Viendo lo que está ocurriendo en Grecia estos días, planteo una reflexión, quizá ha llegado ya el momento de reinventarnos: adiós Grecia, hola Grecia.
A Grecia se la ha llamado la cuna de la civilización occidental, es decir, de allí partieron numerosas ideas con el objetivo de conformarse en la realidad, de cristalizarse. Pero es curioso constatar que Platón ( 427-347 a. C) seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, 2362 años después de su muerte, sigue siendo considerado como un filósofo utópico. Así hablamos de algo platónico como algo inalcanzable.
¿Y si ha llegado ya el momento de seguir algunas de las premisas de Platón? ¿Y si el declive de Grecia indica que tiene que morir una concepción del mundo para nacer en nosotros otra?
Veamos unas palabras del gran difusor de la Cábala (kabbalah) y de la Astrología Cabalística o astrocábala, Kabaleb, en su libro “en busca del maestro interior”:
Esa vieja Jerusalén es destruida una y otra vez porque «no ha conocido el tiempo en que ha sido visitada», dice Jesús, o sea, no se ha impregnado de la luz que la enseñanza crística le aportaba. A lo largo de la crónica sagrada vemos como Jesús entra y sale una y otra vez de Jerusalén, predicando en sus templos, arrojando a los vendedores instalados en él, y sin embargo esas «visitas» le han pasado desapercibidas a la vieja ciudad.
Si sus púlpitos han sido abiertos al Maestro, ha sido en virtud del equívoco que suponía creer que era uno de sus predicadores. No sabían verlo como el edificador de la nueva ciudad, sino que lo consideraban como uno de los diseñadores del mundo antiguo.
Así ha sucedido siempre en la sociedad mundana. Cuando aparece un Pitágoras, un Platón, un Descartes, la sociedad recoge de ellos lo que confirma o parece confirmar las ideas reinantes y rechaza lo que no concuerda con ellas, aquello se califica de «rarezas de sabio», «locuras» que tienen a veces las eminencias.
En mi opinión, la tragedia griega, cuyo argumento suele ser la caída de un personaje importante, escenifica la necesidad de pasar a la siguiente pantalla, como dirían nuestros jóvenes, de pasar del dicho al hecho, de derrumbar las viejas estructuras para dar salida a una nueva concepción del ser, a una nueva forma de ver y vivir la vida. Adiós Grecia, hola Grecia.
¡Menos hablar, menos filosofar y más practicar!
Tristán Llop
Del dicho al hecho… hay un gran trecho.
Para mí, lo platónico no es lo inalcanzable, sino lo soslayable por propia voluntad.