Aida. Mírame, al instante

Mírame, al instante.

Mírame sin nombrar, sin calificar, sin enjuiciar… Mírame, tal cual. Sólo mira. Si así lo haces, a ti te miras. Tú mi espejo eres; yo no soy tu sombra.

Salto a la acera, ando, me deslizo entre tus idas y revueltas, sólo te miro, y en mi mirar me miro. Al mirarte veo el alma que habita ese cuerpo, sea el cuerpo que sea, y me veo a mí, me miro al mirarte. Soy tú en otro instante, y tú eres yo si aquietas el instante.

Pido algo en un kiosco, me lo pido a mí; y te veo a ti dándote/me sin que percibas ese instante; sólo aquiétate.

¿Te lo cuento de otra manera, quizá superficial? Cuando te miro no veo un cuerpo, una edad, unas arrugas, un desgaste, una sonrisa o una lágrima, unas risas de satisfacción o un grito de dolor inconmensurable, no te veo en eso que crees (sin saber, sin certeza) ser tú, un cuerpo que transita en una vida, quizá sin sentido, ojalá con todo el sentido. Pero sea como fuere, veo que eres un alma exactamente igual que yo con un uniforme humano, sólo un uniforme, quizá sin galones, sin medallas, quizá sin nada, quizá con todo. Pero sólo es el vestido que cubre la majestuosidad de la Inmensidad jugando a no ser nada. ¿Visto? Si es que no, mírame sin esos ojos que todo lo enjuician y tildan, que todo lo califican y todo lo comparan. Si así fueras capaz, te ves al mirarme al instante, y al instante nos vemos.

Esto que te cuento me lo cuento, sin cuentos. En serio, mírame, sólo mírame, sin más, y verás que somos una Inmensidad disfrazada jugando a perderse hasta encontrarse.

            Si quieres mirarme y mirarte al instante, sólo es posible con los ojos de Amor. Mírame/te con Amor y te/me mirarás en el Amor, te/me contemplarás desde el Amor.

            Un tu/yo, un tú y yo, Unos al instante somos si al mirarnos penetramos desde el primas de Amor. Desde el colapso amante del Amor. En el acrisolado Amor.

            Mírame, Amor, al instante; mírame con Amor y te estarás mirando en Amor. Entonces, ya, en ese preciso instante no habrá miradas, no habrá idas y revueltas, sólo habrá un abracadabra al percibirnos como Somos, en lo Somos. Ya no será un mirarnos para vernos, será un Amor viéndonos en nuestras miradas.

              ¡Mírame al instante, por favor! Mira si esto que miro no es Amor. O si no es el Amor el que mira. Que cuando salgo a la calle calzando estos zapatos humanos, sólo miro cuánto Amor anda deambulando las calles sin ver que es el Amor brillando. De nuevo te pido al instante: ¡Mírame, y dime si tú no eres el Amor que miro, que me mira sin saber que es el Amor encarnado en un instante no contemplado. 

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Autor: Deéelij

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Publicado por Emilio Carrillo

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