indiferentes, como ellos piensan, sino que resultan perjudiciales en el más alto grado, porque ocultan a los hombres la sola verdad religiosa, que es expresada en el cumplimiento de la voluntad de Dios, en la fraternidad de los hombres, en el amor al prójimo, y que no dejan de ver que el precepto “Obra con con los demás como quisieses se obrase contigo”, no es una de las prescripciones de la religión cristiana, sino toda la religión practicada.
Que los que aturden al pueblo con las supersticiones eclesiásticas cesen de hacerlo y comprendan que en el cristianismo lo importante y obligatorio no es el bautismo, la comunión,, los dogmas, etc., sino el amor a Dios y al prójimo, el cumplimiento del precepto “ Obra con los demás como quisieres obrasen contigo”, y que en esto está toda la ley de los profetas.
Que comprendan esto los falsos cristianos, que se enseñen a los niños y a los ignorantes estas verdades sencillas, claras y necesarias, como ahora se les enseñan las proposiciones complicadas, embrolladas e inútiles, y todos los hombres comprenderán de idéntico modo el sentido de la vida y reconocerán los mismos deberes que de ella se desprenden”
(León Tolstoi, “La guerra ruso-.japonesa”)