«En nuestro sistema solar, la Tierra y los demás planetas gravitan armoniosamente alrededor del Sol. Debemos impregnarnos profundamente de esta imagen, porque este movimiento armonioso de los planetas alrededor del Sol es el que debemos reproducir en nosotros, a fin de que todas las partículas de nuestro ser entren en el ritmo de la vida universal.

Al contemplar cada mañana la salida del Sol con el deseo de extraer energías, de penetrar en él, pero también de reencontrarlo en nosotros mismos, tratamos de abandonar la periferia de nuestro ser que, a menudo, es presa de los desórdenes, para volver al centro en donde reinan la paz, la libertad y la luz. Así es como lograremos restablecer un día en nosotros un sistema idéntico, con su propio Sol en el centro, nuestro Espíritu, que tomará el mando.

Para encontrar la solución a los problemas que se nos presentan cotidianamente, tanto en el plano psíquico como en el plano material, debemos trabajar para convertirnos interiormente en un sistema organizado, es decir para instalar en nosotros el Sol del Espíritu y que todo gravite alrededor de este centro de luz y de calor.»

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